¿Un tesoro para Natalia Duco? El tiempo. Ella sabe que sus terceros Juegos Olímpicos están a la vuelta de la esquina, aunque no lo parezca.

Lo cierto es que quedan 81 días para que la balista haga su presentación en la cita de Río y nada queda a la suerte. A las diarias sesiones de entrenamiento, Duco suma la preparación para el Iberoamericano, que se disputó hace 10 días en Río de Janeiro, o la Copa Diamante de Rabat, donde ayer terminó en la sexta ubicación, con un tercer lanzamiento de 17,21 metros (ganó la neozelandesa Valerie Adams, con 19,68).

Y no es todo. La campaña para conseguir ser la abanderada continúa y las entrevistas y notas como una de las referentes de la delegación nacional también entran en la agenda. Cuando está en Santiago.

Lo que no entra es más gente. Sólo ella y su entrenadora, la cubana Dulce Margarita García, saben cómo van los tiempos de preparación.

"Cuando pienso en unos Juegos Olímpicos, me proyecto a lo más grande del deporte mundial, a la cima, a la elite deportiva. Para mí, entrenar día a día pensando en Rio de Janeiro 2016 no es una meta: es mi vida. Hago del camino que me llevará hasta allá, mi consagración constante como atleta y como persona", escribió en su sitio web como una declaración de principios.

Duco ha sabido moldear un físico apto para su disciplina, tras años de entrenamiento. Pero sabe además que lo suyo no es cosa de fuerza, es un negocio de ideas.

Es la cabeza la que la lleva lejos: "No se trata de soñar, se trata de luchar, de entrenar al mil por ciento, de ganarme a mí misma todos los días. También se trata de vencer los obstáculos con grandeza, con altura de miras, con profesionalismo. Cuando esté en el Estadio Olímpico, peleando como una gladiadora, estaremos parados en el foso y juntos dejaremos en alto el nombre de Chile".

Duco y García laboran a diario en el Centro de Alto Rendimiento del Nacional para conseguir estas metas. Han sufrido también, con el olvido en que estuvo su técnica, a quien más de una vez le adeudaron su sueldo. Sufre también al estar buena parte del año entrenando en Cuba y España. Y menos cuando a veces las cosas no se dan.

"Las cosas que se hacen más difíciles la hacen a una más fuerte, una se siente más fortalecida como persona, uno se siente una guerrera, en las dificultades puedo sacar lo mejor de mí, conseguir una medalla. Uno nunca debe darse por vencida, porque la semilla que uno siembra es el fruto que uno cosecha", cuenta la atleta.

Explica también la importancia de la relación con su entrenadora. "Yo estoy muy contenta con la Dulce, nos conocemos mucho, hacemos una dupla muy buena, nos complementamos, hemos tenido bonitos resultados y sabemos que juntas podemos mejorar mucho más. Estoy agradecida de haber pasado tantas dificultades, porque así como un atleta se desmotiva, les pasa a los entrenadores, y ella siempre se ha mantenido a mi lado, apoyándome, creyendo en mí, eso es algo que uno valora mucho: la calidad humana de las personas que trabajan conmigo".

Es la dupla de Duco y García. Chile y Cuba, que trabajan cada día en el país que toque esa semana. También con el apoyo del español  Manolón Martínez, una gloria del atletismo hispano, que según la dupla, ha sido fundamental en el desarrollo de la sanfelipeña en esto del lanzamiento de la bala.

Sobre el trabajo de García, comparado con lo que puede ver Duco en las competencias internacionales, la balista: "Cada técnica es diferente, con distintas formas de trabajar. La conclusión a la que uno llega es que el atleta debe encontrar su modelo, uno tiene que ser fiel a lo que uno es, son principios instransables. Hay que apuntar a lo que a Natalia le sirve, siempre acomodar todo a mí, a mi forma física, mental, a mis lesiones. Esa la clave. No imitar, sino encontrar el traje perfecto".