La política antidrogas del gobierno de Estados Unidos está en piloto automático, sus resultados en cuatro décadas no pueden ser verificados y hace falta cambiar el enfoque, según un informe de Diálogo Interamericano, un centro de estudios políticos hemisféricos con sede en Washington.
El trabajo presentado este mes en uno de los edificios administrativos del Congreso de EE.UU. por el presidente emérito del instituto, Peter Hakim, se titula "Repensando la política antidrogas de EE.UU." y en él se asegura que "la mayoría de los estadounidenses cree que los 40 años de guerra contra las drogas han fracasado".
"A pesar de los costos y la creciente oposición a la estrategia antinarcóticos en América Latina, el debate en EE.UU. sobre la política antidrogas continua silenciado", se lee en el reporte que pide abrir un debate para cambiar la política.
Pero con los problemas que a diario los estadounidenses ven en televisión en la frontera con México es poco probable que en Washington alguien vaya a proponer una estrategia menos militarizada, porque podría ser percibido por parte de la opinión pública como débil en cuanto a la seguridad nacional.
En piloto automático
El trabajo de Diálogo Interamericano hace referencia a una encuesta realizada conjuntamente con la firma Zogby International en 2008, según la cual el 75% de los estadounidenses piensa que la lucha antidrogas ha sido un fracaso.
"No podemos saber qué resultados habría generado una estrategia diferente. Muy bien podría haber sido mucho peor", dice el reporte, en el que se reconoce que el gobierno de Barack Obama "está abierto a nuevas estrategias" para manejar el problema.
Cuando llegó al poder, Obama introdujo cambios de enfoque, como dejar de hablar de "guerra contra las drogas", reconocer la "corresponsabilidad" estadounidense y hablar del consumo más como problema de salud pública que de seguridad.
En febrero de 2009 Obama nombró a Gil Kerlikowske como director de la Oficina Nacional para Políticas del Control de Drogas (ONDCP, por sus siglas en inglés) y cambió la tradición de dejar el cargo en manos militares.
El año pasado Kerlikowske presentó la Estrategia Nacional para el Control de Drogas basada en "una balanceada política de prevención, tratamiento, trabajo policial y cooperación internacional".
"El hecho es que nuestra estrategia para combatir este problema no sale de ninguna guerra cultural o mentalidad de guerra contra la droga", aseguró a BBC Mundo, Rafael Lemaitre, de la oficina de asuntos públicos de la ONDCP.
Lemaitre expresó su desacuerdo con la afirmación de que la política antidrogas está "en piloto automático", como asegura el informe, y afirmó que existe el "reconocimiento de que el problema de la droga en nuestro país es una gran amenaza a la salud pública y que la adicción es una enfermedad".
Problemas de medición
El fondo de las críticas que se le hace el informe de Diálogo Interamericano a la política antidrogas es la supuesta imposibilidad de medir sus efectos benéficos, en buena parte por lo que considera falta de datos precisos.
En la ONDCP están en desacuerdo con la premisa y refieren a los datos presentados en la Encuesta Nacional sobre Salud y Uso de Drogas, presentada a fines del 2010.
"Hoy, el uso de drogas es la mitad de lo que era 30 años atrás, la producción de cocaína en Colombia ha caído en casi dos tercios y hemos desviado miles de delincuentes no violentos a tratamiento en vez de cárcel, apoyando alternativas al encarcelamiento", afirmó Lemaitre.
El congresista demócrata de Nueva York Elliot Engels tampoco estuvo de acuerdo con algunas de las conclusiones del informe, y le dijo a BBC Mundo que "la guerra contra la droga es muy complicada".
"Creo que el gobierno está en el camino correcto. Tiene buenas intenciones, pero tenemos tantas dificultades en todo el mundo que a veces pareciera que no estamos haciendo de esto una de nuestras principales prioridades", afirmó Engels.
México en TV
Para los redactores del informe de Diálogo Interamericano el violento enfrentamiento entre grupos narcotraficantes y fuerzas de seguridad en México han hecho "dolorosamente consciente" al gobierno y al público de las "catastróficas consecuencias en América Latina de la masiva demanda de drogas en EE.UU."
"México es una historia mixta", dijo el representante Elliot Engels cuando BBC Mundo le preguntó si la situación en esa nación podía ser presentada como una historia exitosa en materia de lucha contra los narcóticos.
"México en sí mismo es una historia de éxito, porque tenemos a un presidente muy valiente, el señor (Felipe) Calderón, quien está haciendo lo correcto y trabajando muy duro. Y por eso tenemos que ayudarle", dijo Engels.
"Sabemos que el fracaso está muy cerca de la superficie si no redoblamos nuestros esfuerzos para ayudar al presidente Calderón", dijo Engels, quien como miembro del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes apoya el financiamiento de la Iniciativa Mérida, con la que EE.UU. ayuda en la guerra antidrogas mexicana.
Precisamente las terribles informaciones que provienen de México podrían llevar a algunos legisladores y ciudadanos a pensar que la vía militar es necesaria para evitar el temido efecto contagio de la narcoviolencia mexicana en territorio estadounidense.
Los políticos estadounidenses saben que mostrarse débiles en materia de seguridad nacional puede tener consecuencias electorales adversas.