Al mediodía del 4 de septiembre de 1984, el sacerdote francés André Jarlan acompañaba a Gonzalo Justiniano mientras grababa la jornada de protestas en la población La Victoria. Horas más tarde, mientras leía la Biblia en el segundo piso de la casa parroquial, el religioso moriría víctima de una bala irresponsable que Carabineros disparó "al aire", para dispersar a un grupo de periodistas en calle Ranquil.
"Eso cambió mi situación", recuerda hoy el cineasta. "Fui visitado por esos civiles de anteojos negros, que me robaron una buena parte del material", relata.
Por miedo, Justiniano, que desde 1976 estaba en Francia esquivando la dictadura y estudiando, volvió al país galo dos días después. Consigo llevaba material que había grabado por encargo de la televisión francesa, para retratar la primera década desde el Golpe.
Años más tarde, el director de Caluga o menta entregó esos antiguos rollos, que no había visto porque no contaba con los equipos necesarios, al Museo de la Memoria. Cuando pudo ver el material gracias a esta misma institución, sintió que necesitaba contar una historia que transmitiera aquel miedo que lo hizo dejar el país.
"Me interesa describir un ambiente que vivió mi generación, donde mucha gente desconfiaba de sus vecinos y temía ser delatada, espiada o arrestada injustamente", dice Justiniano al explicar las motivaciones detrás de Cabros de mierda, su nueva cinta, que mezcla la ficción con aquellas grabaciones que consiguió en sus repetidos viajes a Chile desde 1983 hasta el día de la muerte del padre Jarlan.
Desde el primer teaser, que grabó hace un año, el proyecto ha ido creciendo. Partió como una película con poco presupuesto y apoyos locales, y ahora es una producción con capitales franceses y argentinos, conseguidos en plataformas como el Festival de Cine de Berlín.
Cabros de mierda se empezará a rodar a comienzos del segundo semestre y ya cuenta con Natalia Aragonese, Luis Dubó y Claudia Santelices en su elenco, quienes se mezclarán con actores no profesionales. En la película, Aragonese es Gladys, una mujer de La Victoria que acoge a niños que se han quedado sin padres. Gladys recibe a Jeff, un misionero norteamericano que llega a colaborar a su casa y que empieza a conocer y grabar la realidad política y social del Chile de los 80. A esa historia se integran las imágenes captadas por el mismo Justiniano, que muestran desde una barricada hecha entre mujeres y niños, a un agente de civil de la CNI disparando a quienes protestaban aquel septiembre de 1984 en La Victoria. El resultado es una cinta que cruza la ficción con el documental.
CERRANDO TRATOS
"No me interesa hacer una película llorona", aclara el director sobre el tono del filme, "sino que quiero rescatar esa capacidad criolla de reírse de las propias penas y encontrar una forma de seguir adelante". El realizador cuenta que la historia se inspira en su experiencia mientras grababa para la televisión francesa, y que los personajes son una mezcla de todas las mujeres y niños que entrevistó. "Gladys es la suma de distintas mujeres que conocí y que sacaron adelante a su familia solas y colaboraron en la vuelta a la democracia", señala.
Desde hace un par de meses Justiniano trabaja junto a un productor de Los Angeles para conseguir a un actor norteamericano que interprete al joven misionero de Cabros de mierda, y espera tener resultados durante las próximas semanas. El que ya está en el proyecto es el muralista y escenógrafo de Machuca y Ecos del desierto, Alejandro "Mono" González, quien se encargará de la dirección de arte.