Menos de 72 horas después de que el Presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, superara la moción de vacancia en su contra por "incapacidad moral" respaldada por una inédita alianza entre el fujimorismo, el Apra y sectores de izquierda, el mandatario desató un nuevo terremoto político al anunciar sorpresivamente su decisión de indultar a Alberto Fujimori. Si bien la medida fue adoptada dentro de los marcos legales que fija la Constitución Política de Perú en su artículo 118, en el que se establece que el Presidente de la República tiene las atribuciones de "conceder indultos y conmutar penas", el momento y las condiciones en que éste fue anunciado desataron fuertes críticas contra Kuczynski. Cuestionamientos que provinieron no solo de la izquierda, sino también desde su propio sector político. Un hecho que asegura un complejo escenario de gobernabilidad para el mandatario cuando aún no cumple un año y medio en el poder, y que vuelve a dejar en evidencia la profunda división que aún genera en Perú la figura de Fujimori.

El actual mandatario peruano basó el apoyo que lo llevó al poder en julio de 2016 precisamente en los sectores antifujimoristas que acusan al ex presidente de instaurar en la década de los 90 un régimen autoritario, que favoreció el abuso de poder y la corrupción. Incluso durante la campaña electoral, Kuczynski insistió en varias ocasiones que durante su mandato no indultaría al ex gobernante condenado por crímenes de lesa humanidad a 25 años de cárcel. Por ello, la decisión del domingo causó sorpresa y motivó una serie de especulaciones. El haberse dado a conocer solo tres días después de que Kuczynski sorteara con éxito la moción de vacancia en su contra, gracias a la abstención de un sector del fujimorismo, llevó a diversos sectores a denunciar una supuesta negociación secreta entre el mandatario y el hijo del ex presidente, Kenji Fujimori, para evitar su destitución. Una situación que motivó un quiebre del Presidente con parte de sus antiguos aliados y que llevó incluso al abogado que lo defendió en el Congreso a sacar una dura declaración condenando la decisión.

Lo anterior si bien le permite a PPK contener en el Congreso la férrea oposición del fujimorismo, deja al mandatario muy debilitado políticamente, cuando aún le faltan más de tres años y medio de gobierno. Especular, como han hecho algunos, sobre el eventual término anticipado de su mandato resulta prematuro, pero lo cierto es que para seguir gobernando Kuczynski tiene que forjar una nueva alianza política en el Parlamento. Hasta ahora, pese a que su partido solo contaba con 15 de 130 congresistas, el mandatario había logrado sumar respaldos en muchos casos en los sectores que se oponían al fujimorismo. Pero desde el domingo pasado ese panorama cambió radicalmente. Por ello, para evitar un bloqueo permanente en el Congreso debe abrirse a nuevos sectores y en este escenario no es improbable que un eventual quiebre del fujimorismo -que cuenta hoy con 71 diputados - le permita sumar nuevos aliados. Pero mientras ello no suceda y no surja un nuevo mapa político en Perú, el margen de maniobra del mandatario será escaso.