La secretaria de Estado adjunta de EE.UU. para Latinoamérica, Roberta Jacobson, rechazó hoy que la devolución del territorio de la Base Naval estadounidense de Guantánamo se esté considerando en los diálogos sobre el acercamiento con Cuba.
"El asunto de Guantánamo no está sobre la mesa en estas negociaciones", aseveró Jacobson en una audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de EE.UU., titulada "Cuba: Abordando el súbito giro de la Administración".
Con esta rotundidad, Jacobson, quien lidera las conversaciones del Gobierno estadounidense con las autoridades cubanas para el deshielo de las relaciones, descartó cualquier posibilidad de que EE.UU. utilice esa zona, donde se halla también la prisión de máxima seguridad de Guantánamo, como una moneda de cambio.
Los legisladores preguntaron en diversas ocasiones a la diplomática por esta cuestión después de que la semana pasada el presidente cubano, Raúl Castro, reivindicara esa parte del territorio de la isla durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en Costa Rica.
La representante cubano-estadounidense Ileana Ros-Lehtinen, una de las más escépticas sobre la idoneidad de esta nueva política hacia Cuba, consideró en su intervención que dicho llamado por parte de Castro constituye otra provocación de su régimen hacia EE.UU.
Estados Unidos alquiló a Cuba el territorio donde se encuentra la Base Naval en 1903 y, aunque en los años 80 cambiaron y actualizaron las condiciones del arriendo, el Gobierno de Castro no ha aceptado los pagos al reivindicarlo como suelo ocupado.
Los dos países anunciaron el pasado 17 de diciembre el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, en busca de un nuevo planteamiento bilateral.
A lo largo del próximo mes se espera que se lleve a cabo una segunda ronda de negociaciones después del primer viaje, liderado por Jacobson hace dos semanas a la isla, el cual constituyó la primera visita de una delegación del Gobierno estadounidense en décadas a territorio cubano.
La Administración del presidente de EE.UU., Barack Obama, defiende que la política de embargo hacia Cuba vigente durante los últimos 50 años no ha funcionado, y ha pedido un levantamiento de las restricciones que, en última instancia, dependen del Congreso.