Economistas prevén que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se apresta a tomar medidas aún más audaces para evitar la amenaza de una deflación en la eurozona.

La decisión adoptada por el titular del BCE este mes de fijar por primera vez una tasa de depósito negativa marcaría el fin de las medidas de política convencionales y comenzaría a comprar títulos respaldados por activos en menos de un año, según estiman más de las tres cuartas partes de los encuestados en el Bloomberg Monthly Survey.

La mayoría de los economistas también esperan que las tasas de interés se mantendrán en los niveles actuales hasta por lo menos 2016, pese a estar divididos respecto de si el BCE emprenderá una flexibilización cuantitativa amplia.

Draghi ha dicho en reiteradas oportunidades que los diseñadores de la política monetaria están dispuestos a comprar desde deuda de préstamos titularizados hasta bonos públicos para hacer subir la inflación y reforzar el crecimiento titubeante del bloque monetario.


Sin embargo, los funcionarios todavía no consideran que sea el momento justo para una medida tan radical, y el miembro del Consejo de Gobierno, Jens Weidmann, advirtió la semana pasada acerca del "veneno dulce" de las compras de activos.

"Es muy evidente ahora que el próximo paso tal vez sea una flexibilización cuantitativa (QE) por vía de la compra de títulos respaldados por activos, seguida luego, si es necesario, por una flexibilización cuantitativa total con bonos públicos", estimó Alan McQuaid, economista principal en Merrion Capital en Dublín.


"Probablemente tenga poco valor rebajar más las tasas", consideró.


Sin terminar

En el sondeo de Bloomberg, 31 de 33 encuestados dijeron que el BCE entrará en un programa de compra de títulos respaldados por activos, en tanto 28 señalaron que esto ocurrirá hacia junio de 2015.

En tanto, 14 predijeron que el BCE comenzará un programa de flexibilización cuantitativa en algún momento, mientras que 10 pronosticaron que comenzará a mediados del año próximo.

Draghi afirmó, después de la reunión de política monetaria del 5 de junio pasado en Francfort que los funcionarios "intensificarán el trabajo preparatorio" para posibles compras de títulos respaldados por activos, o títulos envasados respaldados ya sea por préstamos a pequeñas empresas o deuda de tarjetas de crédito.

No obstante, cuando le preguntaron si el BCE consideraría la posibilidad de una QE, dijo: "¿Ya terminamos? La respuesta es no".

El BCE ve la flexibilización cuantitativa, es decir, las compras de activos en gran escala para aumentar la masa monetaria y, por ende, la inflación, como una opción legítima. Al mismo tiempo, no es fácil, ya que la eurozona no cuenta con un mercado de deuda pública unificado, que sería el objetivo obvio para las compras, lo cual dificulta la selección de los activos apropiados para una política de QE efectiva.

Si bien el Consejo de Gobierno de 24 miembros dice que es unánime en su voluntad de utilizar medidas de política no convencionales en caso de ser necesario, el miembro del Consejo Ejecutivo Benoit Coeure sostuvo la semana pasada que actualmente no existe la necesidad de una QE.

"No se necesita ahora porque no vemos deflación en la eurozona y tenemos un sentimiento profundo de que las medidas que decidimos son las adecuadas para enfrentar la perspectiva de una inflación baja", señaló en un evento en Dubrovnki, Croacia.

"En realidad, es demasiado prematuro discutir nuestras próximas decisiones", apuntó.