Sandra Backlund es la encarnación moderna de una tejedora del pasado. Con sus manos construye asombrosos tejidos que bien podrían ser esculturas en sí mismas. Una vez en los cuerpos de las modelos, funcionan impecablemente como colecciones de moda. Tan impecablemente que esta sueca radicada en Estocolmo ganó en 2007 el gran premio del Festival Internacional de Moda y Fotografía de Hyères. Cada una de sus piezas podría perfectamente estar en un museo.
La pasión por los tejidos de Sandra comenzó muy pequeña, de la mano de su abuela. Con estudios formales en Diseño de Moda, siempre ha concebido la moda como la forma de arte más democrática con la que alguien pueda relacionarse. Porque, antes de aprender de Diseño de Modas, había estudiado Bellas Artes, Diseño Textil, Historia del Arte e Historia de las Ideas en la universidad de Umea.
Su inspiración parte del cuerpo humano y la fascinación que le provocan las miles de maneras en que la silueta se puede resaltar, distorsionar y transformar. Se resiste ferozmente a la velocidad de nuestros tiempos y plasma su reacción en su trabajo manual para crear su vestidos. Lento, todo muy lento. "En el trabajo que hago no es posible la prisa", comenta.
Ha viajado por todo Estados Unidos enseñando a los estudiantes de Diseño de Moda acerca de las técnicas del tejido que primero aprendió de su abuela y luego perfeccionó.