"Después de una vida feliz juntos no queríamos separar lo que unimos en 1963". Esas fueron las palabras con que el diputado democristiano holandés, Franz van der Heijden, y su esposa Gonnie se despidieron de sus cercanos, luego de que a ella se le aplicara la eutanasia y él decidiera suicidarse.

De 78 y 76 años, respectivamente, ambos padecían una enfermedad incurable, llevaban juntos 53 años y eran practicantes activos del catolicismo.

El partido del ex diputado sostuvo que respeta lo ocurrido, pero rechaza que se permita el suicidio asistido a aquellas personas que aún no hayan llegado a esa fase de enfermedad, pero que consideren su ciclo vital completo, como era el caso de Franz van der Heijden.

"El debate sobre la decisión de poner fin a la propia vida sigue dominado por la pregunta sobre si pueden acabar con su ciclo vital quienes lo consideren completo", expuso el ex político en la carta de despedida.

Y agregó: "Más obvio es preguntarse si los que sientan que su vida concluirá con gran dolor, y serán una carga (también por culpa de un sistema de cuidados degradado) pueden terminar cuando todavía no sufren tanto, ni son un peso para ellos mismos y para los demás".

Aunque la eutanasia goza del apoyo mayoritario de la sociedad holandesa, el Colegio de Médicos la concibe como una solución de último recurso.

Este tema también fue abordado en la carta de despedida del matrimonio: "Llama la atención que una mayoría cada vez más amplia de personas menos religiosas, que aborda la vida por sí misma, sin la perspectiva del ´más allá´, permiten que la ley siga siendo dictada por minorías reducidas, que se aprovechan de las flaquezas del quehacer de la actual política de coaliciones".

El pasado 13 de octubre, los ministerios de Salud y Justicia elevaron al Congreso una propuesta para regular la ayuda a morir cuando las personas sientan"cansancio vital", sin enfermedad o dolores insoportables. Sin embargo, esta iniciativa fue rechazada.