DICEN de Alvaro Viguera que es uno de esos directores de actores como hacía tiempo no los había, obsesivo con cada palabra y gesto, como si un lente invisible siguiera los pasos de sus intérpretes en escena. Sin embargo, el también actor de 37 años, quien en marzo pasado abrió la temporada del GAM con Happy end, el musical de Bertolt Brecht y Kurt Weill, cree que si bien los elencos han atraído el éxito para varias de las obras que ha dirigido, el primer factor de la fórmula es otro: elegir un buen texto.
"Como director haces una invitación; a tus actores, a un equipo y luego al público con las obras por las que apuestas. Con Happy end sentí la necesidad de recurrir a un clásico para hablar del presente, y Brecht supo cuajar y sintetizar una época que, al estudiarla hoy, notas que sigue vigente, aunque otros no lo crean (ríe). Con otros textos más recientes, en cambio, siempre corres un riesgo, pero ahí está tu criterio como lector, primero, y luego como director. Creo en la movilidad de todo, y pasar de un autor a otro es parte del sello que quiero darle a mi trabajo", dice en un café en la Estación Mapocho, donde ya echa mano a sus nuevos proyectos.
Pero antes de encerrarse otra vez a leer, ver películas y series, y tomar nota de todo lo que se le venga a la cabeza, tres montajes suyos volverán a cartelera. Primero, entre el 3 y 15 de enero en el Mori Bellavista, Sunset Limited, de Cormac McCarthy, con Marcelo Alonso y Roberto Farías. Al mismo tiempo, del 12 al 14 del mismo mes, Pulmones, de Duncan MacMillan, que llegará al Teatro Oriente, protagonizada por Francisco Ossa y Francisca Lewin. Finalmente, del 18 al 22 de enero, Mori Bellavista reestrenará Conferencia sobre la lluvia, el monólogo del mexicano Juan Villoro con Alejandro Goic. "Me siento el padre de estos tres proyectos, y sobre todo con los dos últimos me sorprendió la buena acogida del público. No eran textos probados ni mucho menos", opina.
El aprieto
Cuando Alvaro Viguera egresó de la Escuela de Teatro de la UC en 2001, sabía que lo suyo estaba tras el escenario y no sobre él. Han pasado los años y reconoce que echa de menos actuar, pero se ha negado a estar en televisión por dedicarse a dirigir. "Prefiero el cine", admite. Hace algunas semanas participó en el primer teaser de la nueva película de Gonzalo Justiniano (B-Happy), El fotógrafo de Dios, inspirada en la novela homónima de Marcelo Simonetti. Allí será Manuel Rijtman, un hombre obsesionado con dar con el fotógrafo Sergio Larraín. "Es un road movie muy al estilo de la novela. Entiendo que ahora Gonzalo (Justiniano) irá a Berlín con el teaser para buscar financiamiento", cuenta.
Ya de vuelta en Santiago, el actor retomó los textos con que reaparecerá en 2017. El más próximo debutará en abril, para el Festival Puerto de Ideas Antofagasta. Se trata de La desobediencia de Marte, obra inédita de Juan Villoro que indaga en la relación entre los astrónomos Tycho Brahe y Johannes Kepler, los primeros en elaborar un informe de la trayectoria de los planetas. "El último fue aprendiz del primero. Es una historia de admiración, celos y cariño. Villoro es un autor que me gusta mucho y a quien conozco, él me pasó esta obra y me ofreció montarla", recuerda. La pieza tendrá en su elenco a Jaime Lorca y Néstor Cantillana.
El 13 de marzo de 2017 se cumplirán diez años de la muerte del dramaturgo Jorge Díaz, Premio Nacional 1993 y considerado el padre del teatro del absurdo en Chile.
"El Teatro UC me llamó para dirigir en mayo su obra más conocida, El cepillo de dientes", cuenta Viguera. Estrenada por el grupo Ictus en 1961, en una recordada versión con Jaime Celedón y Carla Cristi, la historia se entromete en la vida privada, casi doméstica, de una pareja a punto de quebrarse, y que ahora será encarnada por Geraldine Neary y Luis Cerda. "Me impresioné cuando la volví a leer, pues aunque tiene ciertas lógicas del teatro del absurdo, repasa otros temas complejos, como la violencia, la omisión sexual y los errores con un humor muy atípico", opina.
Otro desafío será dirigir un texto del ruso Antón Chéjov. "Quise ir más allá de su producción más lírica, como son Las tres hermanas y El jardín de cerezos", cuenta.
Para ello convocó a Rafael Gumucio, con quien ya había trabajado en la adaptación de Sunset Limited. Será él quien reescriba Tío Vania, publicada por primera vez en 1899 y estrenada un año después por Stanislavski. "Tenía ganas de hacer una comedia, y siempre me pareció que este es un personaje muy chileno sumido en una historia muy local además", dice. El elenco que estará en el CA660 durante el segundo semestre lo integran Marcelo Alonso, Gloria Münchmeyer, Sergio Hernández, Elisa Zulueta, Antonia Santa María y el propio Viguera, entre otros.
No tendrá vacaciones, dice. Por estos días se la pasa leyendo. Estudiando. Incluso, ya sabe con qué autor cerrará su trilogía de clásicos, después de Brecht y Chéjov:
"Haré Todos serán mis hijos, de Arthur Miller", cuenta. "Siempre termino en el mismo aprieto, lidiando al mismo tiempo con grandes autores", dice. Por si fuera poco, para el segundo semestre además, estrenará en el Mori Bellavista una versión de El zoológico de cristal, de Tennessee Williams, aún sin elenco confirmado. "Los textos me seducen por su tema, por plantear el desafío de qué decir y cómo. Me gusta que tengan cables sueltos y que mi misión sea descifrar y resolver. De otro modo, mi trabajo no tendría sentido".