¿Cómo se explica que la caída en la popularidad de Rousseff ahora afecte incluso a los reductos tradicionales del PT?
Por primera vez se constata la desaprobación mayoritaria en estos bastiones tradicionales del PT. Esto se debe al choque de realidad ocurrido después de las elecciones. Durante el período electoral todos los partidos vendieron sueños, especialmente el PT, con mayor tiempo de propaganda. Pasada la elección, la decepción de los que no votaron por Dilma se unió al sentimiento de traición de los que votaron y vieron las promesas de campaña contradichas por las medidas de ajuste económico, con un fuerte impacto social. Todos sentían en el bolsillo el aumento de los precios. En este ambiente de pesimismo en relación al futuro de la economía la amplia cobertura mediática sobre la corrupción en Petrobras se tornó explosiva y generó revueltas.
¿Cómo podría reaccionar la clase media en los próximos meses?
Lo que deberemos observar atentamente es cómo será el comportamiento de los segmentos más fieles al PT -más pobres, menos escolarizados, que viven en la periferia y del norte/noreste- en relación a las protestas. Si deciden salir a las calles y protestar el escenario será insostenible para el gobierno, pues el movimiento ganará dimensiones gigantescas. En cuanto a la clase media, queda la duda si aceptará la posible compañía de los más pobres en medio de las multitudes o si se sentirán amenazados y dejarán las calles.
¿Qué acciones deberían emprender el Ejecutivo y el Congreso para minimizar la crisis?
Desde las jornadas de junio de 2013 el rechazo de los políticos es cada vez mayor. Hoy, el 75% de los brasileños afirma no tener partido de preferencia. Los políticos necesitan rescatar algo de credibilidad con medidas sinceras, claras y factibles. La paciencia de los brasileños está claramente agotada en relación con sus representantes políticos.