La cohesión entre Leonardo Valencia y César Valenzuela, la dupla creativa de Palestino, también se advierte rápidamente fuera de la cancha. Son amigos y se reconocen mutuamente las condiciones. Les resulta natural elogiarse y detallar las virtudes del otro. También bromean espontáneamente, tratando de entender el concepto de la fotografía que les pide La Tercera. "La W es más de Wanderers", dice Valencia, quien conoce la identidad porteña, pues jugó en la primera parte del año en el equipo de Valparaíso.

Ambos son las figuras del equipo de Pablo Guede, que sacó una considerable ventaja en el partido de ida frente a  Santiago Wanderers. El 3-1 que logró en La Cisterna, con golazos con su propia firma, los puso a un paso de la clasificación a la Copa Libertadores, torneo que el equipo árabe no disputa desde 1979.

Primera coincidencia. Los dos dicen que el resultado no es definitivo. "Santiago Wanderers tiene un gran equipo y puede derrotarnos, tal como nosotros lo hicimos acá con ellos. Tienen grandes jugadores, más allá de que hayan perdido al Pájaro Gutiérrez. El profe Astorga se caracteriza por sacarle rendimiento a todos", dice Valencia, quien es pretendido por Universidad de Chile, aunque la oferta que presentaron los azules fue tajantemente rechazada por la directiva árabe, que la consideró demasiado baja, irrisoria. "Estoy concentrado en clasificar a la Copa Libertadores con Palestino. Lo demás se verá después", dice el mediocampista de 23 años, quien pasó por las divisiones inferiores de los azules, pero fue descartado por Jorge Samapoli cuando decidió la lista de juveniles que ascendería al primer equipo estudiantil en 2011.

Valenzuela asiente. "Wanderers no nos dará ventajas. Estará en su casa, ante su público y suele sacarle ventaja a ese factor. Para ganarles, debemos mostrar la misma concentración que en la ida. El 3-0 hubiera sido ideal. El descuento abrió la llave. No podemos permitirnos ninguna licencia", afirma el ex seleccionado juvenil, quien, a sus 22 años, luce un currículo que querría cualquier futbolista experimentado: después de salir de las divisiones menores del club de la colonia y de consagrarse como el mejor jugador en el torneo internacional Valentin Granatkin, disputado en Rusia, cautivó a los veedores de Udinese. El club friulano lo adquirió en 2010. Al año siguiente lo cedió a Granada y, posteriormente a Cádiz.

Ambos trasladan la sociedad de la cancha hacia afuera. "Somos amigos", enfatiza Valencia, quien le atribuye a ese entendimiento un rol fundamental para el complemento que muestran en cada encuentro. "Sé perfectamente lo que hará Leo en la cancha. Nos gusta jugar juntos. Nuestras características de juego son complementarias y eso ha beneficiado al equipo. Ambos sabemos que no podemos hacer una jugada de más", agrega el 8 de los tricolores.

Tampoco dudan al analizar al compañero. "A César le destaco la técnica que tiene. Es capaz de hacer cualquier cosa con la pelota. Pero también tiene la madurez para poner esas condiciones al servicio del equipo y no de su lucimiento personal", afirma Valenzuela. "Leo ha realizado una gran temporada. Le admiro la convicción que ha mostrado para que así sea. No es casualidad que lo miren los equipos grandes. Quiso triunfar y lo está logrando. Su ejemplo es para imitarlo", afirma el oriundo de Pudahuel.

Ambos, eso sí, están dispuestos a dejar de lado sus aspiraciones personales para cumplir la meta que está a 90 minutos de distancia. "Clasificar a la Copa Libertadores con Palestino sería un sueño", dice Valencia. "Ambos nos formamos acá y le tenemos un gran cariño al club. Codearnos con los grandes de Sudamérica sería magnifico para todos", afirma su compañero de andanzas.