"Los habitantes de Córdoba se sienten cordobeses antes que argentinos, lo mismo los de Santa Fe. Pero vos le decís a un bonaerense 'usted es bonaerense' y te mira con cara rara. Se siente como que es argentino". Esa falta de identidad es una de las características que la politóloga María Matilde Ollier, decana de la Escuela de Política de la U. de San Martín, considera más llamativa de los habitantes de la provincia de Buenos Aires (distinta de la ciudad de Buenos Aires, la capital), la más grande de Argentina. Con el 38% de la población del país, el peso de este territorio en las urnas puede inclinar la balanza. Bien lo saben el kirchnerista Martín Insaurralde y el peronista disidente Sergio Massa, quienes protagonizarán la más importante disputa durante las elecciones legislativas nacionales de mañana. Su lucha por los cupos a diputados no sólo reeditará la condición de Buenos Aires como principal campo de batalla electoral, sino también podría marcar un punto de inflexión para las fuerzas políticas que lidera la Presidenta Cristina Fernández.
El territorio bonaerense incluye las tierras más fértiles. Produce el 38,5% del PIB de Argentina, pero tiene grandes asimetrías sociales, con sectores muy ricos y muy pobres. Según el último censo nacional, tiene unos 15,6 millones de habitantes, que residen en regiones bien diferenciadas.
Pero la provincia de Buenos Aires -un territorio de hegemonía peronista desde 1987- depende mucho de la Casa Rosada. Pese a la cantidad de alcaldes y legisladores que elige, por su número de diputados nacionales y por su peso en la elección del presidente, "todos los gobernadores que tuvo Buenos Aires desde el inicio de la democracia, en 1916, han sido puestos por las fuerzas nacionales como candidatos para el cargo. Siempre ha habido una dependencia muy grande, que es histórica, de la provincia al poder central, esto es, al presidente", explica Ollier a La Tercera. Y a esta falta de autonomía política se suma una situación fiscal adversa. "La provincia tiene casi el 40% de la población, pero recibe el 20% de la coparticipación federal... La provincia depende del gobierno central y para endeudarse tiene que recurrir a él", afirma la economista Luciana Díaz Frers, directora del Programa de Política Fiscal de Cippec.
"O sea, la gran paradoja de la democracia argentina es que la provincia más fuerte en términos de recursos, electorales, económicos, financieros, poblacionales, es débil desde el punto de vista político... Es una provincia sometida al poder central", resume Ollier la situación de Buenos Aires. Pero el politólogo Marcelo Leiras recuerda que la provincia "es necesaria para la movilización electoral, en particular en el conurbano".
El politólogo Andrés Malamud, en declaraciones a la prensa argentina, postula que "el gobernador de Buenos Aires es un aliado incómodo del presidente y aspira a sucederlo, por lo que el presidente procede a serrucharlo".
"Generalmente, un candidato a gobernador por Buenos Aires siempre es una figura nacional antes que gobernador. Por ejemplo, Eduardo Duhalde fue vicepresidente argentino antes de ser gobernador de Buenos Aires. Siempre son figuras nacionales, porque la provincia se ve como la nación", dice Ollier. Quizás un buen presagio para el actual gobernador, Daniel Scioli, quien fue vicepresidente de Néstor Kirchner, y hoy suena como la eventual carta del kirchnerismo frente a Massa en 2015.