El jefe del gobierno de transición egipcio, Esam Sharaf, destituyó a 17 importantes empleados de siete medios estatales, entre ellos redactores jefe y editores, conocidos por su cercanía al derrocado régimen de Hosni Mubarak.
La destitución era parte de las exigencias de las revueltas que terminaron con el régimen del líder egipcio el 11 de febrero.
Uno de los cambios más significativos fue el de la cúpula del grupo mediático Al Ahram, cuyo rotativo es considerado como símbolo de la prensa estatal egipcia.
Sharaf destituyó al presidente de la directiva, Abdul Moneim Said, un estrecho colaborador de Gamal Mubarak, hijo del anterior mandatario y considerado hasta poco antes del final del régimen como el sucesor político de su padre.
Según el rotativo egipcio Al-Masry Al-Youm, el sucesor de Said, Labib al Sibaaji, tiene la imagen de ser un experimentado periodista independiente,
Los cambios también afectaron a la agencia oficial de noticias MENA, donde Adel Abdul Asis asumió ahí el puesto de director general y redactor jefe.
Pese a que varios diarios privados críticos consiguieron establecerse durante los últimos años de Mubarak, los medios del Estado fueron siempre canales de comunicación del régimen. Los redactores jefe y los altos cargos solían estar implicados en la red de corrupción económica del gobierno.
Periódicos como Al-Ahram hicieron constantemente campaña contra la oposición como un grupo caótico, violento y manipulado por el extranjero durante los 18 días de protestas contra Mubarak. Sólo un día después de la caída, el 12 de febrero, el diario publicó el titular "El pueblo derroca al régimen".