Empezó dibujando en los diarios de Montevideo y firmaba con el seudónimo de Gius, reproducción exacta de la pronunciación en inglés de su verdadero apellido: Hughes. Perteneciente a una adinerada familia uruguaya de origen británico, el autor de Memoria del fuego trató de desvincularse rápido de aquel lazo y ya cuando publicó su popular volumen Las venas abiertas de América Latina todo el mundo lo conocía simplemente como Eduardo Galeano. Con ese nombre dejó de existir ayer en el sanatorio montevideano de Casmu 2, donde llevaba varios días internado por el agravamiento de un cáncer pulmonar detectado en el 2007.
Figura tutelar para los intelectuales de la izquierda latinoamericana de los 70 y 80 a través del mencionado Las venas abiertas de América Latina y Memoria del fuego, Galeano tenía 74 años y publicaba con bastante regularidad. Es más, esta semana la editorial Siglo XXI tenía previsto lanzar en España la antología Mujeres, que reúne reflexiones y cuentos sobre el género femenino. En poco más de 200 páginas se habla además de mujeres célebres como Sherezade, Teresa de Avila y Marilyn Monroe. Antes de morir, además, dejó otro libro para ser publicado.
Amigo de Mario Benedetti, Eduardo Galeano empezó en el periodismo y siempre se deslizó entre la prosa de ficción y los ensayos, comenzando en 1962 con la novela corta Los días siguientes. Su prosa era directa y para muchos reiterativa y prisionera de una agenda político-social que le impedía mayores ambiciones. Durante los años 60 destacó en la entrevista, la crónica y el cuento en la influyente revista Marcha. A los 31 años publicó Las venas abiertas de América Latina, un libro de 379 páginas que, según él mismo contaba, le significó "cuatro años de investigación y recolección de la información que necesitaba".
Hacia el final de su vida, el propio Galeano fue consciente de que su obra más popular había envejecido mal y lo dejó claro el año pasado en Brasil: "No sería capaz de leer Las venas abiertas de América Latina de nuevo. Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital".
El volumen argumentaba mediante una serie de crónicas una suerte de historia del saqueo de América Latina, que comenzaba en la época de la Colonia española y seguía hasta nuestros días. La tesis era, a grandes rasgos, que los 400 años de historia de la América mestiza se reducían a una continua explotación de los recursos naturales de nuestro continente con complicidad de la clase dominante.
Tras los golpes de Estado de Uruguay (junio de 1973), Chile (septiembre de 1973) y Argentina (marzo de 1976), Las venas abiertas de América Latina se transformó en una obra de gran popularidad. Fue prohibida por las dictaduras de esos tres países y por la de Brasil, alcanzado el carácter de libro de cabecera de las oposiciones de izquierda en el Cono Sur y de gran parte de la población que probó el exilio.
En la década siguiente, Galeano publicó en largos tres tomos una obra que al menos en términos de masividad no estuvo lejos de Las venas abiertas. Se trató de la ambiciosa Memoria del fuego. Editado entre 1982 y 1986, este trabajo pretendía ser una gran semblanza del subcontinente, mezclando la historia con la mitología indígena, fundiendo investigación y tradición oral.
Galeano dejó progresivamente "de estar de moda" en los años 90, con la caída del Muro de Berlín y el colapso del comunismo en Europa oriental. En el 2009, Las venas abiertas de América Latina tuvo un nuevo y breve momento de gloria gracias a un gesto del presidente de Venezuela Hugo Chávez. El líder bolivariano le regaló un ejemplar a su homólogo estadounidense Barack Obama en la V Cumbre de las Américas: en unas horas, el volumen pasó del lugar 60.280 de ventas en Amazon al número 10.
En Chile, el escritor Ramón Díaz Eterovic valora el libro de Galeano con una perspectiva histórica: "Supongo que él mejor que nadie sabía dónde le apretaba el zapato. Pero en los años 80, en plena dictadura, Las venas abiertas de América Latina comenzó a leerse de manera clandestina y terminó siendo un libro esencial para mucha gente".
Editado por Siglo XXI Editores desde el 2010 para todo el Cono Sur, Las venas abiertas ha tenido 17 ediciones desde ese año en la región, con una venta que redondea los 150 mil ejemplares. Desde el año 1997 circulaba también una versión con prólogo de la escritora Isabel Allende, una de las muchas lectoras latioamericanas formadas en los años 70 con este volumen. Al enterarse ayer de de su muerte, le dedicó estas palabras: "Su libro fundamental se publicó en los años setenta, cuando los movimientos de izquierda en el continente fueron reprimidos por dictaduras brutales. Desde entonces la Guerra Fría terminó, el comunismo soviético fue derrotado y los planteamientos económicos de Galeano tal vez no se aplican, pero la importancia de su obra monumental sigue vigente".