Pasan los días y la vergüenza por los hechos ocurridos la noche del pasado jueves en La Bombonera está lejos de apagarse. La revelación de un video donde aparecía un grupo de hinchas arrojándole el gas pimienta a los futbolistas de River Plate cuando subían por el túnel, emitido por la cadena internacional Fox Sports, reabrió un nuevo capítulo de una historia que tardará mucho tiempo en cerrarse, sobre todo porque siguen apareciendo nuevos antecedentes.
Aunque Boca Juniors ya fue notificado de su eliminación por parte de la Conmebol, además de ser sancionado con la clausura de su estadio, lo cierto es que por los pasillos del club circulan aires de guerra. Todo porque las imágenes de televisión dejaron en evidencia que no se trató de un hecho aislado. Adrián Napolitano, alias El Panadero, el principal autor de los ataques a los jugadores de River Plate, no es cualquier fanático. Su vínculo con el grupo que domina actualmente la barra brava de Boca Juniors es muy grande como para que pase desapercibido para la policía.
La pregunta que se hicieron de inmediato todos en Argentina fue cómo un reconocido hincha del grupo dominante de La Doce, como se le conoce a la barra brava xeneize, orquestó un hecho que tarde o temprano terminaría perjudicando al club que dice, junto a sus cómplice, tanto amar. Pues bien, la explicación no tardó tanto en llegar desde el propio club. Napolitano y sus poderosos amigos están por perder el control de la segunda bandeja de La Bombonera, una vez que puedan regresar al estadio Rafael Di Zeo y Mauro Martín, antiguos capos y que hasta hace poco tiempo tenían derecho de admisión por diversos delitos que sospechosamente fueron sobreseídos por la justicia argentina.
Ceder el control de La Doce no sólo le significaría a Napolitano y a su grupo tener que abandonar la segunda bandeja del estadio. Lo peor para ellos representa perder el poder de todos los negocios satélites en torno al fútbol: reventa de entradas, control de los puestos de comida, estacionamientos en calles aleñadas al estadio y el merchandising. Es decir, casi 200 mil dólares mensuales que no irán a parar a sus bolsillos.
Por eso, como medida de represalia hacia la decisión de la dirigencia de Boca Juniors por permitirle el ingreso a Martín y Di Zeo, Napolitano y sus secuaces buscaron la fórmula para hacerse notar. Sin importar la consecuencias. Ni físicas, en cuanto a los jugadores, ni deportiva, en cuanto a lo que pudiese pasar con Boca Juniors, ni económicas, tanto para el club como para ellos, que pudieron seguir recaudando hasta dejarle el control de La Doce a sus enemigos.
Para completar el cuadro de terror de estos barrabravas, en las últimas horas se le vinculó a Napolitano y a otros 10 involucrados en la agresión, muchos de ellos con prohibición de ingresar al estadio desde hace mucho tiempo, a diversos candidatos a la presidencia de Boca Juniors. Es decir, más que nunca, quedó comprobado que al menos en el club xeneize, la complicidad entre los delincuentes disfrazados de hinchas y quienes dirigen los destinos del club, es más estrecha de lo que muchos creen.