En nueve días más, en Bolivia se conmemorará el "Día del Mar", día en que se recuerda la derrota en la Guerra del Pacífico y la pérdida de territorios costeros por parte del país altiplánico. Una fecha en que tradicionalmente los mandatarios de ese país aluden a la histórica aspiración de revertir su mediterraneidad y en la que suele mencionarse la relación bilateral con Chile.

Este año, el acto que se realizará el próximo 23 de marzo en La Paz será monitoreado con especial atención desde La Moneda. Altas fuentes gubernamentales señalan que "ese día puede tener una significación especial", debido a que la nueva Constitución de Bolivia, aprobada en 2009, incorporó la obligación imprescriptible e irrenunciable de recuperar su acceso soberano al mar.

El artículo entraría en vigencia el próximo año, tensionando las conversaciones que sobre la materia han sostenido ambos países en los últimos años, en el marco de una agenda de 13 puntos.

Hasta el momento, en La Moneda existe una buena evaluación del actuar de Morales en esta materia, pues creen que -más allá de episodios puntuales- ha cumplido con un acuerdo al que llegó en privado con Piñera y que también ha repetido en público: no usar el diferendo marítimo en política interna.

Sin embargo, en el gobierno son conscientes de que la situación política que enfrenta Morales ha cambiado en el último tiempo y que eso se podría reflejar en su discurso de Morales.

Escenario interno y tensiones

Una encuesta publicada este domingo en un matutino boliviano marcó un 70% de rechazo a la gestión del presidente altiplánico. Una evaluación negativa que se arrastra desde comienzos de año, cuando desde Palacio Quemado se impulsó una ley para poner fin al subsidio a los combustibles, lo que derivó en masivas protestas ciudadanas que obligaron al mandatario a revertir la medida. La crisis, además, desembocó en un cambio de gabinete propiciado por Morales.

En este contexto surgieron algunos episodios que han sido seguidos con atención por La Moneda. El 17 de febrero pasado, Morales dijo "qué bueno sería que haya una propuesta concreta antes del 23 de marzo. Sería una enorme satisfacción para el pueblo boliviano", lo que fue refutado por el canciller Alfredo Moreno.

Días antes, ante la Asamblea Legislativa de su país, el presidente había dicho que "Atacama antes era Bolivia, es verdad. Esperamos recuperarla pronto". Horas después, el portavoz del gobierno, Iván Canelas, debió aclarar que todo había sido una broma.

Las expectativas del gobierno son compartidas por los parlamentarios que integran las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara de Diputados, donde han monitoreado permanentemente la situación bilateral. "Morales pasa por momentos de baja popularidad y cuando pasa eso, la tentación de Bolivia es utilizar a Chile como chivo expiatorio", señala Hernán Larraín, presidente de la comisión en la Cámara Alta.

En línea con Larraín, el diputado gremialista Iván Moreira dijo que "el 23 de marzo es una fecha emblemática, pero creo que al final y por el tema de la baja popularidad, utilizará este salvavidas y hará un discurso más duro".

En la vereda contraria, el diputado del PS y presidente de la Comisión de RR.EE. de la Cámara de Diputados, Marcelo Díaz, dijo que "este 23 de marzo va a ser objeto de atención especial, porque se han dado señales de más presión de parte de Bolivia, pero creo que no será un giro en las relaciones bilaterales".