El duro aniversario de Jorge Abbott

Abott

Un año desde que asumió como fiscal nacional se cumple el próximo jueves. Polémicas internas han marcado sus primeros 365 días de gestión. Desclasificamos algunas de sus historias ocultas y los desafíos que vienen para sus próximos seis años.




No va a renunciar. La decisión está tomada. Pese a que durante su primer año como fiscal nacional muchas veces se especuló que Jorge Abbott Charme (69) podría dejar el cargo por razones de salud, la máxima autoridad del Ministerio Público ha sido tajante en descartar esa posibilidad: "Jamás se me ha pasado por la mente", ha dicho a sus colaboradores más cercanos, ad portas de cumplir, el próximo jueves, el primer aniversario de su mandato. Un año que -sabe- ha estado marcado por conflictos internos y dificultades, por problemas que van desde su situación cardíaca hasta un recurso de protección presentado en su contra por uno de los fiscales regionales que él designó.

"Soy uno de los primeros en llegar a trabajar y uno de los últimos en irme; hace tres años que no me tomaba vacaciones (salvo una semana después de ser elegido) y voy a renunciar... Por supuesto que no lo haré", repite Abbott frecuentemente a quienes se atreven a tocarle el tema en la fiscalía.

Cuando llevaba apenas un mes en el cargo, el 1 de enero pasado, Abbott sufrió un infarto al miocardio que pudo costarle la vida. Estaba junto a su familia en su casa de Olmué, cerca de las 10 horas, cuando salió a su jardín y vio que estaba abierta la puerta de entrada de la parcela. Corrió unos 30 metros para cerrarla y evitar así que su perro, "El Chocolo", escapara. Fue entonces que sintió un dolor en el pecho y dificultad para respirar. Supuso que podía ser un infarto y que requería asistencia inmediata, pero aún así, no quiso despertar a su familia, que dormía al interior del hogar. Abbott tomó su auto y manejó 50 kilómetros hasta Viña del Mar. Durante el camino, llamó a su cardiólogo, su primo Gustavo Charme, quien le pidió que se dirigiera al Hospital Naval, que él arreglaría todo para que lo recibieran en la puerta de emergencia.

Y así fue. Abbott manejó por cerca de una hora. Por precaución, dejó marcado en su celular el número de teléfono de la Unidad Coronaria Móvil, en caso de que no fuera capaz de seguir. Al llegar al hospital, los exámenes confirmaron su "autodiagnóstico". El infarto ya había pasado, justo antes de ponerse a manejar.

El fiscal nacional ingresó al quirófano a las 16.00, y cuatro horas después tenía instalados los primeros tres stent (pequeños tubos de malla de metal que se introducen al interior de las arterias del corazón). Días después le colocaron otros dos.

Estuvo un mes fuera, con licencia. Y a su retorno tuvo que hacer frente a las especulaciones sobre un eventual paso al costado, asegurando que se sentía "mejor que nunca". Tuvo que explicar que sus arterias habían sido reparadas y que, según los doctores, el daño al músculo cardíaco había sido menor. Abbott logró dejar atrás el episodio, pero el infarto era apenas el primero de los obstáculos que le tocaría enfrentar.

Nunca más habló con Gajardo

Sólo días antes de que el corazón le diera una señal de alerta, el nuevo fiscal nacional había tenido en su despacho la primera reunión de trabajo con los equipos que investigaban los casos SQM y Penta, también denominados "casos de platas políticas".

Sentados alrededor de una mesa cuadrada estaban los fiscales Manuel Guerra, Carlos Gajardo, Pablo Norambuena, Carmen Gloria Segura y Emiliano Arias, quienes habían conformado el equipo Penta-SQM, además de otros cinco abogados asesores de la Fiscalía Nacional. Todos ellos coordinados, por entonces, por el fiscal nacional, quien aún no se desprendía del segundo de estos casos que había heredado de su antecesor, Sabas Chahuán.

El inicio del encuentro fue coloquial, dicen los presentes en la cita, y abordó una postura que para Abbott es ley. Para el fiscal nacional las filtraciones eran igual o más graves incluso que los delitos que se estaban indagando.

El encuentro avanzó hasta que Abbott le comentó al fiscal Gajardo la entrevista que había dado el 4 de diciembre a revista Qué Pasa. "Si la fiscalía no tiene éxitos semejantes en Penta y SQM, se pueden levantar sospechas", dijo Gajardo en esa ocasión.

En un esfuerzo conjunto con Chahuán, el fiscal jefe de la Unidad de Alta Complejidad Oriente venía de lograr una condena para el ex timonel de la UDI Jovino Novoa, en la primera y hasta ahora única sanción penal en casos de financiamiento irregular de la política, por lo que su frase fue interpretada por Abbott casi como un emplazamiento personal.

El trasfondo era obvio. Por entonces, aún estaba en el aire la sensación de que el proceso de elección del fiscal nacional -en el que participan tanto la Corte Suprema como el poder político- habría estado cruzado por el futuro que tendrían las causas judiciales por financiamiento ilegal de la política. Un temor que se acrecentó luego de que se conociera que Abbott se había reunido con varios políticos, entre ellos el senador PPD Guido Girardi y el abogado Ciro Colombara, quien por entonces representaba a Marco Enríquez- Ominami.

En la cita con los equipos Penta-SQM también habría ocurrido un hecho del cual hasta hoy hay dos versiones. Algunos abogados presentes comentan que Gajardo habría advertido entonces al fiscal nacional de la existencia de correos electrónicos entre Pablo Longueira y el gerente general de SQM, Patricio Contesse, que podrían dar cuenta de un eventual cohecho. Desde el entorno del fiscal nacional, sin embargo, descartan ese relato y afirman que el tema Longueira no se abordó.

Meses después, los mismos correos que vinculaban al ex candidato presidencial de la UDI con SQM gatillaron una fuerte polémica al interior del Ministerio Público. En una entrevista en CNN, el fiscal Emiliano Arias acusó al fiscal regional de Valparaíso, Pablo Gómez, de no haber hecho nada respecto de Longueira, pese a tener conocimiento de esa correspondencia desde principios de enero. "Yo los recibí el 8 de enero. Arias los tenía desde hace meses. Es fácil acreditarlo. Cuando quiera", respondió Gómez a través de su cuenta de Twitter.

El impasse entre ambos se zanjó tras un llamado de atención del fiscal nacional. Abbott les pidió evitar ese tipo de debates públicos, restó valor a la fecha en que se tomó conocimiento de los correos y lo calificó de "intrascendente", porque el fiscal Gómez ya había decidido formalizar al ex senador UDI por cohecho.

Desde esa reunión con los fiscales a cargo de las indagaciones, a inicios de diciembre del año pasado, salvo por los fríos y protocolares saludos cruzados en las actividades en que han coincidido, la máxima autoridad del Ministerio Público nunca más volvió a hablar con Gajardo.

Promesas incumplidas

A fines de marzo, y cuando estaba completamente reincorporado a sus labores, Abbott dio una entrevista a Reportajes en que dijo: "Queremos acotar y darles pronto término a las investigaciones". Sus palabras fueron interpretadas como un guiño a la clase política, la misma que de forma unánime (32 votos) lo ratificó en el Senado como fiscal nacional tras ser promovido por la Presidenta Michelle Bachelet. La idea de un supuesto pacto con los partidos para terminar con la "cacería de brujas" volvía a instalarse como argumento entre sus críticos.

"Nunca hubo una promesa en cuanto a incidir en los casos que involucraron a políticos", aclararon entonces y repiten hoy los más cercanos al abogado, descartando que detrás de esas declaraciones haya estado la intención de tapar las investigaciones.

A modo de ejemplo, un miembro del equipo que tramitó con Abbott el caso Corpesca, en que se desaforó, formalizó y se dejó en prisión preventiva durante un mes al senador Jaime Orpis, asegura que el fiscal nacional jamás intercedió en favor del imputado. Por el contrario, dice, Abbott apoyó el desafuero del parlamentario UDI y el que se pidieran en su contra las medidas cautelares más gravosas. "Para el fiscal nacional lo importante era que la medida cautelar que se pidiera fuera proporcional a la gravedad del delito, las penas y la intención de llegar a un juicio oral. Le preocupaba que se pidiera prisión preventiva y después se ofreciera un procedimiento abreviado", explica ese mismo asesor.

Más allá de si hubo o no promesas, lo cierto es que desde entonces la fiscalía ha abierto nuevas causas contra políticos, como el caso de la investigación por cohecho, fraude al Fisco y negociación incompatible contra el ex ministro Jorge Insunza, y la más reciente por una querella presentada por el diputado comunista Hugo Gutiérrez en contra del ex Presidente Sebastián Piñera. Abbott ha sido informado de cada una de ellas y ha dado la venia a los equipos para seguir adelante.

"He querido mantener las investigaciones sin tanta exposición y ello quizás ha podido generar molestia o suspicacia en algunos sectores", señaló Abbott a Reportajes antes de iniciar sus vacaciones, que se extenderán hasta el 12 de diciembre.

La prudencia como estilo

Hay una frase que Abbott usa de manera recurrente y que define su estilo de conducción: "Debemos ser prudentes, lo que no significa dejar de investigar", sostuvo.

Esta prudencia que exige a los fiscales quedó manifiesta a mediados de año, cuando resolvió sacar a Arias de la investigación del caso Corpesca, a raíz de una entrevista en la que el fiscal calificó de corrupto el origen de la Ley de Pesca.

Como ex abogado defensor -antes trabajó en la Corporación de Asistencia Judicial-, Abbott dice creer "resueltamente en la presunción de inocencia" y recuerda que le tocó desempeñarse como defensor "en una época en que en ciertas investigaciones penales no se respetaba este principio fundamental".

Lo que vivió entonces lo marcó. Por eso, dice que como fiscal nacional debe velar porque esas situaciones no vuelvan a ocurrir. "Que la gente tema que puede ser perseguida sin una causa justificada y condenada sin un debido proceso previo. Eso lo viví, lo sentí y lo temí... Tal vez haya allí alguna diferencia con los más jóvenes, de quienes sí, debo decir, valoro y comparto la fuerza y convicción en su actuar, y eso lo he visto en los fiscales de todo el país", afirma.

Enemigo interno

Durante este año de gestión, Abbott no ha logrado frenar las críticas internas ni las tensiones con algunos fiscales. El 8 de julio, durante una reunión con el consejo general de fiscales regionales tuvo lugar un hecho que varios califican de "inédito" dentro del Ministerio Público.

Ese día, los fiscales regionales pidieron la cabeza del jefe de comunicaciones del organismo persecutor, Christian Fuenzalida, por la falta de reacción ante una serie de artículos de prensa que dejaban en evidencia la fractura que existía entre los fiscales y la jefatura del Ministerio Público. Más aún, habían vuelto a resurgir los rumores sobre el estado de salud del fiscal nacional.

Durante la reunión con Abbott, algunos fiscales plantearon la tesis de que había "enemigos internos", que buscaban presionar por la salida de Abbott a través de trascendidos anónimos.

En esa oportunidad, el fiscal nacional escuchó a todos los fiscales regionales que tomaron la palabra y asintió. Tras la cita, le pidió la renuncia a su jefe de comunicaciones, que dejó su cargo el 1 de septiembre pasado. Los fiscales regionales habían ganado.

Es esa "extrema democracia", como la define uno de los fiscales, lo que caracteriza su estilo de conducción. Algunos valoran que escuche distintas opiniones, otros lo critican por falta de definiciones, por ambigüedad. Un ejemplo de ello fue cuando decidió nombrar a Arias como fiscal regional en O'Higgins. En medio de una reunión con directivos de la Fiscalía Nacional les dijo: "¿Qué les parece que designe a Arias?". La mayoría asintió, pero les pareció extraño que una decisión exclusiva del fiscal nacional fuera puesta sobre la mesa.

Cuando asumió como fiscal regional de Valparaíso en 2003, un diario local le hizo un perfil y entrevistó a su esposa, Ana María Urzúa, quien lo definió de esta forma: "Le gusta delimitar su metro cuadrado. Es un hombre conciliador, nunca va al choque".

Quienes trabajan junto a Abbott valoran esta actitud, aunque advierten que a veces su "ingenuidad" ha estado al borde de desatar tempestades. Como la vez que la hoy directora del Sename, Solange Huerta, ex fiscal y directiva del Ministerio Público, intentó por todos los medios comunicarse con el fiscal regional de Los Lagos, Marcos Emilfork, quien había sido nombrado para indagar muertes de menores de edad en estos centros. Este último nunca le contestó.

Un día antes de los allanamientos que se hicieron en las oficinas del Sename de todo el país, el equipo de la Fiscalía Nacional delineaba las estrategias de investigación dirigidas por Emilfork cuando Huerta llamó al teléfono de la secretaria de Abbott. Fue entonces cuando el fiscal Emilfork, según un presente en la reunión, le advirtió a su jefe lo inconveniente de recibir esa llamada y que era mejor no contestarle, pues como fiscales su deber era investigar, requerir información, pero jamás coordinar una diligencia con alguien de una institución indagada. Abbott estuvo de acuerdo y su secretaria descartó la llamada. Algunos sostienen que la postura de Emilfork fue dura, pero que evitó el eventual conflicto que se hubiera desatado en el caso de que hubiera trascendido un contacto con la directora del Sename, que apenas unos meses antes todavía era parte de la institución.

En el banquillo

En su oficina, Abbott no tiene objetos personales, salvo una acuarela de Valparaíso. Anteriormente a su cargo como fiscal nacional ocupaba la oficina de enfrente. Es decir, solo cruzó el pasillo del tercer piso del edificio de General Mackenna y pasó a ganar $ 30 mil pesos más que como Director Ejecutivo Nacional (DEN).

Por seguridad, el fiscal nacional debe andar con guardaespaldas. Una situación que lo incomoda. De hecho, algunos recuerdan una anécdota. En unos de sus primeros días al mando de la institución se subió a una de esas bicicletas naranjas de uso público y salió a andar por las calles del centro. La situación tomó por sorpresa a su escolta, la cual debió seguirlo corriendo.

Su parecido al actor Christopher Lee ha hecho que en redes sociales lo comparen con personajes como Saruman o el conde Dooku. En la ficción, ambos son antagonistas, personajes oscuros de El Señor de los Anillos y Star Wars.

Y así es, de hecho, como a un enemigo, la forma en que ven a Abbott los funcionarios que presentaron hace algunos días una demanda laboral por supuestas prácticas antisindicales. La acción, que fue acogida a trámite, es patrocinada por el abogado Mauricio Daza, quien aseguró que "su gestión ha sido muy deficiente, lo que se expresa no solo en las controversias públicas que ha protagonizado con el fiscal Arias, sino que también en su vínculo con los funcionarios del Ministerio Público, marcado por conflictos que están terminando en los tribunales de justicia".

Asociaciones de Funcionarios denunciaron persecución de la autoridad, pues, según explica Daza, "Abbott no ha sido capaz de anticipar adecuadamente los conflictos, y una vez que estallan ha aplicado la política de buscar una solución a través de iniciar sumarios y procesos penales en contra de fiscales y dirigentes sindicales". Para el abogado de estos gremios, "con esto, lejos de reafirmar su autoridad , finalmente ha dejado al descubierto que no existe un liderazgo consistente del fiscal nacional".

Desde el Ministerio Público descartaron estas supuestas prácticas antisindicales y comentan que se abrió una investigación penal paralela a la demanda laboral interpuesta por la presidenta de la Federación Nacional del Ministerio Público (Fenamip), Paulina Ruiz, quien sostuvo en una entrevista con CNN Chile que en el Ministerio Público "se violaban los derechos humanos". Para Abbott, la gravedad de esta acusación ameritaba una investigación para corroborar su veracidad.

Afuera de la fiscalía no crucifican su gestión. Es más, la destacan. El senador Felipe Harboe (PPD) sostuvo que en su primer año Abbott ha debido implementar el plan de modernización y ha hecho un trabajo orientado "hacia adentro". Valoró la postura del Ministerio Público en la Ley Corta Antidelincuencia, pero sostuvo que "hay un tema no resuelto aún en la relación entre el fiscal nacional y la Asociación de Fiscales".

Para el parlamentario, Abbott "ha intentado normalizar las cosas después de un período de investigaciones con fiscales que han tenido mucho protagonismo mediático, retomando el énfasis en lograr avances en la investigación penal".

El penalista Cristián Muga sostiene que el actual fiscal nacional sabe el rol institucional que juega el Ministerio Público y que desde ese punto de vista "las decisiones de persecución penal son sensibles y exigen prudencia". En ese sentido, dice, "el fiscal nacional debe ser una autoridad con visión de largo plazo y buen juicio. Mi impresión es que Abbott ha dado muestras de poseer ambas cualidades".

Por su parte, Miguel Chaves, otro de los abogados que intervienen en causas del Ministerio Público, dijo que el primer año de Abbott "ha sido un período claramente convulsionado, tanto desde su origen como durante la gestión". En esa línea, explica que "el proceso de maduración ha sido contradictorio, con avances en el modo de llevar la persecución, pero con evidentes problemas internos, lo que da cuenta de la necesidad de conducir el proceso hacia la superación de un conflicto".

El primero de los siete años de Abbott al frente del Ministerio Público -no podrá cumplir su período de ocho años, porque debe retirarse a los 75- transcurrió más rápido de lo que esperaba a causa de la gran cantidad de vallas que ha debido sortear. Y es solo el comienzo. El próximo año cumplirá 70. El fiscal nacional todavía tiene un buen trecho por delante antes de llegar a la meta deslizada por la Presidenta Michelle Bachelet en el discurso que dio en el último aniversario de la institución: consolidar a la fiscalía en su transición hacia "la mayoría de edad".

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