Los años de estudio, el tipo de trabajo, la tecnología y el acceso a la información han hecho que hoy las mujeres que se embarazan sean pacientes distintas a la que atendían los ginecólogos hace años. ¿Qué cambió? Hoy las futuras madres tienen más exceso de peso, tienen hijos a más edad, cargan con más enfermedades secundarias y manejan más información, aunque no siempre es la correcta.

Según cifras publicadas por el Ministerio de Salud (Minsal) en el informe Vigilancia del estado nutricional de la población bajo control y de lactancia materna, para 2015, el 63% de las embarazadas que se atendieron en el sistema público de salud tenían exceso de peso: el 30% eran obesas y el 33% tenían sobrepeso.

La situación se viene repitiendo hace tiempo: si en 2008 el 20% de las gestantes que se atendían en el servicio público eran obesas, en 2012 ya eran el 24,66% y llegaron al 29,93% en 2015.

Carolina Asela, jefa del Departamento de Ciclo Vital del Minsal, cree que estas altas cifras reflejan la situación de malnutrición por exceso que afecta a toda la población. También destaca que en el caso de las embarazadas, se suma además un factor cultural aún presente: la creencia que deben comer por dos. "Hoy tenemos pautas alimentarias específicas en la atención para mujeres con sobrepeso y obesidad. La mayoría llega al primer control con evidente sobrepeso y obesidad", dice Asela.

Lamentablemente, no hay mucha noción respecto del riesgo que implica un embarazo con kilos de más. El gineco-obstetra de Clínica U. de los Andes, Enrique Oyarzún, dice que la obesidad en el embarazo está asociada a complicaciones como diabetes, hipertensión, mayor riesgo de cesáreas, infecciones, e incluso con malformaciones congénitas.

Como ocurre también en los datos de obesidad de la población general, en los sectores de nivel socioeconómico más alto, la obesidad y el sobrepeso de las embarazadas es un poco menor.

José Andrés Poblete, jefe de Obstetricia y Ginecología de Red de Salud UC Christus, señala que a comienzos de siglo, las embarazadas eran más jóvenes cuando esperaban a su primer hijo, estaban menos obsesionadas por tener el control de todo, y pensaban tener más de dos hijos. "No les interesaba hacer ejercicio y se lamentaban de un postnatal corto para amamantar. Tenían menos interés en conocer cada detalle del crecimiento de su guagua, eran más relajadas y menos influenciadas por el mercado y la tecnología. Por cierto, enganchaban más con iniciar espontáneamente el trabajo de parto y confiaban más en su doctor", dice.

Más edad

"La epidemiologia muestra que en Chile las mujeres están teniendo menos hijos. Desde los 90 viene bajando e incluso hoy sigue disminuyendo pese a la llegada de inmigrantes", comenta Oyarzún. Hoy cada mujer, en promedio tiene 1,7 hijos.

Además, se están embarazando a mayor edad. Solo en 2014, el 17% de los nacidos vivos fueron de madres de más de 35 años. "Esto tiene varias consecuencias: a esa edad hay más infertilidad porque disminuye la posibilidad de embarazarse y también mayor riesgo porque son más las mujeres que a esta edad tienen enfermedades como hipertensión, o son cardiópatas o nefrópatas", indica el especialista de la U. de Los Andes.

Hoy, las futuras madres, señala Poblete, "necesitan entender todo y tener control total". Según el ginecólogo, las pacientes están más influenciadas por las redes sociales, los blog y la web, "manejan más información y buscan opciones más tecnológicas para saber lo más posible de su embarazo y controlar todas las variables que le signifiquen el mínimo riesgo; lo que incluye conocer el sexo de la guagua lo antes posible, saber vía de parto, fecha y hora con antelación". Ello hace que tengan una muy baja tolerancia a un embarazo complicado o una patología del feto.

La forma de contacto con el médico también cambió. Ya no es suficiente el teléfono y el correo, las embarazadas quieren comunicarse por WhatsApp y tener una respuesta instantánea.

Paciente "google"

La información con la que llegan las gestantes ha llevado a que este grupo también se sume al de los pacientes "google". "Las pacientes altamente informadas desde la web, traen más desinformación que otras y lo pasan mucho más mal ya que recurren a blogs o revisan exámenes sin el conocimiento necesario. Es frecuente que te indican que nunca más harán una búsqueda en Google, porque lo pasaron mal con la información errada", dice Poblete.

Esto ha llevado a un cambio en el trato de los médicos con sus pacientes: deben ser más flexibles y empáticos y explicar el sesgo que implica creerle a Internet.

Padres presentes

Algo que también llama la atención en este nuevo perfil es la participación de los padres. "Asisten a controles y preguntan, están informados y quieren participar de la crianza y del embarazo. En los cursos de preparación para el parto o los talleres de ejercicios se ven muchos más hombres que hace 15 años atrás", destaca Poblete.