El año 2011 la Asamblea General de las Naciones Unidas consignó el 21 de marzo como el Día Mundial del Síndrome de Down. Por ello, este martes se genera el ambiente ideal para hablar de inclusión y tema adquiere mayor tribuna.

Por definición de los especialistas médicos, Trisomía 21 es una es una anomalía cromosómica caracterizada por la presencia de una tercera copia -parcial o total- del cromosoma 21. Esta se presenta en igual medida en hombres y mujeres, en uno de cada 600 a 700 nacimientos. Eso sí, en Chile nacen más niños con Síndrome de Down de lo reportado en la literatura internacional, con una prevalencia al nacimiento de uno en 300.

Con mayor razón, entonces, conviene evaluar si en la sociedad chilena se han dado los espacios académicos para que todas las personas desarrollen sus capacidades y vivan en un espacio que los respete e incluya.

Para empezar a hablar de inclusión, Mauricio López, académico del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), y quien ha diseñado programas de formación y perfeccionamiento en el ámbito de la educación inclusiva, señaló que bajo este concepto, subyace la idea de que "en todas las escuelas, todos los niños sin distinción de ningún tipo, deberían tener derecho a educarse. Eso requiere que las escuelas cuenten con profesionales, equipos y profesores bien preparados".

En esa línea, según advirtió el profesor López, "lo que nosotros hemos estado investigando es que cuando se generan escuelas con equipos de apoyo y profesores bien preparados, esos apoyos sirven para todos los niños, sin distinción de qué tengan o no alguna condición diferente".

El trabajo cooperativo entre los niños, entre los docente y la diversificación de las metodologías de aula, serán claves para que los menores puedan ir creciendo en su desarrollo cognitivo.

"Cambiar el modelo de clase frontal, donde sólo el profesor habla, por actividades donde los niños tengan más participación, se incluya el juego, las metodologías lúdicas y se trabaje con métodos audiovisuales y de creación", son apoyos fundamentales para alcanzar la inclusión, señaló el académico.

Como plantea el experto, en la actualidad, la tendencia mundial es a fortalecer las escuelas regulares, que los profesores tengan espacios de formación, cuenten con profesionales de apoyo y tengan buenas condiciones de trabajo, para que así se pueda desarrollar la inclusión.

"Evidentemente, los niños con Síndrome de Down se benefician de la educación inclusiva. Lo que ha ocurrido es que como están segregados, los niños se educan toda la vida sólo con 'pares', y por lo mismo, tanto quienes tienen Síndrome de Down, como quienes no, van a tener menor capacidad después para relacionarse porque es algo desconocido. Mucho de esto tiene que ver con que para los niños sea natural convivir, aprender, trabajar, conversar con un niño que es distinto a él. En ese sentido, la educación inclusiva es un beneficio para la sociedad entera", concluyó.

De ahí la importancia de poner urgencia a medidas que permitan a las familias optar por ingresar a sus niños a un establecimiento de calidad, donde sean tratados como iguales y no como alumnos discapacitados. Puede existir otro ritmo de aprendizaje, pero aquello dependerá del tipo de estimulación y atención que reciban.

Oportunidades faltan muchas, pero distintos expertos de variadas casa de estudios, coinciden en que se está avanzando, quizás lento, pero ha sido posible educar más a la sociedad, lo que permite ir abriendo nuevos escenarios inclusivos, desde lo educacional a lo laboral.