Treinta minutos duró, a primera hora de ayer, una conversación a puertas cerradas entre la Presidenta Michelle Bachelet y el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés. A las 9.30 horas este último llegó hasta La Moneda. Minutos después abandonaba el despacho de la Mandataria de regreso a su oficina en Hacienda, camino durante el cual, ante el asedio de los periodistas, optó por un inexpresivo silencio.
A las 10.15, la Presidenta Bachelet se trasladó al Salón Montt Varas, en La Moneda, donde firmaba el proyecto que garantiza el fomento de las artes escénicas y, como ocurre en la presentación de todas las iniciativas, Valdés formaba parte de la puesta en escena. Pese a ello, el titular de Hacienda se excusó de asistir, dejando, eso sí, su firma estampada antes de retirarse del Palacio de gobierno.
Tampoco asistió horas más tarde al almuerzo de recepción del primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, al que llegó el grueso de ministros del gobierno, menos Valdés y el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes.
El titular de Hacienda se encerró durante todo el día en el ministerio de calle Teatinos y ordenó a sus equipos seguir trabajando. Por la tarde, eso sí, se ausentó de una habitual sesión del Consejo de Estabilidad Financiera, que se realizó en las dependencias del ministerio y que preside.
Pese a las señales de normalidad, el de ayer no fue un día cualquiera en el gobierno. El estricto protocolo diplomático desplegado por la presencia del mandatario jamaiquino se convirtió en una fachada: la reservada conversación entre la Mandataria y el jefe del equipo económico de su gobierno habría sido crucial.
Por primera vez, la Presidenta y su ministro de Hacienda abordaron la polémica desatada esta semana a propósito de las circunstancias en que el Comité de Ministros rechazó el proyecto minero Dominga.
Valdés le habría expresado a la mandataria que se encontraba sin respaldo político, dicen quienes conocieron el contenido de la privada conversación, requiriéndole a la presidenta un gesto para revertir su precaria situación al interior del gabinete. Bachelet, dicen las mismas fuentes, le habría hecho ver que las decisiones sobre el gabinete son de su exclusiva atribución y que se tomaría un tiempo necesario para evaluar la situación.
El encuentro no necesitaba de mayores señales: Valdés se retiró de Palacio sin el respaldo que buscaba para él y los ministros de su área.
La cita venía precedida de desencuentros públicos entre el equipo económico que dirige Valdés y los ministros políticos del gabinete, diferencias que se fueron haciendo más visibles con el paso de los días .
El ministro Céspedes y el subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, criticaron públicamente la decisión de rechazar el proyecto, siendo reprendidos -también públicamente- por el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. En privado, los dardos apuntaban al corazón político del gobierno: en el equipo de Valdés consideraban que se había tomado una decisión apresurada, política y no técnica, de la cual no formó parte el jefe de las finanzas públicas, y en las que la influencia de la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte, del propio Aleuy y el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, fueron preponderantes.
Pero fueron las palabras del propio Valdés, quien el lunes cerró filas con sus colaboradores en el área económica, las que agudizaron la crisis. "Algunos no tienen el crecimiento dentro de sus prioridades", dijo, evidenciando la profundidad de las diferencias. El martes, la propia Mandataria respondió con gestos públicos: en una actividad sobre recambio de calefactores en Curicó, apareció junto al ministro de Medio Ambiente, a quien sentó deliberadamente su lado, antes de reivindicar el crecimiento sustentable como un sello de su gobierno frente a la prensa y reforzando el mensaje más tarde por Twitter. Las señales fueron leídas de inmediato como una desautorización pública a su ministro de Hacienda, escalando inevitablemente el conflicto al interior de su gabinete.
Tras las actividades protocolares, y después de almuerzo, Bachelet cruzó ayer el entrepatio desde su despacho hacia el Ministerio del Interior, en el ala noriente de La Moneda, para reunirse con el jefe del gabinete, Mario Fernández, y el ministro de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, donde discutieron sobre el complejo escenario. Después, la presidenta asistió a una actividad programada en Pudahuel y no regresó al palacio presidencial.
Razones de fondo
En La Moneda comentaban ayer que la situación de quiebre era total y profunda en el gabinete: cercanos a la mandataria señalaban que la jefa de Estado no estaba dispuesta a hipotecar el sello de su gobierno para entregar señales al empresariado y menos con un proyecto que representa un impacto menor de lo que se piensa en el crecimiento, según el análisis de Palacio. Otros, atribuían al propio diseño político de la mandataria, cuyo poder descansa mayoritariamente en su jefa de gabinete y en el subsecretario Aleuy -y también en su jefe de contenidos, Pedro Güell-, las razones de esta nueva crisis. Es ahí donde el ministro Eyzaguirre ha jugado un rol de mediador, aunque sin mayor éxito: el jefe de la Segpres es muy cercano a Valdés y fue quien lo instaló a cargo de la billetera fiscal. En La Moneda dicen que ambos se reunieron durante el fin de semana, encuentro en el que Valdés le habría hecho ver la situación límite en la que se encontraba y le habría notificado que no le quedaba margen y que saldría a respaldar (el lunes) la posición común de las autoridades de su área.
Es esta misma razón por la que, según dicen en el gobierno, si se concreta una eventual renuncia o salida, entre hoy y mañana, Valdés no se iría solo: saldría junto a Céspedes y Micco.
Toda esta trama recordó ayer en La Moneda la bullada tensión de Bachelet con su ex ministro del Interior, Jorge Burgos, quien tras ser marginado y ni siquiera informado de un viaje de Bachelet a La Araucanía, presentó su renuncia. Aunque Bachelet no se la aceptó, la relación se quebró para siempre y Burgos se mantuvo en el gabinete un par de meses más.
El propio Burgos solidarizó el martes con Valdés, con quien en el pasado formaron una dupla a la que se le atribuye haber instalado el concepto de "realismo sin renuncia" y de haber empujado la moderación de un gobierno que, hasta antes del estallido del caso Caval -en febrero de 2015- venía marcando el tranco reformista original del segundo mandato de Bachelet.
La crisis ayer salpicó a los partidos oficialistas desde donde habían apostado a permanecer al margen de la polémica concentrados en el inicio de las campañas parlamentarias y presidenciales. Es precisamente este último factor el que alertó ayer a las colectividades del oficialismo desde donde advertían los costos electorales de que de manera inédita, Bachelet resigne por segunda vez a su ministro de Hacienda.
"La señal de eso (eventual renuncia de Valdés) sería que se le pavimenta el camino a la derecha y no creo que Rodrigo Valdés quiera hacer eso", dijo ayer a La Tercera el senador, Guido Girardi, del PPD, partido en el que milita Valdés. En esta misma línea, ayer el ex presidente Sebastián Piñera, no desaprovechó tampoco la oportunidad para hacer evidentes los problemas del gobierno.
En tanto, la situación del ministro de Hacienda dividió a los parlamentarios oficialistas: el secretario de Estado recibió el respaldo de varios parlamentarios DC e incluso el senador PPD, Ricardo Lagos Weber, integrante de la comisión de Hacienda del Senado, quien junto al presidente del Senado, el DC Andrés Zaldívar, criticaron directamente a la presidenta. "Espero que la máxima autoridad del país aquilate adecuadamente lo que está ocurriendo. No es un tema de divergencias entre dos carteras, tiene que ver con la capacidad de conducción de nuestra política económica y desarrollo", señaló Lagos Weber. Una postura más crítica predominó desde el PS, donde el senador Carlos Montes, también de la comisión de Hacienda y de habitual trato con Valdés, y el ex presidente del PS, Osvaldo Andrade, lideraron las críticas.
Los abanderados oficialistas también tomaron partido ayer. Mientras la candidata DC, Carolina Goic optó por criticar a la presidenta y su comité político, el senador Alejandro Guillier, se limitó a pedir que el gobierno "se ponga de acuerdo".
Ayer no hubo versión oficial sobre el futuro de Valdés en el ministerio. Sin embargo, a través de Twitter desmintieron una información que señalaba que el secretario de Estado habría presentado su renuncia. Hasta anoche, la agenda del ministro seguía sin cambios. Desde el punto de vista práctico, la principal complicación que generaría la salida de Valdés radica en la tramitación del Presupuesto 2018, que está en pleno proceso de elaboración y que debe ser enviado al Congreso a más tardar el 30 de septiembre.