"Cuando llegué a Mosul, en Irak, lo primero que me sorprendió fue que esperaba ver las mismas imágenes que en los videos de propaganda: los combatientes en caravanas de camionetas, mostrando sus armas y banderas negras", cuenta a La Tercera, Jürgen Todenhöfer, periodista alemán y el primer profesional occidental que estuvo en los territorios controlados por el "Estado Islámico" en Irak y Siria y que pudo salir para contar su experiencia en el libro My Journey into the Heart of Terror: Ten Days in the Islamic State (Mi viaje al corazón del Terror: Diez días en el "Estado Islámico"). "Uno piensa que la vida es así, un desfile tras otro, pero nunca se ven las cosas que muestran los videos de propaganda, porque no hay necesidad de hacerlo" añade.

Todenhöfer fue un destacado juez y parlamentario alemán. Durante varios años ha ejercido como periodista interesado en temas relacionados con Medio Oriente. Por este motivo había visitado Siria en varias oportunidades, incluso antes de que comenzara la Primavera Arabe en marzo de 2011. También había estado en Irak antes de la guerra.

"Durante la revolución fui muchas veces a Siria, estuve varias veces con el Presidente Basher Assad.  Yo fui juez, así que me gusta hablar con ambos lados, cuando fui a Afganistán hablé con el entonces Presidente (Hamid) Karzai y con los talibanes. Siempre lo hago", cuenta.

Todenhöfer dice que la primera vez que supo sobre el "Estado Islámico" fue en 2007 en Ramadi, cuando eran apenas un grupo pequeño y no contaban con los 50 mil combatientes que tienen ahora en sus filas. Estaba interesado en conocer  la motivación de los jóvenes que se unían al grupo terrorista, por lo que -junto con su hijo- le escribió a cerca de 80 yihadistas alemanes, a quienes podía contactar por internet. Finalmente, terminó hablando con un miembro del departamento de prensa y la cúpula del EI, a quien se le había asignado la tarea de hablar exclusivamente con él. Luego de seis meses de conversar vía Skype sobre distintos temas como las brutalidades que cometían, la estrategia y sus blancos, Todenhöfer les dijo que quería visitar el "Estado Islámico", siempre y cuando le garantizaran su seguridad.

"Por supuesto, había visto en internet las decapitaciones a periodistas y a uno de ellos (James Foley) lo conocía, porque había pasado una semana en el mismo hotel que yo en Bengasi, en Libia. Era muy cercano a mí y me toca en lo profundo. El califa me dio una garantía para ir y pedí que la publicaran  y lo hicieron en Twitter. Esperé unos días si es que el califa negaba esto y no lo hicieron", señala. "Después de seis meses, estaba seguro  de que no me matarían porque no era de su interés. Ellos querían ser vistos como un Estado y  como tal querían ser tomados seriamente. Yo podía ir para allá porque no tenía competidores, nadie más quería ir para allá", explica.

Cuando en 2014 llegó al área controlada por el "Estado Islámico", le dijeron que le querían mostrar Raqqa, la capital del grupo en Siria. Sin embargo, Todenhöfer quería ver Mosul para comparar cómo había cambiado desde su última  visita en 2001. "Allí el 90% o 95% de los combatientes son sunitas iraquíes. Ellos se sienten discriminados por el gobierno chiita, donde un tercio de la población es sunita y el restante son chiitas. Los 10 millones de sunitas fueron bastantes poderosos bajo el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), fueron excluidos del poder, de la vida política, por lo tanto, cuando llegó el ISIS lo toleraron y pensaron que era el mal menor", señala.

El periodista destaca que la multiculturalidad característica de Mosul se perdió con la llegada del grupo yihadista, producto de la huida de los cristianos, los chiitas, los yazidíes, entre otros. "Se podía ver en las noches cuando iba a las avenidas más grandes a combatientes jóvenes caminando y gente con el rostro cubierto. Había policía de tránsito, de otros tipos también. Pero no era normal, porque cada vez que querías entrevistar a alguien, a un joven en la calle o a un doctor en el hospital, se cubrían la cara. Esto es un mundo paralelo donde los terroristas gobiernan el país", relata.

Durante su estadía pudo ir un viernes a una mezquita, como estaba llena, mucha gente rezaba en la calle. Fue allí donde puso atención en la vestimenta de los jóvenes, quienes usaban jeans, polera y zapatillas. Incluso vio a dos usando la polera del equipo alemán Bayern Munich. "Yo había leído que no podían usar gel en el pelo, que no podían estar afeitados, por ejemplo. Pero los jóvenes,  no los combatientes, tenían cortes a la moda, estaban afeitados. Hay muchas historias que son erróneas", cuenta.

"John el yihadista"

La explicación que encontró ante esta contradicción fue que los jóvenes pueden vestirse como quieran siempre que no rompan las leyes de la sharia. En ese sentido, señala que vio a un hombre que había sido detenido por uno o dos días, porque le había sonreído a una mujer y había tratado de flirtear con ella. Y a otro hombre mayor detenido porque tenía pastillas para dormir.

Las mujeres, por su parte, deben usar abayas (túnicas que cubren desde el cuello hasta los tobillos), además de guantes que les cubran las manos y también velo que las cubran completamente. "El rol de las mujeres es quedarse en la casa. Muchas de las mujeres jóvenes ya no van al colegio o la universidad porque no quieren vestirse así, se niegan a hacerlo", explica.

Durante su estadía con el "Estado Islámico", Todenhöfer, que estaba junto a su hijo Frederic, estuvo acompañado de un conductor que creen se trataba de Mohammed Emwazi, conocido como John el Yihadista, que según las autoridades estadounidenses murió en noviembre de 2015 producto de un ataque de drones en Raqqa. "Siempre digo que 99,99% de probabilidad era que nuestro conductor era John el Yihadista, debido a muchas cosas que ocurrieron. El hecho que cuando le pedí ver al rehén británico, John Cantley y él dijo sí, por supuesto, lo puedes ver, yo puedo arreglarlo, tenía un contacto cercano con el rehén. La forma en que hablaba, lo habíamos visto muchas veces en internet, ese acento londinense. Cuando volví a Alemania, ya habían descubierto su identidad. Una vez lo vi a rostro descubierto", cuenta.

Prisioneros de guerra

Al ser consultado sobre los momentos que más lo impactaron durante sus 10 días con el "Estado Islámico", no duda en mencionar una conversación que tuvo con un combatiente holandés, a quien le preguntó cuándo iba a realizar una ejecución o una amputación. "No era que quisiera verlo, pero quería saber. Me  dijo que no tenía ninguna programada. Me dijo que había hecho dos amputaciones, que fueron el disuasivo para que ahora la gente ya no robe más. En ese momento, un hombre que estaba conmigo me dijo que en las cárceles había tanta gente que podía elegir si quería una amputación o una ejecución y si acaso quería a un chiita o a un kurdo. Uno no puede responder ante algo así", cuenta.

Todenhöfer dice que un momento doloroso para él ocurrió, también, cuando le mostraron a un rehén kurdo en una prisión, con quien tuvo la oportunidad de conversar. El hombre estaba esperando que hubiera un intercambio con combatientes del "Estado Islámico". Ante esto, se contactó con el gobierno kurdo, pero el líder Masud Barzani decidió que no se realizaría un intercambio, por lo que asume que ahora se encuentra muerto. "Los rehenes y los prisioneros de guerra están muy débiles. Ellos saben que no tienen ninguna oportunidad, no pueden decir nada, es horrible" relata.

Otra situación compleja fue la presencia de los aviones y drones estadounidenses. "Cuando llegaban los terroristas desaparecían en segundos, no los podías ver más, se escabullían entre la multitud, pero uno no podía desaparecer. No es divertido cuando tienes sobre ti a dos aviones y a dos drones durante muchas horas", explica.

A su juicio, pese a la campaña que están llevando a cabo varias potencias en contra del "Estado Islámico" el grupo sigue siendo exitoso. "Ellos han sido muy exitosos y todavía lo son. Los estadounidenses dicen que han perdido territorio, pero si ellos quieren atacar Bagdad lo hacen. Estamos felices de haber derrotado a dos mil personas en Ramadi, pero ahora tienen cinco mil personas en Libia destruyendo al país. Ellos son muy fuertes, incluso si destruimos su Estado, se convertirán en el grupo terrorista clandestino más importante. Ellos son una ideología y una ideología no se derrota con bombas", concluye.