La amenaza de una nueva crisis entre republicanos y demócratas que paralice el gobierno de EE.UU. se instaló en Washington luego de que el viernes la Cámara de Representantes, dominada por la oposición republicana, aprobara una norma que condiciona la aprobación del presupuesto a la suspensión de fondos para la reforma de salud impulsada por el Presidente Barack Obama, conocida como "Obamacare".

La crisis que planea sobre EE.UU. se daría si el Congreso, dividido entre demócratas y republicanos, no acuerda un plan presupuestario antes de que el año fiscal termine el 30 de septiembre, lo que obligaría a un "cierre" parcial del gobierno al quedar suspendida la ejecución presupuestaria de gastos "discrecionales". Ello podría congelar los salarios de miles de funcionarios y mermar el funcionamiento de los servicios públicos.

La suspensión temporal de partidas consideradas no esenciales llevaría, por ejemplo, al cierre de parques nacionales, al retraso en la emisión de pasaportes o al cierre de ventanillas o teléfonos de información pública. Como ya sucedió a fines de 1995 y comienzos de 1996 durante la presidencia de Bill Clinton, la falta de fondos de agencias públicas obligaría a mandar a casa, durante el tiempo que dure la escasez de fondos, a cientos de miles de personas y podría costar más de US$ 1.000 millones. No obstante, el gasto obligatorio, como los del control del tráfico aéreo, la seguridad fronteriza, el pago de los subsidios de desempleo o el Medicare, programa sanitario para jubilados y discapacitados, seguiría intacto. La paradoja para los republicanos, que amenazan con el "cierre" para obligar a que el Congreso eche por tierra la reforma sanitaria de Obama, es que el Obamacare no se vería básicamente afectado, al ser considerado gasto obligatorio y no discrecional. "Es ya hora de que esta gente deje de gobernar mediante crisis", dijo Obama en referencia a los republicanos, en una gala con congresistas afroamericanos en Washington.

Los republicanos quieren apurar su última oportunidad para dar muerte a la reforma sanitaria, que busca dar cobertura a unas 48 millones de personas que carecen de seguro médico, ya que el 1 de octubre se iniciará el proceso de oferta de coberturas en las empresas, algo que dejaría el Obamacare encarrilado. No obstante, la jugada republicana para llevar a Obama y los demócratas al límite de sus resistencia podría no salir rentable políticamente, como sucedió durante 1995-96, cuando Clinton sufrió el mismo problema, para finalmente aumentar su popularidad y acabar reelegido para un segundo mandato.

Algunas figuras republicanas temen el costo político que podría tener un "cierre del gobierno" o un desacuerdo para no aumentar el techo de deuda, algo que debería también acordarse antes de mediados de octubre para evitar la suspensión de pagos. En juego está la preferencia de los votantes a poco más de un año de que se renueven todos los escaños de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado y el futuro político de nuevas figuras conservadoras ante el horizonte de las presidenciales de 2016.