En 1969, la esquina de Luis Carrera marcaba el fin del pavimento de Av. Vitacura. Hacia el oriente, seguía un camino de ripio, algunas casas en construcción y varios sitios eriazos. Ese año, en ese punto de la ciudad nacía una discotheque por cuya pista de baile han pasado generaciones y que sigue animando la noche santiaguina: Eve.
"El local era un restaurante, el Sayonara. Pero en el 69, un par de empresarios peruanos lo transformaron en lo que hoy se conoce como Club Eve. Al año siguiente, la Tesorería General de la República les remató el local y, junto a mi socio Juan Eduardo Briones, lo compramos", cuenta Andrés Muzard padre, uno de los dueños del recinto.
Según su cálculo, en estos 44 años, más de cuatro millones de clientes han pisado esta pista de baile, ubicada en el centro comercial Eve. Entre ellos, cuenta Muzard, los ex presidentes Allende y Frei Ruiz-Tagle; el ex ministro Jaime Ravinet; empresarios como Leonardo Farkas; la animadora de TV Raquel Argandoña; cantantes como Charly García, y figuras internacionales, como la canadiense Pamela Anderson.
Hoy funciona de martes a sábado, y quienes llegan al local tienen entre 35 y 50 años, para bailar música de los 80 y 90 fundamentalmente. Las puertas se abren a las 22 horas y cierran a las cuatro de la mañana. Adentro existe un restobar donde se pueden comer tablas, sushi, pizza o platos más sofisticados, como una albacora, además de los tragos. Los días de semana, en cambio, son de los universitarios, donde tocan algunos músicos tan diversos como Cosmic Gate, un dúo trance alemán, y el grupo nacional Chancho en Piedra.
Entre 1970 y 1973, casi todo el gabinete de ministros pasó por sus 1.300 m2 y tres niveles. "El más danzarín era Aníbal Palma, entonces ministro de Educación y luego secretario general de Gobierno. También vino el Presidente Salvador Allende. En esa época, la discoteca se llenaba", comenta.
En 1980, eso sí, un incendio destruyó por completo el local. Tuvo que pasar un año para volver a abrir sus puertas y lo hizo en grande, con una invitada estelar: la cantante jamaiquina Grace Jones, quien un día antes había estado en el memorable programa de TVN Vamos a ver. "Cuando actuó acá, también causó revuelo. Ella era muy provocativa. El periodista Italo Passalacqua se molestó y se fue", revela Muzard.
CAIDA Y AUGE
No todo ha sido éxito en este local. En 1973, cuando se decretó el toque de queda a partir de las 10 de la noche, los adultos dejaron de ir. Fue el público juvenil, de entre 18 y 25 años, el que hizo subsistir al recinto, organizando fiestas desde las 17.00 a las 21.00.
A fines de los 70, los más adultos, de entre 35 y 50 años, comenzaron a volver. Una década más tarde, en los 80, vino un segundo boom, con la arremetida de la onda disco, y un trago que inventaron en la barra y que se transformó en un hit: la mamadera, una mezcla de jugo de fruta con alcohol (pisco o vodka) y que se servía en esos recipientes infantiles.
Por esos años, el profesor Sergio Valero solía visitar este punto de la capital. Es más: le dio clases de hustle (el estilo de música disco que las parejas bailan tomadas de la mano) a varios asiduos. "Iba cada tres meses a Nueva York a ver lo último y luego lo enseñaba a algunos clientes de la Eve. A la gente le gustaba ese tipo de baile muy elegante", cuenta.
Al profesor le deslumbraban el brillo y distinción de las mujeres que llegaban al local, todas sobre sus tacos altos, y también los hombres, que adoptaron el estilo Travolta, con camisa ajustada y pantalón pata de elefante. "Era una competencia de lindura, así es que nadie llegaba mal vestido", corrobora la diseñadora Paula Zobeck.
Ella fue protagonista de muchas veladas en Eve. Allá se encontraba con sus amigos, entre ellos su colega Jaime Troncoso y el decorador Luis Fernando Moro. "Con ellos armábamos una fiesta de amigos, como las que uno hace en la casa", comenta Zobeck, quien organizó desfiles y también ofició de modelo ahí.
Luis Fernando Moro coincide en que éste era "el" lugar para estar en la noche santiaguina. "La discotheque no tenía nada muy espectacular; era la gente que iba la que armaba el cuento entretenido", acota el diseñador.
Hoy, el local sigue siendo buen negocio. "Es un caso único, porque, en general, las discotecas no superan los 10 o 15 años de vida", resalta Muzard. Incluso, ya existen nuevos planes: en un par de meses, Eve estrenará escuela de baile. "Queremos enseñarles a bailar salsa y tango a los santiaguinos; somos tiesos", sonríe Muzard.