El argentino Alfredo Di Stéfano, fallecido hoy, está considerado junto a Pelé, Diego Armando Maradona y Johan Cruyff como uno de los cuatro "grandes" futbolistas de la historia del fútbol, en una carrera ligada al Real Madrid, el club de su vida y al que dijo adiós 88 años después de su nacimiento, el 4 de julio de 1925 en Buenos Aires. Uno de los grande méritos es que está en la elite, sin haber jugado nunca un Mundial.

En 1944, la "Saeta" debutó en River Plate, al que regresó, tras ser cedido luego seis meses al Huracán, para ganar la Liga de 1947. Ese mismo año jugó sus seis únicos encuentros con la selección argentina. Fue campeón de la Copa América en Guayaquil (Ecuador), aportando con seis goles.

En 1949 marchó cedido al Millonarios de Bogotá, en el que jugó hasta 1952 con tres títulos de Liga (1949, 1951 y 1952) y dos de máximo goleador (1951 y 1952), antes de regresar a su país para reintegrarse al River Plate.

Tras una gira por España, Barcelona y Real Madrid iniciaron una batalla por contratarlo. En mayo de 1953 llegó a España y jugó varios encuentros amistosos con el Barcelona, pese a su compromiso con el Real Madrid. La FIFA medió en el conflicto y decidió que jugara una temporada con cada equipo. El Barcelona, disconforme con el laudo, renunció al jugador, que debutó con el cuadro merengue en septiembre de ese año.

Se nacionalizó español en 1956, en enero del año siguiente debutó con la selección española frente a Holanda, en un partido en el que marcó tres de los cinco goles de su conjunto. Su último encuentro con el equipo nacional fue en diciembre de 1961. Jugó 31 partidos y marcó 23 goles en su trayectoria con la selección. Al Mundial de 1962, en Chile, no llegó por una lesión.

Con el Real Madrid disputó 510 partidos, en los que marcó 418 goles, en una magnífica carrera con el conjunto blanco que concluyó en la derrota de la final de la Copa de Europa frente al Inter de Milán del 27 de mayo de 1964.

Balón de Oro en 1957 y 1959, fue máximo goleador en cinco Ligas españolas y contribuyó a la etapa dorada del equipo blanco, en la que sumó cinco Copas de Europa consecutivas (entre 1956 y 1960), en las cuatro primeras con él como máximo artillero; una Copa Intercontinental (1960) y ocho títulos de Liga (1953-54, 1954-55, 1956-57, 1957-58, 1960-61, 1961-62, 1962-63 y 1963-64).