Neil Gaiman quería escribir sobre Estados Unidos. Quería hablar de "ese inmenso y extraño lugar" que se había vuelto su hogar a inicios de los 90, pero que sin embargo "no comprendía". Se puso a viajar en auto y en tren, a veces también en avión. Fue y vino entre Chicago y San Diego, Mineápolis y Florida, Las Vegas y Wisconsin. Paraba en pequeños pueblos, evitaba las grandes carreteras. Todos los días escribía dos mil palabras sobre una guerra mitológica. Desde el inicio sabía el título de la novela, American Gods.
Autor clave de la literatura fantástica de las últimas décadas, Gaiman forjó su prestigio en los 90 con Sandman, cómic de la editorial DC que renovó el género. Heredero de Alan Moore y Stephen King, el escritor británico también ha hecho textos para Batman y, entre varias de su novelas, Stardust (1999) probó su efectividad en las historias para adolescentes. Con American Gods, Gaiman terminó de consagrarse.
Publicada en 2001, la novela imagina una secreta guerra en el EE.UU. actual, con batallas en malls, moteles de segunda y bares de mala muerte, que libran antiguos dioses egipcios, griegos, nórdicos, etc., contra nuevas deidades contemporáneas, como la televisión y la tecnología. Elogiada por autores como Michael Chabon y Philip Pullman, American Gods le dio a Gaiman los premios más importantes de la ciencia ficción y el terror: el Hugo, el Nébula, el Locus y el Bram Stoker.
En el décimo aniversario del libro, Gaiman publicó una versión revisada que ahora llega a Chile. Es el arribo de un indispensable del género que, por estos días, afina detalles para saltar a la televisión: Tom Hanks producirá para HBO una serie de seis temporadas sobre American Gods. Es seguramente más de lo que el autor pensó: "quería escribir un libro largo, raro y lleno de divagaciones; así lo escribí y así resultó. Quería escribir un libro que incluyera todas las cosas que me fascinan y obsesionan de EE.UU., que son precisamente las que no suelen mostrar las películas y las series de televisión", dice Gaiman en el nuevo prólogo.
Odín en América
"Se avecina una tormenta. Tu mantén la cabeza gacha", le dice un amigo en la cárcel a Sombra, horas antes de que este salga libre después de tres años. Y así será: el enorme Sombra, protagonista de American Gods, conseguirá su libertad para convertirse en soldado de una guerra mitológica.
El plan de Sombra era volver a su ciudad, donde su esposa, y trabajar con un amigo. Inesperadamente ambos mueren en un accidente. Con un futuro vacío, acepta una rarísima oferta de un misterioso hombre llamado Wednesday: tiene que protegerlo. Varias páginas después, nos enteraremos que es una encarnación del dios nórdico Odín. "En el improbable caso de que yo muera, serás tú quien me vele", le pide Wednesday.
En adelante, Gaiman echa andar una suerte de road movie: Sombra y su nuevo jefe avanzan por pequeños pueblos visitando a viejos extraños, dueños de raros poderes desgastados, los que convencen para sumarse a una misión. Sin prisa, American Gods revela que cada personaje es un viejo dios ya prácticamente olvidado. Algunas veces, llegaron a EE.UU. como inmigrantes y se confundieron entre las masas de recién llegados. Se mantuvieron en silencio. Los tiempos cambiaron.
Wednesday quiere regresar al juego. Quiere sacar de circulación a los nuevos dioses: los medios, internet, la televisión, etc. Al empezar su trabajo como guardaespaldas, Sombra se topa con uno de ellos: es un veinteañero de largo abrigo de seda que se moviliza en una limusina y toma Coca Cola light. Fuma algo que huele a electricidad quemada.
El nuevo dios le manda un mensaje a Wednesday: "Dile que ya es historia. Dile que lo han olvidado. Dile que somos el futuro. Dile que hemos reprogramado la realidad. Dile que el lenguaje es un virus y la religión un sistema operativo, y las oraciones no son más que spam".
Historia de aventuras épicas deshilachadas y alegoría de la inmigración, American Gods también es una novela de misterios y fantasmas. Todos los personajes pueden volver de la muerte. Es más, Gaiman cree que es hora de retomar la historia: "Sombra tiene diez años más. Y también EE.UU. Y los dioses siguen esperando".