Una propuesta para un modelo de residencias especializadas que pueda ser aplicada a futuro como política pública será dada a conocer este 4 de octubre por el Hogar de Cristo. La iniciativa, que contiene 90 medidas basadas en la evidencia de 36 países, es fruto de un trabajo de investigación de dos años, y que ahora se aplicará por dos años a dos hogares pilotos de dicha fundación, para luego evaluar sus resultados.

La propuesta contenida en el libro Del hecho al derecho es un esfuerzo de la sociedad civil para remediar la crisis del Sename que evidenció la muerte de niños bajo su tutela y activó la alerta de una profunda reforma al sistema. Para Pablo Egenau, director social del Hogar de Cristo, el sistema, fuera de no cumplir estándares de calidad mínimos, está colapsado y desfinanciado.

¿Qué le parece la propuesta de subir a $ 800 mil la subvención estatal a los privados?

Según nuestros datos, el Estado nos entrega $ 380 mil por niño al mes, pero a nosotros nos cuesta $ 800 mil al mes, por lo tanto, el delta lo tenemos que conseguir con campañas y colectas. Aun así, no estábamos cumpliendo con estándares mínimos necesarios de calidad, y decidimos intervenir investigando y proponiendo un nuevo modelo técnico.

¿El Estado estaría traspasando una responsabilidad propia a los privados, pero no los recursos suficientes?

En la investigación planteamos que los centros administrados por el Estado reciben $ 1.682.000 al mes, cifra infinitamente mayor a lo que entrega a los organismos colaboradores. Por lo tanto, si de verdad se quiere garantizar un desarrollo en niños que viven las peores experiencias de vida, aumentar la subvención es un deber ético del Estado.

¿Cree que se pueda aumentar la subvención en la discusión del Presupuesto 2018 ?

Muchas organizaciones lo han pedido, pero hasta ahora no hay señales de que eso vaya a ocurrir, pero esperamos ya con resultados y evidencia, que ocurra en el próximo presupuesto.

¿Qué espera del nuevo modelo que ustedes proponen ?

Vamos a tener dos hogares pilotos, uno para hombres y otro para mujeres, donde vamos a aplicar los estándares de calidad que definimos. Al cabo de dos años, y según evaluación externa, haremos una propuesta al Estado de cómo debiera funcionar el sistema.

¿Qué cambiaría eso a favor de los niños en hogares?

Lo primero es garantizar que los sistemas de protección en sí mismos no sean instancias dañinas que perpetúan el daño, y segundo, que tengan un efecto reparador de las experiencias de traumas y de daño. Lograr que cuando un niño requiera sí o sí este tipo de residencia sea en base a estándares de calidad, y que no sean perjudiciales para ellos.