"Me pilla justo con la familia en el día de la mamá, pero estamos gozando. Tenemos unos invitados que son colocolinos y están callados. Dios es azul. No teníamos por dónde llegar a ser campeones, Dios hizo unas movidas y estamos arriba", asegura a El Deportivo, con tono eufórico, Héctor Hoffens, histórico jugador de Universidad de Chile en la década de los 80.

El desenlace de Colo Colo ante Antofagasta fue de película y lejos, en Rancagua, los hinchas azules lo vivieron de manera única. Por un lado, veían cómo el cuadro de Guillermo Hoyos ganaba cómodamente y mostraba gran nivel futbolístico, pero en Santiago, los albos vencían a Antofagasta y tenían la primera opción de quedarse con el título. Eran infelices viendo a su equipo... Cosas del fútbol. Pero lo impensado apareció en el césped de Pedreros. La pesadilla de todos los fanáticos albos, finalmente, ocurrió.

A falta de dos minutos, el cabezazo de Gonzalo Villagra, tras una horrenda salida de Álvaro Salazar, puso el empate en el Monumental y a partir de ese segundo, la incredulidad azul mutó a felicidad. El alma les volvía al cuerpo y el título rápidamente comenzaba a tomar tintes azules. En un abrir y cerrar de ojos, los rezos de petición se volvieron de agradecimiento. Muchos de ellos se mordieron las uñas durante todo el partido, no por el nivel del equipo, sino por las ganas de que los relatores radiales gritaran el gol nortino. Sin uñas quedaron, pero con la sensación de que el título 18 está a la vuelta de la esquina.

La banca azul estalló en alegría tras escuchar por radio el empate de Villagra. La hinchada azul se volvió loca en las tribunas. Los jugadores, tras enterarse de la anotación, intentaron disimular la felicidad, pero tras el pitazo, los aplausos y abrazos no disimularon su sentir.

Esos mismos que aparecieron en casa de los ídolos azules. Con tono eufórico, Hoffens continuó expresando sus emociones, pero esta vez, para criticar al entrenador Pablo Guede: "Colo Colo demostró lo que es el técnico. Es el argentino que le ha vendido la pomada más grande a los hinchas. Como exjugador me dolió que celebrara de manera soberbia el partido ante Everton porque no estaba nada escrito. Había que ponerlo a tierra. Dios castiga, pero no a palos". Y no se quedó ahí porque dentro de su estado de éxtasis, toma una pausa y busca tranquilizar la pasión: "No hay nada escrito todavía, nos puede pasar lo de Colo Colo", concluye.

Otro que estuvo pegado a la pantalla hinchando por el color de sus amores fue Cristián Castañeda. El ex lateral narró sus sentimientos: "Me puse contento porque siempre cuando a la U le va bien, uno se llena de satisfacción. Hace seis fechas era impensado estar peleando por el título", aseguró.

Sin embargo, el empate de Antofagasta lo vivió con cautela porque él y los 45 mil hinchas albos presagiaban lo peor. Era como si en el ambiente futbolero todos sabían que el empate nortino caería. "Si te fijas, el partido fue chato, sin emociones. Colo Colo hizo el gol y esperó a que terminara el partido y a Antofagasta no le molestaba perder por un gol. Las caras de los hinchas era de preocupación de que pasaría algo malo. Y pasó".

Sobre la opción de conseguir el título 18 para la institución, Castañeda le baja la euforia. "Es cierto que la U tiene la primera opción, pero nada esta dicho. Esto es fútbol y cualquier cosa puede pasar. No hay que confiarse", dijo.

Uno que no quiso quedar ausente de la jornada feliz de los azules fue el técnico César Vaccia. "Estoy contento. No celebré el gol de Antofagasta, pero me pone feliz porque la U hace tiempo lo viene pasando mal. En el último período, por lo menos, Hoyos me da la impresión que le ha dado tranquilidad al equipo", asegura.

Pero el DT bicampeón con el equipo en 1999 y 2000 intenta enfriar la situación. Su voz transmite seguridad de título, aunque evita aceptarlo como tal. "Es cierto que cambia el escenario porque ahora depende totalmente de la U. Pero no será fácil. San Luis es un equipo fuerte. Miguel (Ramírez), con poco, ha hecho mucho", dice.

El próximo sábado a las 15.00 horas, estos mismos históricos volverán a los nervios por el equipo de sus amores. Llaman a la mesura, pero la felicidad de ayer parece imborrable.