Mario Kreutzberger aún no define muy bien qué hará o qué dirá el sábado 19 de septiembre de 2015: el primer día del resto de su vida. Durante esa noche, Don Francisco se situará por última vez frente a una cámara de televisión para animar Sábado Gigante, luego de 53 años bajo el mismo rito y en una determinación anunciada hace poco más de una semana por la cadena Univisión.
"Ese último programa no me lo imagino como algo grande, ampuloso. Me lo imagino modesto, en el mismo lugar donde siempre se hizo, no en otra parte. Seguramente diré lo que me nazca en ese momento", cuenta el animador, situado en una de las oficinas de Canal 13 y frente a una mesa atiborrada de celulares, en una venida a Chile que partió precisamente ayer y que está subordinada al adiós del espacio televisivo más importante nacido en Chile.
¿Cuál es la razón de este final?
Es algo que habíamos hablado hace tres años con Univisión, que este era el momento del cierre de mi ciclo, aunque el programa iba a seguir con otros animadores. Pero la compañía pensó que Sábado Gigante tenía que terminar conmigo. Otra razón tiene que ver con los cambios en la TV. Es difícil mantener un presupuesto de 52 semanas en un programa como éste, que es una gran producción.
Pero claro (que siento pena), imagínese, después de 53 años, la pena está. Es lo que debe haber sentido Bam Bam Zamorano cuando dio la vuelta olímpica final. Pero es reconfortante. ¿Y qué es lo que tengo que buscar ahora? Yo hoy me proyecto a dos años más trabajando en televisión. Luego voy a escribir un libro y voy a dar charlas, entre otras cosas.
¿Usted quería que el programa se acabara?
Me hubiese gustado el desafío de hacerlo con otros animadores, porque, si este programa ya había traspasado fronteras, era una misión mayor hacerlo con otra gente y que siguiera con el mismo éxito. No se sabía, era un signo de interrogación, quizás era mejor cerrarlo así. Y el nuevo proyecto no iba a ser con un conductor; lo habíamos pensado con tres. Pero nadie te dice que esto no vuelva. Son momentos cíclicos, entonces hay muchas cosas que habría que ver. Yo no diría que esto es para siempre.
¿Intentó que una de sus sucesoras en Miami fuera su hija Vivi?
Me hubiera encantado. En algún momento (lo intenté). Lo que pasa es que se lo tendrían que adaptar también a mi hija Vivi y ella tiene 5 hijos, vive aquí en Chile, así que tendría que hacerse aquí. Siempre me gustó la idea que ella estuviera, claro. Ahora, no sé si ella estaba tan encantada con eso, yo creo que quería hacer otras cosas, quizás diferentes.
Ya van dos emisiones desde que se anunció el fin de Sábado... ¿Cómo ha sido para usted animar un programa que sabe que tiene fecha de vencimiento?
Me he sentido muy satisfecho. Porque es difícil llegar, es difícil entrar y es muy difícil quedarse. Pero también es difícil retirarse a tiempo, por lo que creo que estamos cerrando el ciclo de Sábado Gigante con excelentes ratings. Yo me he levantado contento estos días y mis compañeros me dicen que es como si hubiera rejuvenecido. Porque es difícil, es un cambio de vida. Yo voy a seguir trabajando, seguramente mis compañeros también, pero quizás no en lo mismo. Esa es mi preocupación.
Más allá de la satisfacción, ¿siente pena por dejar de hacer lo que hizo gran parte de su vida?
Pero claro, imagínese, después de 53 años, la pena está. Es lo que debe haber sentido Bam Bam Zamorano cuando dio la vuelta olímpica final. Pero es reconfortante. ¿Y qué es lo que tengo que buscar ahora? Yo hoy me proyecto a dos años más trabajando en televisión. Luego voy a escribir un libro y voy a dar charlas, entre otras cosas.
Cree que el dolor va a llegar cuando un sábado esté en su casa, donde probablemente pocas veces estuvo un sábado.
Ese dolor aún no lo he sentido. Seguramente estará, pero de pronto se dejó de emitir el programa aquí en Chile y empecé a hacer otros programas. Me fui adaptando a algo que es lo mío. Pero lo que sea que haga en el tiempo que me quede, no quiero ser rupturista. Al contrario, quiero buscar el consenso, transmitir lo que he aprendido. Con las mismas charlas, proponiendo a los canales asesorar nuevos talentos...
Se entiende entonces que el fin de Sábado... es el primer gran paso de su retiro televisivo.
Es que cuando llegué a EE.UU. hace 30 años, lo primero que quería era cumplir un año. Cuando los alcancé, me propuse como meta dos. Y luego cinco, para después seguir con 10 y 25. Y hace tres años me propuse como meta llegar a los 5 décadas del programa. Entonces, seamos realistas: mi meta hoy son 24 meses. Y después quiero hacer cosas interesantes, un programa de entrevistas, docurrealities, me han ofrecido algunos proyectos de concursos también.
¿Se le hizo agotador un programa tan extenso, que en su última etapa duraba tres horas?
Al final me cansaba un poco. Porque no eran tres horas; había jornadas de grabación de 10 o 12 horas. Pero ahora mis compañeros dicen que estoy renovado.
¿Y siente que al programa mismo le faltó renovación, ir más acorde a la TV de hoy?
Bueno, el hecho que sea primero, segundo y tercero en todos los idiomas en la sintonía de EE.UU., respalda la renovación. Ahora, esto nuevo que se hacía no era siempre lo que a mí más me gustaba. Había que adaptarse. El programa tenía más entretenimiento y menos periodismo, y para mí Sábado Gigante siempre fue la mezcla de cuatro factores: humor y lágrimas; el juego; la información y la parte periodística; y la música. Hoy día la música se complicó, porque los artistas tienen que hacer sus propios shows para ganarse su billete. Las partes periodísticas se tuvieron que disminuir para meter más humor, mas entretención. Entonces ese equilibrio no se pudo mantener. Y hubo que darle otro ritmo.
El adiós del programa se anunció en un comunicado de Univisión e incluso su competencia en EE.UU. lo saludó a través de una inserción publicitaria. ¿Cree que acá en Chile se le dio la misma importancia, cuando se dejó de emitir en 2012?
Es que ya nos tocó una etapa más difícil dentro del canal; el canal estaba en dificultades. Y el sábado en la noche ha pasado de ser el mejor día al peor. Era difícil venderlo. El canal hizo un esfuerzo y no sé sí todos comprendieron, en Chile, el significado que tiene que este producto haya salido de un modesto país, que haya cumplido 53 años. No sé sí todos sentirán el mismo orgullo que yo.
Hubo dos medios, The Guardian y Slate, que fueron muy críticos y celebraron el fin de su programa. ¿Le pareció injusto?
The Guardian estaba muy mal informado, porque no puedes tratar de racista a algo que le dio espacio al grupo étnico más discriminado en Norteamérica. Y con respecto al trato a la mujer, es algo cultural: la mujer significa para un inglés algo diferente a lo que representa para un cubano o un venezolano. Ahora, yo nunca niego de que se puedan cometer errores. Y de Slate ni sé lo que dijo..
Que cosificaba a la mujer y que hoy los latinos, ya más insertos en la sociedad de EE.UU., merecían otra clase de espacios...
Es que un programa hecho en China a un programa hecho en Australia no pueden ser iguales, porque son distintas culturas. Es una respuesta muy larga. Siempre pudieron haber falencias y voy a decir una: me arrepiento de los chistes de género, los que hacíamos muchas veces. Eso es un error, algo ofensivo.
¿Tiene planeado volver a vivir de manera definitiva en Chile?
Nunca he dejado de vivir en Chile. Lo voy a seguir combinando mientras se pueda. Y podría volver y lo voy a hacer.
¿Cree que Sábado Gigante es el programa más importante de la historia de la TV chilena?
Eso no lo puedo responder yo. Lo deben hacer la gente y los especialistas. Para mí, Sábado Gigante es el programa más importante, pero no puedo decir si para ti es igual.