El 25 de noviembre de 1980 el héroe número uno de Panamá fue traicionado por su frustración y un pueblo entero no entendió qué diablos pasaba en ese lejano ring del Louisiana Superdome de Nueva Orleans. Aquella noche, Roberto "Mano de Piedra" Durán paró el combate contra Sugar Ray Leonard en el octavo round y dijo, famosamente, "No más". Fue un golpe al mentón más fuerte de todos los que ya había recibido "Mano de Piedra" en una pelea donde el estilista Leonard hizo lo que quiso sobre el ring. En ese momento, Durán se hundió en su propia furia y Panamá vio como su ídolo entregaba en bandeja la corona de peso wélter a un rey del norte.
Esta escena, que integra todas las antologías del deporte de los puños, es una de las piedras angulares de Manos de Piedra, la cinta sobre el que es considerado el mejor boxeador latinoamericano de todos los tiempos y campeón en cuatro categorías: ligero, wélter, superwélter y mediano. Protagonizada por la estrella venezolana Edgar Ramírez (Carlos, el Chacal) como Roberto "Mano de Piedra" Durán y Robert De Niro en el rol de su entrenador norteamericano Ray Arcel, la película del realizador Jonathan Jakubowicz describe el ascenso, los tropiezos y la final redención del púgil centroamericano.
La cinta (con fotografía del chileno Miguel Ioann Littin) describe la juventud fanfarrona de Durán, su relación con la atractiva Felicidad Iglesias (hasta hoy su esposa) y, sobre todo, aquellos dos combates de colección en 1980 contra Sugar Ray Leonard: el del 20 de junio en Montreal cuando ganó el título; y el del 25 de noviembre en Nueva Orleans, cuando lo perdió tras el "No más". En entrevista con La Tercera, Edgar Ramírez cuenta detalles de la película que primero se exhibió en el Festival de Cannes 2016 y que la próxima semana debuta en salas chilenas.
¿Qué fue lo que más le atrajo de interpretar a Roberto "Mano de Piedra" Durán?
En primer lugar, siempre va a ser muy atractivo interpretar al boxeador latinoamericano más importante de todos los tiempos. Pero diría que principalmente me llamó la atención el guión de Jonathan Jakubowicz, pues logra capturar la esencia de Mano de Piedra, como una especie de héroe con pies de barro. Es un hombre imperfecto, lleno de contradicciones, capaz de generar un gran nivel de furia en el ring y al mismo tiempo de ser muy tierno en casa.
¿Se preparó con "Mano de Piedra"?
Tuve la suerte de poder ir a Panamá y de que Roberto Durán me entrenara allá, enseñándome todas sus técnicas. Hablamos muchas cosas. Por ejemplo, hasta el día de hoy él dice que jamás dijo "No más" y que esa frase es de un periodista que malinterpretó sus expresiones arriba del ring. Lo que reconoce es que paró el combate, pero nada más. Lo interesante para mí es que el filme va contando todos los acontecimientos previos que desembocaron en esa pelea del Louisiana Superdome de Nueva Orleans. Lo que hace Mano de Piedra ahí es finalmente un acto de autonomía y de orgullo. También en esta película uno se va dando cuenta como los boxeadores, a quienes a veces vemos como tipos sobrehumanos y casi titánicos, están sujetos a las voluntades y caprichos de otras personas. Terminan, muchas veces, siendo sólo peones.
¿Cómo fue la relación con Robert De Niro?
Ya me había tocado estar con él en Joy: el nombre del éxito (2015) de David O. Russell y siempre es un privilegio. Se trata de un actor legendario y al mismo tiempo es una persona genuinamente generosa, curiosa y abierta. Tuve mucha suerte, pues en un rincón tenía a Roberto "Mano de Piedra" Durán y en el otro a Robert De Niro, al Toro Salvaje nada menos
¿Estar junto a Robert De Niro intimida en los rodajes?
No, en absoluto. Jamás sentí eso. Por el contrario, es una persona increíblemente generosa en los rodajes. Es un total profesional, nada de atrasos, siempre a la hora en el set. Y hay una cortesía innata en él. Eso lo hace una figura muy inspiradora. Con toda la fama y prestigio que posee, con todo los premios que ha tenido, podría estar descansando en las mieles de su gloria y vivir de todo aquello, pero no. Está siempre trabajando y probando algo diferente. Sin parar.
¿Hablaron de Toro salvaje?
Es raro, pero casi no lo hicimos. No es un hombre que se quede en el pasado. Es, al revés, muy vitalista, siempre en el presente. Con Manos de Piedra tuvimos ya bastante trabajo y nos concentrábamos en eso. De Niro tiene 73 años, pero se mantiene muy bien de salud, se lo ve físicamente bastante bien. Por lo mismo debió realizar un gran proceso de transformación para llegar a representar al entrenador Ray Arcel, que era ya muy mayor cuando tomó en sus manos a Durán.
¿Cuál es su opinión sobre la situación actual de Venezuela?
Creo que es compleja y alarmante al mismo tiempo. Hay una profunda crisis humanitaria. Lo único que hace el gobierno es jugar a la política, en vez de buscar soluciones concretas. Por eso apoyo el referendo revocatorio, porque es una herramienta muy válida, pacífica y consensuada para poder salir de esta crisis. Digo esto, porque claramente el gobierno ha demostrado que es incapaz de salir de ella. Lo que pasa en mi país debe servir de ejemplo para que en el resto de Latinoamérica sepan bien a quien elegir. Hay una tendencia por los populismos que a la larga es muy dañina. Y ni hablar de lo que pasa en EEUU. Los líderes populistas saben que sus promesas son imposibles de cumplir y sin embargo, una y otra vez nuestros pueblos ceden a ellos. Los populistas no son ni de izquierda ni de derecha y su gran truco es burlarse de las ideas y creer que representan al pueblo.
¿Cómo fue trabajar de productor en la película Desde allá, que el año pasado ganó el Festival de Venecia?
Bueno, yo soy uno de los productores de esa película, que tiene de protagonista al actor chileno Alfredo Castro, que es maravilloso. Ahora además será la cinta que represente a Venezuela por un cupo al Oscar extranjero y ya estamos iniciando la campaña de promoción. Desde allá tiene la capacidad de mostrar de una manera muy cruda y veraz un universo de personajes solitarios, donde hay problemas de relaciones e incapacidad de dejarse amar. Es, lo que yo podría decir, una película panamericana: el guionista es mexicano, la montajista es brasileña y el director de fotografía es el chileno Sergio Armstrong (Neruda).
¿Ha visto cine chileno?
Es muy bueno. Una de mis películas preferidas es Machuca de Andrés Wood. Y, claro, Gloria de Sebastián Lelio, con la gran Paulina García. He ido varias veces a Chile: la primera vez fue en el 2009 y luego en el 2013. Ojalá que la próxima vez sea para actuar en una película chilena.