La mujer parisina, su elegancia, su inteligencia y su gusto por el vestir, así como la estructura indumentaria, literalmente "deshuesada" por Jean-Paul Gaultier, marcaron un hito en las jornadas de alta costura para el invierno próximo, realzada por un bello "strip-tease" de Dita Von Teese.

"Bueno, en realidad no era un 'strip-tease', siempre dije que para ella desvestirse es un pretexto para vestirse mejor", explicó el modisto francés a un grupo de periodistas tras recibir los aplausos entusiastas del público, entre el que se encontraba el ministro de Cultura Frédéric Mitterrand y la actriz Catherine Deneuve.

Preguntado por la presencia de Dita en el podium, Gaultier subrayó que es una mujer "que adora la moda" y relacionó su trabajo en el mundo del "strip-tease" con el "deshuesado" de la ropa que él quiso hacer hoy.

A veces, cuando se ve la estructura de un vestido se dice que se "deshuesa", y en cierta forma, el corsé con forma de esqueleto negro que ella llevaba mostraba todas las articulaciones del vestido y revelaba también su construcción, destacó.

DITA VON TEESE
La ex mujer de Marilyn Manson, de profesión "strip-teaseuse" de lujo, habitual espectadora de desfiles de moda en París, tomó hoy el podium con un conjunto negro, al que fue retirando delicadamente mangas, falda y torso, hasta dejar una estructura cabaretera de alta costura bordada de azabache, que descubría su espléndido cuerpo de mínima cintura y sus nalgas perfectas.

Su breve pero contundente pase por la pasarela de Gaultier, fue particularmente aclamado por la asistencia que contemplaba medio centenar de increíbles creaciones correspondientes a otros tantos títulos de novelas, entre ellas todas las de Michel Houellebecq desde "La posibilidad de una isla" a "Las partículas elementales".

Un autor del que entre risas, Gaultier dijo, sin embargo, no ser "fan especialmente".

"Había títulos de Sagan y de otros escritores", para reflejar un París desde la posguerra hasta la actualidad, "de la orilla izquierda, y también la derecha", explicó.

Era para "dar un aire estilo años cuarenta y cincuenta, del París del Café de Flore, Les Deux Magots" y la juventud existencialista de la época, "Sartre y todo eso", cuyas musas eran cantantes como Juliette Greco o Bárbara, gente que se vestía de negro, destacó.

PIEZAS CASI MOVILES
De ahí que algunas prendas tuviese "sistemas articulados", como la llevada por Dita Von Teese, con "piezas casi móviles", diseños estructurados combinados con turbantes, accesorio muy años cuarenta, pero tratado aquí de otra manera, como una escultura, precisó el artista, para quien esta colección fue como "un retorno a algo más riguroso, menos explosivo" que el género barroco, en el que dio gran importancia al trabajo sobre la materia.

Por eso, negros, marrones, dorados dominaron su paleta, salvo cuando llegaba el color y "entonces lo hacía verdaderamente", en forma de un vestido verde muy vivo, o de un turbante fucsia.

Gaultier hizo vestir, además, con máxima discreción los bordados más suntuosos, dorados y laterales, semiocultos en un vestido negro; o hechos de complejas pedrerías sobre un mono pantalón, escondido bajo una chaqueta larga de lana en los mismos tonos dorados.

Otro modelo de contraste Gaultier para el invierno próximo fueron sus boleros de colores vivos sobre faldas largas negras, o su aplaudida falda larga de tweed con plumas bordadas "in cresdendo" a partir de las rodillas, a juego con un busto de neofreno de cuero.

Materia con la que, explicó Gaultier, quiso trabajar el aspecto-interior-exterior, y crear "especies de sujetadores de torso entero", color carne, o también negros o marrones, "que son como la piel misma que sostiene todo el conjunto".

Su objetivo, "respetar la naturaleza de la materia y de su justa utilización, para magnificarla y darle vida propia, destacó.