Hace algunos años, Singapur e Inglaterra lanzaron campañas de marketing destinadas a reclutar a los mejores alumnos para que estudiaran pedagogía. La idea era elevar el estatus de la profesión. Por ello, se  mejoraron los salarios de los docentes. En Chile, el año pasado se lanzó una campaña similar, pero los salarios de los docentes aún están lejos de ser atractivos.

Una investigación del Centro de Investigación Avanzada en Educación (Ciae) y del Núcleo Milenio, de la U. de Chile, concluyó que los docentes del país percibían, en 2006, una remuneración promedio de $ 497 mil, un 45% menos que el promedio de los profesionales, quienes tenían sueldos de $ 906 mil. Su estatus es más cercano al de un técnico, con dos años de formación.

"Las estrategias para atraer jóvenes a la carrera docente son la valoración social y las remuneraciones. En las dos estamos pésimo", señala Juan Pablo Valenzuela, uno de los autores del informe (ver recuadro). "Si la sociedad quiere a los mejores optando por esta carrera, no la puede remunerar como la última de las profesiones", agrega Cristián Cox, director del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación de la UC.

Pese a la creencia de lo mal pagados que son los profesores, no existían, hasta la fecha, estudios concluyentes. Considerando que el 93% de los profesores tiene estudios superiores de cuatro años o más, los expertos compararon sus remuneraciones con las del promedio de los profesionales. Para ello, usaron los datos de las encuestas Casen de 1992 a 2006.
Los resultados confirman las precarias remuneraciones de los docentes y derrumban mitos. Por ejemplo, que la diferencia salarial se debe a que los docentes trabajan menos horas. Ellos laboran, en promedio, 160 horas al mes, mientras el promedio de los profesionales trabaja 180 horas al mes. Sin embargo, el estudio concluye que esto explica sólo el 11% de la diferencia. "El 60% de la brecha se explica porque la hora-hombre es pagada a un menor valor. En el caso de los profesores, equivale al 63,9% de la hora-hombre del promedio de los profesionales", agrega Valenzuela.

HOMBRES V/S MUJERES

La diferencia de salarios entre docentes y otros profesionales se profundiza con el tiempo, en especial entre las mujeres. Por ejemplo: una profesora con cinco años de experiencia recibe un sueldo similar a otra profesional. Pero cuando llega a 30 años de ejercicio, su sueldo ha caído y es el 75,6% de sus pares de otras carreras. Con los hombres ocurre otro fenómeno.

En los años '90, hubo una mejora de salarios a todos los docentes, pero a partir de la década del 2000, esto se estancó, mientras los salarios de otros profesionales siguieron creciendo. Los más afectados fueron los docentes varones de poca experiencia: en 1994, ellos ganaban sueldos equivalentes a un tercio de la remuneración promedio de los profesionales; en 2003, su sueldo llegaba al 80% del promedio; pero en 2006 nuevamente empeoraron, llegando a salarios un 45% más bajos que el resto.

Esto, porque -según explica Valenzuela- el foco estuvo en premiar a los docentes que se destacaran.
"Es bueno que se premie a los mejores docentes, pero el estatus general de la profesión no cambia en base a incentivos que impactan a una proporción menor del grupo", explica Cox. Un profesor que tenga todos los incentivos que existen subiría su sueldo en un 50%, con lo que llegaría apenas a equiparar al promedio de los profesionales.

LA BRECHA DE GÉNERO

Un aspecto positivo que encontró el estudio es que la brecha salarial de género, habitual entre profesionales, se reduce entre los profesores. Las docentes reciben, en promedio, $ 478 mil y los maestros, $ 539 mil. En cambio, otras profesionales reciben, en promedio, $ 691 mil y los hombres superan el millón de pesos.