Está vivo. Está muerto. Está vivo. Está muerto. A Doku Umarov lo dieron por muerto en varias ocasiones y lo "resucitaron" otras tantas, pero el líder islamista checheno sobrevivió para amenazar y poner en jaque los Juegos Olímpicos de Sochi 2014.
Vivo o muerto, Umarov es el hombre más buscado en Rusia, un país que dentro de dos días mostrará su orgullo nacional al mundo entero con la ceremonia inaugural de sus primeros Juegos de invierno.
Umarov, que cumplirá 50 años en 2014, es la principal razón por la que la organización del evento desplegó el mayor aparato de seguridad jamás visto en la historia del olimpismo. Cerca de 40.000 agentes y militares, sin contar la seguridad privada, velarán por la tranquilidad en el balneario bañado por las aguas del Mar Negro.
En una de sus proclamas, traducida por la inteligencia canadiense, Umarov se refirió a Sochi como unos Juegos "satánicos". Según el independentista, algunos de los escenarios que albergarán las competencias se construyeron encima de "los huesos de muchos musulmanes muertos".
"Estamos obligados a no poder permitirlo y a usar todos los métodos que Alá nos ofrezca para ello", dijo el "Osama bin Laden de Rusia", dueño de una barba casi igual de poblada que el fallecido líder de Al Qaeda.
Acusado de la muerte de cientos de civiles, Umarov aspira a crear un emirato independiente musulmán en el Cáucaso Norte, una zona de la que procedían los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, autores del sangriento atentado contra el maratón de Boston en abril de 2013 que se saldó con tres muertos y más de 260 heridos.
Desde hace años, el islamista se esconde en los bosques y valles montañosos de Chechenia y Daguestán. Ni siquiera los miles de efectivos empleados por las unidades especiales, los helicópteros o las cámaras térmicas consiguieron dar con él.
A Umarov, además de los ataques a Volgogrado a finales de diciembre, se le atribuyen los atentados terroristas más devastadores que se han producido en los últimos tiempos en Rusia, como el de marzo de 2010 en el metro de Moscú, o el de enero de 2011 en el aeropuerto de Domodedovo.
Las autoridades rusas acusan a redes terroristas internacionales como Al Qaeda de financiar al grupo de Umarov, que luchó en las dos guerras libradas en la década de 1990 y comienzos de 2000 entre chechenos y rusos.
El "Osama bin Laden de Rusia", por cuya cabeza Estados Unidos puso cinco millones de dólares de recompensa, ya amenazó con expandir el terrorismo más allá de las fronteras rusas.
Pero por el momento Sochi parece ser su primer objetivo. Desde el Comité Olímpico Internacionl (COI), no obstante, confían en el aparato diseñado por el comité organizador para frenar los planes de Umarov.
"Cualquier gran evento ahora está amenazado. Tenemos que hacerlo (proteger los Juegos con 40.000 hombres) porque la otra opción que tenemos es ceder ante el terrorismo", señaló el presidente del COI, el alemán Thomas Bach. "Tenemos plena confianza en las autoridades rusas".