"Un gobierno fuerte y estable". Eso fue lo que prometió y reiteró durante siete semanas la primera ministra británica Theresa May. Sin embargo, los británicos se despertaron ayer con una administración muy lejos de esa estabilidad, porque el Partido Conservador perdió en las elecciones del jueves la mayoría legislativa, al conseguir 318 escaños (326 para la mayoría). Con los 650 escaños declarados, la oposición laborista obtuvo 262 asientos, seguidos por el Partido Nacional Escocés (35), liberales demócratas (12), el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte DUP (10) y otros (13).

Ante un inminente "Parlamento colgado", la premier anunció que formará gobierno con el apoyo del DUP, colectividad que manifestó que entrará en conversaciones con los tories. "Acabo de ver a su majestad la Reina y ahora formaré gobierno, uno que pueda proporcionar certezas y conducir a Reino Unido hacia adelante en este momento crítico para nuestro país", dijo al término de un breve encuentro con Isabel II, a quien pidió oficialmente la autorización para formar un nuevo Ejecutivo. "Este gobierno guiará a nuestro país en las negociaciones cruciales sobre el Brexit, que empezarán en 10 días (19 de junio) y responderá al deseo de los británicos de llevar a cabo con éxito la salida de la Unión Europea", añadió.

Horas después, May anunció que sus ministros clave, incluidos el de Finanzas, Philip Hammond; el de Exteriores, Boris Johnson, y el del Brexit, David Davis, conservarán su cargo en el nuevo Ejecutivo.

Los resultados provocaron un terremoto político en Reino Unido. Esto, porque cuando May convocó a las elecciones el pasado 18 de abril, lo hizo pensando en que aumentaría los escaños que ya tenía, sin embargo, terminó perdiendo la representación y la mayoría en el Parlamento, lo que significa un gran fracaso.

Como una manera de apelar al electorado, la premier escribió en su página de Facebook el 20 de mayo pasado que si perdía seis asientos iba a renunciar. Al haber perdido 13 escaños, la dimisión era lo que muchos esperaban, incluso al interior de su partido. Ese fue el caso de la ex ministra, Anna Soubry, quien señaló que habían considerado que May debía pensar en una renuncia debido a que se "encuentra en una situación muy difícil". A su vez, el ex ministro de Finanzas conservador, George Osborne, dijo que el resultado "es totalmente catastrófico para los conservadores y para Theresa May". Pero la premier no dio su brazo a torcer, aunque ofreció disculpas alos conservadores que perdieron sus escaños.

Los pedidos de renuncia también llegaron desde la oposición, liderada por el laborista Jeremy Corbyn, quien tuvo un desempeño mucho mejor del que se esperaba. "Perdió escaños conservadores, perdió votos, perdió respaldo y perdió confianza. Yo diría que es suficiente para marcharse", dijo.

El descontento incluso llegó a las calles, donde decenas de personas se congregaron afuera de Downing Street de manera improvisada para protestar por la permanencia de los conservadores en el poder.

El Brexit

Tras las negociaciones pertinentes, May se someterá a una moción de confianza en el Parlamento, como establece el sistema parlamentario. De no superarla, los analistas estiman que es probable que presente su dimisión. El diario The Guardian destacó que May tiene derecho a permanecer en el poder para formar gobierno, pero los laboristas tratarán de mostrar que pueden formar su propia coalición, algo que en la matemática parlamentaria parecía complicado, porque -por ejemplo- los liberales demócratas han señalado que no quieren pactos electorales.

La líder del DUP, Arlene Foster, confirmó ayer que había hablado con May. Distintas figuras del partido señalaron que la relación con el equipo de la primera ministra había sido cercana desde que accedió al poder hace 11 meses y que las conversaciones habían sido motivadas por la consternación ante la posibilidad de que Corbyn se convirtiera en primer ministro. La colectividad es conocida por su posición euroescéptica y por querer una frontera con Irlanda "sin interrupciones sin fricciones", tras un acuerdo sobre el Brexit.

Nigel Dodds, parlamentario reelegido por el norte de Belfast, dijo a The Guardian que cree que su colectividad no formará parte del gabinete de May, sino que respaldarán a los tories en votos de confianza y respaldo de los presupuestos conservadores.

El diario The Times señaló que la premier tendrá que hacer frente a tres crisis. La primera es la crónica inestabilidad en la que se encuentra la política británica y que será difícil de contener. Porque las elecciones dieron cuenta que Reino Unido está dividido. La economía se dirige hacia tiempos difíciles, debido a que la inflación está subiendo y los sueldos caen. Y el 19 de junio comienzan las negociaciones por la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

En ese sentido el Financial Times sostiene que el fracaso electoral de May ha elevado las expectativas entre los pro-europeos para que ella abandone su plan por un Brexit duro (retiro de la unión aduanera y el mercado único). Así, la premier ahora se encuentra atrapada en el escenario que quería evitar: entre los pro-europeos, su partido que quiere suavizar el Brexit y los euroescépticos que se van a volcar contra ella si flaquea.

Otro de los factores que May debe considerar es que 12 de los nuevos diputados que tiene su bancada son escoceses, una región que es profundamente pro europea y en donde el Partido Nacional Escocés aboga por quedarse en el mercado único. Así, la apuesta que May hizo a mediados de abril comienza a diluirse.