El tercer gabinete ministerial del presidente Alan García no comenzó bien. Salvo por el oficialismo y aliados de derechas, el sabor general es que el equipo presidido por Javier Velásquez Quesquén no tiene fuerza para dar el giro que se necesita.

"Es un gabinete de incondicionales", sostuvo hoy el ex presidente del Consejo de Ministros, Carlos Ferrero, quien, como muchos analistas y actores políticos, no ve cómo el equipo que asumió el sábado podrá contrarrestar el avasallante poder de García.

El mandatario puso al frente del Consejo de Ministros a alguien percibido más como obediente que como líder. Velásquez Quesquén es un buen operador político del gobernante Partido Aprista Peruano (PAP), pero no una figura de la que se espere sello propio.

De hecho, los diarios se preguntaban hoy quién mandará, pues a Velásquez Quesquén se le ve como un alfil del que fuera primer jefe de gabinete de García, Jorge del Castillo, éste sí es un peso pesado del PAP con vínculos estrechos con varios flamantes titulares de cartera.

"Este gabinete no resuelve la grave crisis política, la profunda desconfianza, el descontento popular y los crecientes conflictos sociales", afirmó el secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú, Mario Huamán, quien calificó al equipo como de "choque y represión".

El regreso de un conservador radical como Rafael Rey como ministro de Defensa, la entrega del Ministerio de Justicia a un beligerante miembro del PAP como Aurelio Pastor, cuando se acusa al gobierno de interferir en la Justicia, o la permanencia de Mercedes Aráoz (que pasó de Comercio Exterior a Producción), son algunos de los mayores motivos de inconformidad.

CONFLICTO IDEOLOGICO
García mostró en la juramentación lo que podría ser el perfil del equipo, al enmarcarlo en el "conflicto ideológico sudamericano". Las protestas sociales son para el mandatario fruto de la influencia de gobiernos extranjeros, ansiosos de incorporar al Perú a su eje y sacarlo de la vía del crecimiento y la apertura.

Parecen venir tiempos duros. La falta de respuestas a demandas sociales represadas y la actitud de un gobierno que culpa siempre a factores externos se conjugan con el accionar de una oposición cada vez más radical y callejera (Ollanta Humala y aliados) y el derivado fortalecimiento de una derecha radical a la espera de que la llamen a poner orden (Keiko Fujimori y aliados).

Todo eso en meses previos a las estratégicas elecciones regionales y municipales de 2010 y las presidenciales y parlamemtarias de 2011 y en el marco de una crisis internacional que merma el formidable ritmo de expansión económica mostrado por el Perú en los últimos años.

Con Del Castillo, García tuvo un aliado para torear problemas desde el credo liberal-conservador. Con Yehude Simon buscó un rostro social, pero éste se camufló en el discurso del mandatario. Ahora Velásquez Quesquén parece aportar sumisión, a menos que se reserve alguna sorpresa.