El Salvador podría quedar sumergido en un conflicto post electoral, después de que un ex guerrillero izquierdista cantó victoria en las presidenciales y su rival de extrema derecha, que le pisa los talones, aseguró que buscan robarle los comicios más reñidos en al menos dos décadas.
Los resultados preliminares de la segunda vuelta del domingo fueron tan cerrados que la autoridad electoral no quiso declarar un ganador: Salvador Sánchez Cerén del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) obtuvo un 50,11 por ciento de los votos y su competidor derechista Norman Quijano, un 48,89 por ciento.
La delgada diferencia de 6.600 votos entre ellos en esta segunda ronda electoral promete acarrear reclamos.
"Tenemos nuestro propio recuento, donde con claridad se establece que este proceso lo hemos ganado", dijo Quijano en un discurso la noche del domingo ante sus simpatizantes.
"No vamos a permitir fraudes (...) no se puede tener gobernabilidad con un tribunal comprado y corrupto. Estamos cien por ciento convencidos que hemos ganado este proceso", dijo el odontólogo devenido en político de 67 años.
Después de pedir prudencia, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dijo que iba a esperar el conteo definitivo.
Pero eso no impidió que Sánchez Cerén, el actual vicepresidente, celebrara. El hombre de 69 años, que fue maestro antes de comandar uno de los mayores grupos de la guerrilla bajo la cruenta guerra civil de 1980-1992, agradeció a los salvadoreños asegurando que gobernaría para todos.
"Mi Gobierno va a buscar entendimiento con los trabajadores, vamos a buscar entendimiento con los empresarios, porque juntos gobierno, empresario y pueblo vamos a ser la grande cambios y las grandes transformaciones", dijo ante sus seguidores tratando de alejar fantasmas invocados por su rival.
Muy pocos apostaban a un balotaje tan peleado, luego de que el izquierdista ganara casi por 10 puntos la primera ronda de febrero sin lograr la mayoría necesaria para evitar otra vuelta. Las encuestas antes del domingo apostaban a una cómoda victoria de Sánchez Cerén.
Pero después de su derrota en primera vuelta, Quijano lanzó toda su artillería contra el izquierdista acusándolo de querer instaurar un gobierno socialista similar al de Venezuela. Y su estrategia pareció dar frutos.
Quijano, un odontólogo devenido en político, no oculta la admiración por el fundador de su partido de ultraderecha, el fallecido mayor Roberto D'Aubuisson, que fue acusado de tener vínculos con escuadrones de la muerte culpados de atrocidades durante la guerra civil.
HORIZONTE COMPLICADO
Quien sea el ganador, no la tendrá fácil. La estrecha victoria obligará al vencedor a negociar o hasta incorporar a sus adversarios políticos en el gobierno para poder lidiar con un Congreso dividido, una economía debilitada y la violencia desatada por las pandillas, coinciden analistas.
"Creo que (el ganador) va a tener que moderar su mensaje, tiene que ser más prudente, y en un momento incluso incorporar a algunos actores del equipo de campaña del candidato perdedor", dijo Javier Oliva, analista político de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Si bien en la primera vuelta Quijano centró sus propuestas en el combate a las peligrosas pandillas, hacia la segunda vuelta moderó su discurso contra la delincuencia y se dedicó a vincular a su contrincante con la izquierda de Venezuela, que ahora está enfrentando protestas por los problemas económicos.
Sánchez Cerén prometió que si gana otro periodo de gobierno para el FMLN profundizará los programas sociales y beneficiará a los más necesitados, en un país donde un tercio de sus habitantes vive en la pobreza.
El FMLN llegó a la presidencia en el 2009 de la mano de Mauricio Funes, un periodista que terminó con dos décadas de gobiernos de Arena. Durante su gestión, ganó popularidad por su gasto social, aunque endeudó más al país centroamericano.