La oficina de María Eugenia Rencoret, en el edificio de Manquehue donde trabaja el Area Dramática de Mega, tiene fotos de sus hijos en las repisas, pero en la pared, grandes, hay de sus teleseries. Ya lleva un año y medio al mando de las producciones dramáticas de la señal de Bethia, donde llegó desde TVN a armar y refundar. Y si a mitad del 2014 daba entrevistas ahí mismo, repitiendo una y otra vez como mantra que el público "les diera una oportunidad", hoy, la oficina es la misma pero la realidad es otra: su primera teleserie en el canal, Pituca sin lucas, que entra a su semana de despedida, está casi clavada alrededor de los 30 puntos de rating y es la primera en una década en promediar más de 25 unidades. Un éxito total.
"Fue bien inesperado", dice Rencoret. "Efectivamente pedíamos una oportunidad, porque sabíamos el lugar en que estábamos. Lo digo de verdad. Sabía que tenía un buen producto, pero no había hábito de ver en otro canal a las 8 de la noche, teleseries".
Pero el éxito va más allá del canal, sino que Pituca recuperó el horario vespertino para las teleseries.
Sí. Fuertemente. El horario de reunir a la familia, yo creo que ese es uno de los logros. Creo que la audiencia se sintió reconocida en sus problemáticas, en lo que se vive a diario, hay historias muy transversales, con todo tipo de edades y rangos sociales.
Pituca tiene bastante política, chistes que no son ingenuos, con alusiones directas a, por ejemplo, ministros. Y las teleseries no se estaban metiendo en esos ámbitos de Chile.
Tiene actualidad, y uno la toca desde todos los sectores. Creo que cuando hay un Chile tan revuelto y tan movido me parece bueno hacerse cargo en nuestros contenidos. La base de las teleseries son las historias de amor, pero tú puedes meter contigencia dentro de ellas, y funciona.
¿Y qué tiene de eso la nueva telenovela, Papá a la deriva?
Aquí también nos hacemos cargo de lo que ha pasado con la familia chilena. Cómo ha evolucionado, la familia monoparental. Padres que están a cargo de hijos. Madres que están a cargo de hijos. El protagonista es viudo, con cuatro hijos pequeños y debe enfrentar todo lo que las mamás enfrentamos en lo cotidiano: dejar a los niños en el colegio, preocuparse de las colaciones, de llevar a los niños al cumpleaños. Además, tiene un cargo importante, y obviamente tiene que empezar a dividirse entre sus hijos y su profesión.
Tiene como protagónico a Gonzalo Valenzuela, ya no de galán, sino que hace un rol de padre. A él no le ha ido bien en sus teleseries, ¿puede convocar audiencia?
Yo creo que Gonzalo lo está haciendo súper bien, es un personaje totalmente querible, entrañable, es un papá muy cercano. Afectivamente torpe, pero eso lo hace ser tan lindo. Le sacamos efectivamente el galán de encima y le pusimos el rol de papá que le queda estupendo. Con la María Gracia funcionan muy bien juntos. Yo creo que él va a sorprender.
Daniella Castagno contaba que en las visitas del equipo a Valparaíso, donde se desarrolla la historia, fue que decidieron no dejar lo del incendio de 2014 afuera de esta teleserie. Es un tema sensible tener a una protagonista, María Gracia Omegna, viviendo en una media agua.
Es el tema del esfuerzo. Nosotros hemos ido mucho para allá y te das cuenta cómo la gente se reinventa. Cómo vuelven a levantarse. Hace un año atrás empezamos a ver las locaciones, ahora vas de nuevo a Valparaíso y ves una cantidad de casas que ya están levantadas y piensas de dónde sacan las fuerzas y el ánimo. Eso lo pusimos en el personaje.
Lo de reinventarse también está presente en Pituca sin lucas.
Desde otro lugar, pero son mujeres power. Que tienen la fuerza para salir adelante.
¿Es importante para usted que sus protagonistas sean mujeres más empoderadas?
Sí, porque refleja lo que es la mujer chilena, de esfuerzo. A todas nosotras nos toca duro. Sacamos energía para estar en todas partes, para estar en el trabajo, en la reunión del colegio y llegar a la casa a hacer tareas. Tienes que estar en todas partes y cumplir en todas esas partes. ¡Nos cuesta! Yo tengo tres niños y uno vive en torno a multiplicarse. Yo creo que la mujer en Chile, en general, es de tener que cumplir, no hay excusas y eso tiene un esfuerzo atrás.
Ha sido un año muy difícil para la televisión, por la crisis económica de los canales. ¿A ustedes en el área dramática les afecta? Porque pareciera que tienen la chequera libre para lo que quieran.
Por supuesto que nos toca. Efectivamente ha sido un año difícil para la industria. Y nos ha ido bien en Pituca, pero uno sabe lo que viene para adelante y es súper consciente de que hay que apretarse el cinturón.
Su área tendrá, en dos años más, seis teleseries chilenas al año en pantalla. Considerando el éxito de las turcas, ¿cómo se ven afectados los productos nacionales?
Son cosas distintas, para mí la lección es que el gran ganador es la ficción. La audiencia quiere ver ficción, quiere ver teleseries, independiente de dónde vengan. Tienen que ser buenas, claro. Nosotros tenemos la labor de cautivar esa audiencia, hay que estudiarlas, ver qué temas quieren ver en pantalla.
¿Está preocupada de que Papá a la deriva no logre mantener el éxito de Pituca?
Yo no hablo de cifras, pero creo que Papá a la deriva sigue la línea de que la familia se siente a ver la teleserie. Pero Pituca fue un fenómeno que ocurre una vez cada ciertos años, no es tan fácil.