A Richard Linklater (Houston, 1960) hay que agradecerle su pasión por la vida. Sin más. No los grandes hechos históricos. No. Sencillamente la vida, que fluye, que pasa de padres a hijos. Si con su trilogía Antes del amancer ya apuntaba lo que le interesa como cineasta, los pequeños cambios que acaban modulando a las personas comunes y corrientes, Boyhood, que se llevó el Oso de Oro en el Festival de Berlín, ahonda en esa visión, muy humana y alejada de ínfulas elitistas, de lo que significa ser humano.
Boyhood es un proyecto arriesgado. Durante 12 años -"Recuerdo perfectamente el primer día de rodaje, en julio de 2002", cuenta su autor-, Linklater ha rodado por etapas a una familia ficticia, compuesta por una madre que lucha por completar sus estudios y salir adelante (Patricia Arquette), dos hijos -la chica es la auténtica hija del director, Lorelei- y un ex marido algo desordenado (Ethan Hawke). "Cuando arranqué tenía una arquitectura del asunto. No filmamos las mismas épocas cada año, sino que a veces rodamos con nueve meses de diferencia. Quería mostrar una familia normal, capturar sus pequeños momentos, no centrarme en el primer beso, la primera vez que los adolescentes tienen sexo… No, mostrar el fluir de la vida tal como recordamos nuestra infancia y juventud", dice Linklater. Y agrega: "Rehuí el drama".
Durante estos 12 años, Linklater nunca les enseñó a los actores, hasta hace dos meses, lo filmado. Para Patricia Arquette fue un acierto: "Los niños han sido actores infantiles sin sufrir lo peor del proceso". El niño, Ellan Coltrane, contó que fue un momento "catártico". "Agradezco no haberlo visto antes, de verdad. Yo me enamoré del proyecto y del equipo a mitad del proceso, cuando tenía 14 años". Lorelei Linklater confesó que se quiso quitar de en medio a mitad del rodaje: "Le pedí que si podía morir", algo que su progenitor rechazó, porque no quería alharacas dramáticas. Pero en pantalla se nota que si en los primeros años los dos hijos aparecen por igual, según avanza el tiempo Mason acaba siendo el protagonista. En Berlín no estuvo Ethan Hawke, que fue el primero al que el director le propuso la apuesta: "Se involucró hasta el fondo. A Patricia la conocía de mitad de los 90 y sigo siendo su fan. Mi hija ahora se ha alejado del cine, es una gran escultora y pintora [justificando en parte el intento de borrarse del asunto], y Ellar… es el hijo que no he tenido. A mitad del rodaje pensé que acabaría en algo relacionado con la música, y sin embargo empezó a hacer fotos, una pasión que añadimos a su personaje".
Linklater ha presentado un "acto de fe", según sus propias palabras, porque se lanzó a la producción sin saber si llegaría a buen puerto. "Era fe en la colaboración. Por ejemplo, los primeros siete años no firmamos contratos. La verdad es que los padres de Ellar han sido maravillosos, no tanto los de Lorelei", bromea.
Boyhood dura 164 minutos hipnóticos, que sirven también para retratar la clase media estadounidense. "Vivo en Austin, y la acción se desarrolla allí, en Houston y en San Marcos [localidades texanas]. En el cine aparecen Los Angeles o Nueva York, pero la mayor parte de los estadounidenses se crían en esas ciudades pequeñas". De fondo, también está la política: el 11-S, George W. Bush, la elección de Obama… "aunque sin grandes disquisiciones ni pensamientos. Cuando eres niño esas cosas te llegan por las conversaciones paternas, por lo que ves en la calle. Tu base política queda marcada por pequeñas charlas en casa".