Ordenar la casa. Con esa frase,  Roberto Farriol (1957) explica cómo ha enfocado hasta ahora su administración al frente del Museo Nacional de Bellas Artes, desde que llegó en 2011, tras la renuncia de Milan Ivelic, quien llevaba 20 años en el cargo. En estos años, el artista y académico de la UC, fortaleció el equipo, remodeló y reestructuró las oficinas administrativas, e hizo un giro en la imagen pública del museo para hacerlo más cercano: se cambió el logo de la institución, se desplegó publicidad en micros y paraderos del Transantiago con obras emblemáticas de la colección y con los rostros de artistas locales. También se iniciaron los Diálogos con la obra, serie de visitas guiadas donde figuras mediáticas, como Pedro Engel y Juanita Parra, hablan sobre su obra favorita del museo.

Detrás está la idea de abrir el museo al público masivo e incluir miradas diversas sobre las obras. Otro ejemplo es Arte en Chile: tres miradas, la nueva muestra permanente, que se inauguró en marzo de este año, y que reúne las visiones de tres curadores externos al museo: Patricio M. Zárate, Alberto Madrid y Juan Manuel Martínez, quienes rompiendo el modelo cronológico anterior, cruzan autores clásicos del siglo XIX, como Monvoisin y Rugendas,  con fotos e instalaciones de Jorge Brantmayer y  Mario Soro, de los últimos 10 años.

La muestra ha sido tachada de desordenada y pretenciosa al  mezclar tantos periodos y autores ¿Cómo enfrenta estas críticas?

No es pretenciosa, sino ambiciosa porque trata de cumplir al menos parcialmente con las deudas que la historia del arte chileno tiene con los años 70, 80 y 90. Aquí ha habido siempre una sóla forma de mirar la historia, pese a que en paralelo hay académicos que han planteado otras. No creo en el arte como objeto de veneración y menos que exista una verdad permanente. El arte es subjetividad.

Algunos piensan que el museo debe estar destinado sólo a artistas consagrados, sin embargo, usted ha programado muestras de artistas jóvenes como Guillermo Lorca y de circuitos marginales como Antonio Becerro ¿Por qué?

A veces la consagración no tiene que ver con la trayectoria ni la edad. Hay artistas que en poco tiempo se vuelven referenciales para su generación. Son opiniones prejuiciosas, a partir de una mirada desde el rincón del mundo. Es muy chileno y muy colonial reconocer los talentos cuando ya han sido reconocidos en otros países. Hay que terminar con eso.

CONEXIONES EXTRANJERAS

Farriol ha debido también sortear las críticas sobre la escasa programación internacional. Este año se cuentan sólo dos: la primera gran retrospectiva del fotógrafo Sergio Larraín y la del prestigioso artista francés Christian Boltanski, que fue elegida por el Círculo de Críticos de Arte, como la mejor muestra extranjera del año. "Hemos traído buenas exposiciones de afuera sin dejar de lado la colección, con muestras dedicadas a Juan Francisco González e Israel Roa. Tener más muestras internacionales implica el doble del presupuesto. Hay otras prioridades", dice Farriol.

El próximo año la tónica se repetirá con sólo dos muestras internacionales importantes a inicios de año: la del venezolano Oswaldo Vigas, que parte en enero, y la de José Gil de Castro que se abre en marzo. "El museo tiene la tarea de afianzar los vínculos con instituciones extranjeras y en eso quiero empezar a trabajar en 2015", señala Farriol. "El museo tiene un equipo sólido y ya podemos concentrarnos en tener más visibilidad en otros lugares. Estoy en conversaciones con el Museo Reina Sofía de Madrid, el Museo Oscar Niemeyer en Brasil y firmaremos un acuerdo de trabajo con el Museo de Bellas Artes de La Habana, pero todo esto es a largo plazo".

Más allá de las visiones sobre  su gestión, lo cierto es que las visitas al museo se han incrementado. Hasta noviembre de 2014 la asistencia sumaba 315 mil personas, 12,9% más que en 2013. También este año se lograron comprar más de 80 obras para la colección, equivalentes a unos $ 300 millones: 13 fotografías de Sergio Larraín de su serie de Valparaíso, obras de Juan Luis Martínez, Iván Navarro, Voluspa Jarpa, Paz Errázuriz y dos pinturas de maestros chilenos: Rugendas y Pedro Lira.

El presupuesto 2015 ya está aprobado, y los proyectos siguen. A los $ 1.400 millones destinados a gastos básicos, se suman $ 500 millones que irán a la restauración de la fachada del museo y otros $ 400 millones para diversos proyectos patrimoniales como la digitalización de archivos del museo, que serán puestos en línea en 2015, la actualización del sitio web artistasplasticoschilenos.cl y la puesta en escena de la muestra de Gil de Castro, que incluye pago de seguros, traslados y montaje. "Creo que mi mayor aporte hasta ahora ha sido abrir el museo a más miradas, porque creo que el cruce y la flexibilidad en el arte son esenciales".