José Sánchez despertó tirado en la calle, con la cabeza ensangrentada y el torso agujereado por cuatro puñaladas. Su vida está en riesgo, el dolor es terrible. Y Pato Lucas, como le dicen en el mundo del boxeo, sólo quiere encontrar socorro, recuperarse pronto y estar listo para despegar dentro de 22 días hacia Las Vegas, a la caza del sueño de ser campeón mundial. Un viaje que nunca se realizó.
Era la mañana siguiente a Navidad. Se dirigía al banco a depositar dinero. "Ellos habrán pensado: 'Él maneja plata y sabe pelear, hay que asegurarlo", concluye el peleador de 32 años, al intentar explicar el ataque de unos tipos a los que nunca les vio la cara. Lo noquearon. "No entiendo para qué me apuñalaron", se pregunta sentado sobre una tabla en la barraca donde trabaja, en San Bernardo. Allí a torso desnudo y con sus cuatro cicatrices a la vista, carga palos y vigas sobre un hombro derecho magullado, entre el penetrante olor a resina, aserrín y el polvillo que asfixia a cualquier extraño que no esté acostumbrado al escenario.
Al recordar el asalto del 2011 su ceño se frunce y la habitual sonrisa de su rostro desaparece. Sánchez llevaba un invicto de 14 peleas, pero su sueño se derrumbó.
"Yo creo que no era el momento para viajar. Hubiera echado de menos a mi familia", cuenta. Pero las consecuencias fueron las peores. "Los médicos no saben cómo sobreviví. A las cuatro semanas les pregunté si me podían dar el alta". Sánchez le contó al cirujano sobre el viaje a Las Vegas y así relata el momento: "¿Te miento o te digo la verdad? La verdad, dije. 'Olvídate del boxeo. No puedes volver a pelear más en la vida'". Para Sánchez fue un giro dramático. Además el caso no fue investigado. "No hubo juicio ni nada, ¿Qué sacaba con una venganza? Dejé todo en manos de Dios".
"Después de esto me metí en cosas que no debía. Por la frustración. Hice leseras. Me arrancaba de la casa y mi señora se frustraba. Ahora sufro el castigo: Vivo solo. Lucho por mis hijos, ellos son mi motivación", relata.
Pato Lucas se separó y entró en decadencia. Malas juntas y una pésima alimentación eran consecuencias de una frustración profunda. La desazón se apoderó de su vida y en ese infierno estuvo su ex suegro, Daniel Morales, un ilustre auspiciador del boxeo en San Bernardo. El dueño de la barraca ubicada en la avenida Padre Hurtado (Los Morros) fue un pilar emocional. "Ha sido la única persona que me ha ayudado. En el momento más malo de mi vida fue el único que me levantó. Creyó en mí como persona, no como boxeador".
El púgil invicto es oriundo de Temuco, lugar en que pisó por primera vez un ring y donde sufrió una de las penas que marcaron su vida; Perder a su madre a los 13 años. Tras la muerte todo se complicó. Jugó fútbol, pero también se hizo de amistades dañinas que lo llevaron por andanzas peligrosas. Pero avizoró su futuro en un cartel. "Tenía 16 años. Un día vi un letrero que decía 'Boxeo' y entré. Ahora amo el boxeo, gracias a él soy persona. Mis compañeros de curso, amigos de la infancia… Han pasado casi 15 años desde que me fui y siguen estando atentos a mí. Eso me llena".
La recuperación no fue fácil. Su pulmón derecho se achicó y la cicatrización interna ocupó mucho tiempo. Además, lo afectó un desorden alimentario: "Si podía comerme cuatro churrascos, lo hacía. O tomar tres litros de bebida. Todo eso me fue tirando para abajo".
Para levantarse necesitó de motivadores. Uno fue don Daniel y el otro su entrenador, Ricardo Araneda. Sobre Sánchez, dice: "No fue fácil. Cuando un boxeador está parado cinco o seis años, tomar el ritmo cuesta bastante". Sin embargo, cree que ha mejorado: "Ha evolucionado. Su cuerpo está más fuerte. Hace diez años no pegaba mucho por su peso, ahora está más duro".
"No le interesa la plata, le interesa estar invicto", dice Araneda, quien defiende el boxeo como deporte: "Es un arte. Es noble. Te subes arriba del ring, peleas con el rival y luego te abrazas. Es un deporte para valientes".
En la barraca, Sánchez hace de todo; Encargos, ventas y carga madera en su hombro sin usar la tota, una protección acolchada para amortiguar el peso. Su apodo es llamativo y único. "Es por ser desordenado y bueno para hablar. Por lo que sé, soy el único Pato Lucas en el mundo".
Hoy, en el Club México, se juega su sueño. Volvió en diciembre del año pasado derrotando a Cristián Coronado en dos round, aumentando a 15 peleas su invicto. Esta vez, su oponente será Erwin Cobrita Adriazola: "Me siento fuerte. Estoy bien para lograr un triunfo y seguir con el invicto. No está en mi cabeza perder. Estoy seguro de ganar. No me interesa si mi rival pesa más o pega como mula. Lo que sé es que va a subir al ring a dejarme en vergüenza y eso no lo voy a permitir".
La pelea es a las 21.00 y será transmitida por CDO Premium y CDO Play.