Domingo 12 de mayo. Faltan 15 minutos para que comience el partido entre Colo Colo y O'Higgins de Rancagua en el estadio Monumental y Arturo Salah Cassani (63), nuevo presidente de Blanco y Negro, la concesionaria que rige los destinos de Colo Colo, camina rápidamente entre su oficina en la tribuna Océano y la escalera que lleva al palco oficial en la tribuna Rapa Nui. Salah, quien lleva tres semanas en su nuevo cargo, apura el paso flanqueado por dos guardaespaldas. Una señora lo intercepta, lo agarra a besos y le desea suerte. Nada más. Salah sonríe apenas y continúa; sabe que para evitar incidentes debe llegar a su ubicación lo antes posible.
El ambiente en el Monumental está crispado. Pocos quieren ya a Blanco y Negro S.A. Arturo Salah, ingeniero, ex futbolista ídolo de la "U", ex técnico y campeón con el equipo albo hace más de 20 años, sabe que llegó a Colo Colo a meter los pies en el fango. Ya ha estado ahí varias veces. Con 44 años de fútbol profesional en el cuerpo, está seguro de una cosa: "De esto se sale sólo con trabajo". Ese es uno de sus principales credos, aprendido desde la infancia. Pero no es el único.
Para llegar a ser jugador profesional o alumno aventajado en el colegio y la universidad, para ser entrenador de los principales clubes del país, subsecretario de Estado y ahora presidente de Colo Colo, Arturo Salah ha echado mano de un set de creencias que le ha permitido permanecer más allá de los éxitos y fracasos en su vida. La propia y la deportiva.
Minuto 12 del primer tiempo en el Monumental. O'Higgins anota su primer gol. Se oye un murmullo general de desaprobación. Salah, el jefe, mira la cancha sin mover un músculo. Su camino aquí será difícil, aunque, por diseño personal, siempre lo ha sido.
El entretiempo del partido que Colo Colo pierde en su estadio encuentra a un Salah pausado y analítico. Conversa con algunos directores, pero no se mueve del palco. No sonríe.
El sistema de creencias de Salah no sólo se compone de pragmatismo y planificación ingenieril, que provienen de su formación universitaria en la UC. Hay un componente anterior: desde sus años de infancia, Salah se ha movido en los terrenos de la fe. Y como él mismo reconoce, la religión lo ha influido en su vida familiar y profesional.
Su madre, María Cassani, ya fallecida, fue miembro de la Acción Católica. Y a través de su señora, Elisa Cabiati, con quien lleva 38 años casado y tiene cuatro hijos, comenzó a adentrarse en el movimiento de Schoenstatt. Salah es de los que piensa que la mitad del éxito de un futbolista depende de encontrar una buena mujer. Y en su señora encontró complicidad para involucrarse en ese movimiento.
-En los 90 fue mi etapa más activa ahí -explica Salah-. Fuimos a muchas reuniones con otros matrimonios en las que conversábamos de los problemas que había en el camino. Cuando me fui a entrenar al Monterrey, a México, recibí a muchos peregrinos chilenos que llegaban a expandir el movimiento.
El vicerrector del Santuario Nacional de Maipú, Francisco Basañez, conoció a Salah el 96, precisamente en México. Era uno de aquellos misioneros de Schoenstatt. Salah lo acompañó en su ordenación el 99 y Basañez ofició el matrimonio de su hijo Gabriel. "Arturo siente que el deporte es un medio de evangelización", cuenta. "Los valores que a él más le gusta promover son los de la transparencia, la justicia, la fidelidad y la constancia en el trabajo. Pero no es un hombre al que le guste hablar de valores a sus jugadores. El prefiere liderar con el ejemplo".
Jugadores de los clubes en los que ha dirigido coinciden en que Salah trata de inculcar discretamente los valores del cristianismo. Aun así, a pesar de las concentraciones de los planteles durante el fin de semana, Salah hacía un espacio de tiempo para ir a misa cada domingo. El 2005 fue invitado por el Consejo Pontificio para los Laicos a dar una charla sobre la "Presencia Cristiana en las Instituciones Deportivas". Salah aceptó gustoso y antes de partir dijo: "Me he preparado, tengo hecha una ponencia, que va a ser en una mesa redonda, sobre Iglesia, deportes y valores. Espero representar bien al país, a nuestro lado del mundo en Sudamérica".
Salah volvió a viajar al Vaticano el 2007 para una segunda ponencia orientada en la misma temática. Allí conoció a Benedicto XVI y volvió con medallas bendecidas para los jugadores de la "U", equipo del que era técnico. Gabriel Salah, su tercer hijo, cuenta que los temas de la Iglesia siempre estuvieron presentes en su casa, y que hasta hoy a su padre lo visitan sacerdotes. También es cercano al actual rector del Santuario Nacional de Maipú, Carlos Cox. "Cuando le tocó ir al Vaticano estaba muy emocionado", recuerda Gabriel. "Por un tema de fe profunda y porque era cumplirle un sueño a su madre, que era muy católica".
Otro de sus hijos cuenta que el fútbol y los valores religiosos es lo que mueve la vida de Salah, quien ha llegado a leer algunas encíclicas papales. "Sus ratos libres lo ocupa viendo fútbol. Los televisores de la casa siempre están con el verde del pasto, pero al mismo tiempo el cristianismo le ha dado un marco valórico para practicar su profesión. Incluso, en los peores momentos de su vida en el fútbol, siempre lo vi entero junto a mi madre. Algo tuvo que ver la fe".
Salah lo admite, es parte de su credo: "En el trabajo, a la hora de elegir a un entrenador, a un jugador, los valores importan. Eso no me es indiferente, esto no es ganar a cualquier precio. A mí mismo, que estoy muy lejos de la perfección, la espiritualidad me ayuda a darme cuenta cuando cometo un error, a ser consciente de mis actos".
1986. La imagen de Arturo Salah saliendo de un estadio rodeado de carabineros después de un partido de Colo Colo se repitió varios fines de semana seguidos. A principios de año, Salah, por esos días un hombre flaco, de pelo y bigote negro, llegaba a hacerse cargo de la dirección técnica del club. Fue resistido por los hinchas. Salah, con 36 años recién cumplidos, venía de trabajar tres años como técnico en las series menores de la UC, pero no tenía experiencia como técnico de fútbol profesional. Su juventud para el cargo, su pasado como ídolo de la "U" y en la UC -un verdadero apátrida para los colocolinos- produjo críticas.
Después, con algunos malos resultados, llegaron los insultos y la violencia. Los hinchas lo esperaban para maltratarlo y lanzarle cosas. Gabriel, su hijo abogado, que en ese entonces tenía cinco años, recuerda que su padre debía esperar dos y tres horas en el estadio y que llegaba a casa con el auto abollado por piedrazos. A Salah no le importaba. Se escudó en la tozudez y en su familia, el elemento más importante en el sistema de creencias del nuevo presidente de Colo Colo.
-Esa vez el incendio estaba hecho antes de dirigir -recuerda Salah-. Y con la falta de resultados, la gente se puso peor. Yo me refugié en mi casa, con mi familia. Cuando mis amigos me veían, me preguntaban si yo estaba bien, como si estuviera en peligro de muerte. Y como era joven, y uno se cree dueño del mundo, no le tomaba el peso. Tenía la convicción de que saldríamos adelante.
Algo de eso se ve este domingo de mayo, pasadas las seis de la tarde en el Monumental. Van 20 minutos de partido entre Colo Colo y O´Higgins, y la visita ya está 2-0 arriba. Salah, sentado al lado de Leonidas Vial, accionista controlador de Blanco y Negro, se sumerge en su asiento. Una veintena de hinchas, en la tribuna Océano, se da vuelta y canta contra la administración que ahora él preside.
Peter Dragicevic, presidente de Colo Colo durante 1986, fue quien decidió apostar por él: "Lo fuimos a buscar por su perfil de hombre serio, planificador y sistemático. Necesitábamos dar un giro a lo que se estaba haciendo y sabíamos que Arturo podía lograrlo".
Sin experiencia dirigiendo, el credo de Salah apuntó a tomar el manual de su maestro en sus años de jugador: Fernando Riera, el DT de Chile en el mundial del 62. Si algo salvó a Salah al asumir Colo Colo fue su trato con los jugadores, una enseñanza que le había dejado Riera cuando lo dirigió en la "U". Salah cuenta que la vocación y pasión de Riera fueron determinantes para decidirse a ser entrenador, primero, y en su manera de enfrentar la carrera, después. "No era un gran académico, un gran orador, pero educaba a través de las acciones, con su rigor, su honestidad. El defendía al fútbol y los futbolistas. Y la mayoría de ese equipo terminó siendo entrenador por influencia suya: Pellegrini y al menos 10 compañeros más".
Con Riera y Pellegrini nunca dejó de intercambiar opiniones e información. Raimundo Achondo, ex jugador de la "U" y la UC, ahora gerente general de Mundo Tour, cuenta que el grupo nunca dejó de juntarse a almorzar para Pascua y que tenía a Riera como mentor. "Ellos tres, Manuel, Arturo y don Fernando, más César Antonio Santis y yo, nos juntamos todos los años. Estuvimos muy cerca de don Fernando hasta su muerte. Para Arturo y Manuel él fue un guía para sus carreras".
Ese 1986, el Colo Colo de Arturo Salah se coronó campeón en su primer año como técnico. Se quedaría cinco años más, ganando un segundo torneo nacional y tres Copas Chile. A pesar de eso, nunca pudo lograr un título continental. Renunció a mediados del 90 para hacerse cargo de la selección chilena, con su amigo Manuel Pellegrini como ayudante. Un año después Colo Colo ganó la Copa Libertadores de 1991, el gran hito deportivo del fútbol nacional. Salah no estuvo en la banca, aunque todos hablaron de la importancia que tuvo su trabajo para conseguir ese trofeo. Ese fue su primer proceso trunco.
"Soy hijo de inmigrantes. Mi padre, descendiente de palestinos, y mi madre italiana. Italianota. 'Il diavolo incarnato', el diablo encarnado.... Eramos tres hermanos hombres y mi padre, que era waterpolista, fue con Chile a los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948. Mi infancia giró alrededor del deporte", dice Salah.
Sus años formativos transcurrieron entre el viejo Instituto de Humanidades Luis Campino, ubicado entonces en la Alameda, el Stadio Italiano, del cual sus padres eran socios, y su barrio, a pocas cuadras del Stadio, cuando ese sector de Apoquindo todavía era dominado por parcelas. La relación entre apoyo familiar, estudio y deporte serían pilares de las creencias que Salah desarrollaría más tarde en la vida, y que se convertirían en principios: una ética de trabajo consistente, fe en Dios y en la familia como sostén de un hombre.
Salah, como estudiante, sacó varios años el premio al mejor alumno y no pensaba en ser futbolista. "No faltó nunca nada, pero tampoco los recursos eran ilimitados. Nos exigían, pero tampoco tanto, porque éramos aplicados". Sus padres eran del barrio Santa Laura, en Independencia. Salah lo describe como un barrio de deportistas. El cambio a Las Condes vino un año después de que él nació, en 1950. Pero la familia siguió yendo al estadio el fin de semana. José, el padre, estimulaba la práctica del fútbol en los hijos.
-Mi padre era comerciante, tuvo un servicentro en Plaza Italia y luego fue representante de una marca de neumáticos en la calle Portugal, mientras mi madre se ocupaba de la casa. El negocio de mi padre era una escuela de vida. Llegaba desde el último taxista hasta los aristócratas de la época. Eso nos enseñó a convivir con el obrero y el de más arriba. Por eso cuando llegué al fútbol, no sentí un cambio. Al fútbol llegué con potrero.
Pero la creencia del padre era: fútbol a cambio de sacar una profesión. El hijo lo tenía claro e hizo lo que don José Salah le presentó como condición. Y eso se convirtió en otro más de sus credos: intentar ser más. Futbolista, ingeniero, técnico, director de Chiledeportes, presidente del club más popular de Chile.
Arturo Salah arribó al fútbol profesional cuando ya estaba en segundo año de ingeniería civil industrial en la Universidad Católica. Jugaba por el Stadio Italiano y muchos directores del Audax jugaban con él. Ellos lo llevaron al equipo a los 19 años, sin haber pasado por divisiones menores. "Fue duro combinar ambas cosas, pero el calendario del fútbol era menos saturado, lo que permitía cumplir. Yo y mis dos hermanos somos los primeros profesionales de la familia".
Salah tuvo una buena campaña en Audax y luego recibió ofertas de los tres equipos grandes: Colo Colo, la "U" y la UC. Era 1972 y Salah escogió pensando en lo académico. Creyó que al ir a la UC iba a tener más facilidades para estudiar ingeniería en la Católica. No las tuvo.
-Antes el deportista era sinónimo de flojo. Y los profesores no tuvieron ninguna disposición para hacer concesiones- dice.
Salah llegó en un período difícil para la UC y terminó descendiendo con el equipo en 1973. "Pensé en retirarme del fútbol y ejercer, incluso empecé a buscar trabajo. Pero me llega una oferta de la "U". Era volver a jugar en un grande en primera. Ahí empezó un nuevo período".
Salah se recibió el 74 de ingeniero civil industrial con mención en química. Del 77 al 83 fue futbolista y académico: hizo clases en la Universidad de Chile, en ingeniería en alimentos. También fue auditor a honorarios en proyectos en que se necesitaban ingenieros analistas. "Encontraba natural ser futbolista y trabajar. Creía que tenía demasiado tiempo libre. Conocer otra realidad también me ayudó después para mi carrera de entrenador, porque el fútbol es una burbuja muy bonita, pero no hay mucha conciencia de lo que ocurre en el resto del mundo. Es lo que siempre le predico a los jugadores: que abran horizontes a otras actividades, que sus tiempos libres los ocupen con estudios".
En el Estadio Monumental, Colo Colo sigue perdiendo con O'Higgins. Un Salah tranquilo se molesta repentinamente. Gesticula, alza una mano. Su sangre árabe e italiana sale a flote. Leonidas Vial lo escucha descargarse. Salah se toma el mentón. Quienes lo conocen saben que ese gesto no tiene que ver con reflexión, sino con un silencioso enojo.
Colo Colo pierde finalmente 2-1 con O´Higgins. Es otro partido malo dentro de otra campaña para el olvido. Mientras Salah revisa las repeticiones junto a Leonidas Vial en una pantalla sobre el mismo palco, en el hall de la tribuna Océano se arma otra manifestación contra Blanco y Negro. Algunos rompen unas vitrinas y roban camisetas del equipo. Salah y los directores esperan hasta que los hinchas sean desalojados del lugar, lo que ocurre cuando Fuerzas Especiales de Carabineros entra con sus escudos. Con el hall vacío, Arturo Salah baja por una escalera lateral que empalma con el estacionamiento de los directivos. La situación recuerda lo vivido en 1986.
Algunos de sus actuales detractores fueron estrechos colaboradores suyos en esa época. Peter Dragicevic, el presidente de Colo Colo que confió por primera vez en las creencias y capacidades de Salah, es uno de ellos. "Una cosa es Arturo entrenador y otra en este cargo", dice Dragicevic. "Ya como director de Chiledeportes, entre 2001 y 2003, Salah habló en favor de las sociedades anónimas y ahora asume como presidente de la S.A. de Colo Colo. Si yo estoy en contra de las S.A. y a favor de que el Club Social recupere el control, no puedo estar a favor de la llegada de Arturo".
Marcelo Barticciotto, ídolo del club, principal opositor a Blanco y Negro y muy cercano a Salah en sus tiempos de DT -lo ayudó con su problema de depresión- piensa lo mismo: "Para mí, él fue como un padre cuando llegué a Chile y tuve problemas. Pero creo que no debió aceptar ser el presidente de Colo Colo. Todo va a recaer en él si a Blanco y Negro le sigue yendo mal en lo deportivo y económico. Estoy seguro de que si aceptó el cargo es porque cree que están las condiciones para hacer bien las cosas, pero yo espero que los dueños del club le den tiempo para trabajar y autonomía para tomar todas las decisiones".
Un alto directivo de la S.A., quien dice que Salah fue elegido para al cargo por su perfil profesional y su conocimiento del mundo del fútbol, dice que la autonomía del nuevo presidente ya se nota: "A nosotros nos gustaba el sistema de playoffs para el campeonato nacional, pero llegó Arturo y nos dijo que él prefería un torneo de 17 fechas con liguilla. Lo aceptamos y fue la posición de Arturo la que se votó en el Consejo de Presidentes en la ANFP el martes pasado".
Salah sabe que su desafío no es fácil: mostrar resultados inmediatos en un club acostumbrado a ganar, pero que lleva una sequía de títulos de cuatro años. Y de paso, dejar atrás la identificación que muchos en Colo Colo ven que Salah tiene con la "U", equipo donde fue jugador y DT . "Ya lo dije cuando llegué: he sido cruzado, azul, audino, loíno, caturro, acerero y también técnico de la selección. Estoy de regreso en Colo Colo, pero yo soy del fútbol".
-Más que un club, una camiseta, lo que a usted entonces lo apasiona es encabezar un proyecto, ver sus resultados…
-Es la huella que nos dejó Riera. El defendía el trabajo, y creía en el equipo, lo colectivo por sobre lo individual. Pero ahora estamos todos locos. Una semana atrás querían echar a Franco (DT de la "U") y ahora es rey; y Lasarte (DT de la UC) porque perdió un partido es malo. Entonces esto es una tómbola, una ruleta rusa. El éxito se obtiene en base a estabilidad, lo que ha hecho Manuel Pellegrini en el Villarreal o ahora en el Málaga.
El trabajo de Salah ha sido caricaturizado por los medios. Salah, un convencido de que el éxito llega a través de "procesos", no ha podido mostrar su éxito con nuevos títulos. El último fue con Colo Colo el 90. Y, casi como una broma, dos clubes donde hizo un trabajo largo de base -la "U" y Huachipato- lograron campeonatos poco después de su salida.
Ahora le llega una nueva oportunidad, pero desde el sitial de presidente. El fútbol de hoy es un negocio con resultados inmediatos. Salah lo sabe, pero no va a traicionar su credo.
-Mi responsabilidad es transmitir una convicción en el proyecto a todo el trabajo del club. A todo eso que a la larga influye en los buenos resultados, con sustentabilidad en el tiempo, en un proceso. La gente se ríe cuando escucha la palabra, te trata de mentiroso, de chanta. Ahora se trata de ganar a cualquier precio, y eso sí que lo encuentro mentiroso, demagógico. Esperemos que sea yo el que pueda tomar las decisiones.
Salah suelta está última frase y larga una risa corta. Está consciente de que llega a su cargo con un manto de dudas sobre la libertad para tomar decisiones que el directorio de Blanco y Negro le pueda dar. A pesar de las expectativas que existen en torno a él, y contrario a su imagen de hombre duro, a veces gruñón, Salah ha hablado pausado. Toma un dulce de un pocillo sobre su escritorio, se lo echa en la boca y lanza su última certeza:
-Este es el fútbol. Todo el mundo cree que es un juego, pero es una ciencia, aunque no sea exacta. El fútbol es la única ciencia en que 2+2 no siempre son 4.