Cien días en el poder y la popularidad de la Presidenta de Brasil Dilma Rousseff está en un 73% y la gestión de su gobierno en un 63%, según las últimas encuestas. El camino no era fácil, especialmente ante la difícil misión de suceder al también popular presidente Luiz Inacio Lula da Silva.
En poco más de tres meses, la nueva mandataria protagonizó un giro expresivo en la política exterior de su antecesor al poner el tema de los derechos humanos en el centro de su agenda. Esto quedó reflejado en el apoyo brasileño a la designación de un relator de las Naciones Unidas para verificar la situación de los derechos humanos en Irán. En los ocho años anteriores, Brasil siempre se opuso o se abstuvo de apoyar las iniciativas de este tipo.
"Dilma Rousseff está dejando su huella propia", expresó el politólogo Antonio Celso Alves Pereira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Uno de los principales asesores del gobierno para temas de política externa, Marco Aurelio García, admitió que hay un cambio de rumbo, pero aseguró que no se trata de un giro drástico.
"¿Hay cambios en la política externa? Claro que sí", admitió García en una entrevista concedida el pasado fin de semana al diario "O Estado de Sao Paulo". "Lula siempre dio gran énfasis a las cuestiones sociales. Dilma mantendrá esa sensibilidad del gobierno anterior, pero quiere enfatizar las cuestiones ligadas a su pasado de prisionera política", agregó.
Las diferencias de estilo alimentaron rumores según los cuales está en curso un alejamiento entre la nueva presidenta y su antecesor y padrino político. Estas versiones cobraron fuerza en marzo, cuando Lula rehusó una invitación de su delfín para participar en un almuerzo ofrecido al Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante su visita a Brasilia.
Sin embargo, la propia presidenta contribuyó a sepultar los rumores, al acompañar a Lula en un viaje a Portugal, donde el ex presidente fue galardonado con el título de doctor honoris causa de la Universidad de Coimbra.
Luego, en un discurso, destacó la herencia positiva que le dejó su antecesor: "He recibido un país en condiciones de dar un salto aún más grande que el que pudo dar con el presidente (Lula). Él me dejó esta herencia, y yo honraré esta herencia", afirmó.
Gracias a una coalición de partidos tan amplia como heterogénea, Rousseff disfruta además de una abrumadora mayoría en el Congreso, donde hasta ahora no ha recbido ataques duros de la oposición.
Sin embargo, algunos analistas advierten que este apoyo amplio representa al mismo tiempo el principal reto que afrontará Dilma Rousseff en los tres años y nueve meses que le quedan de mandato.