Tras la disolución del Parlamento y la toma de control de éste por parte de la Junta Militar, los egipcios enfrentan un escenario de incertidumbre política de cara a las elecciones de este fin de semana, en las que se elegirá al sucesor del derrocado Hosni Mubarak.
El poco carismático candidato de los Hermanos Mulsumanes, Mohamed Morsi, se enfrentará al escurridizo ex primer ministro Ahmed Shafik, quien para muchos es una reminiscencia del antiguo régimen.
Por el momento está claro, que la mayor parte de la población estará descontenta con el resultado, teniendo en cuenta que ninguno de los dos candidatos consiguió en la primera vuelta más de una cuarta parte de los votos y que representan a dos corrientes irreconciliables de la sociedad egipcia, detalla Dpa.
Por otro lado, muchos ciudadanos sienten incertidumbre, pues nadie sabe cuándo volverá a votarse al Parlamento ni qué funciones dará la nueva Carta Magna al futuro Presidente. Ni siquiera está claro quien redactará una nueva Ley Fundamental.
Morsi representa a un islam conservador y de orientación capitalista, que considera que el feminismo y el individualismo son enfermedades contagiosas. Una victoria de Shafik fortalecería sin embargo a la fuerzas que desearían un continuismo del régimen de Mubarak, aunque sin él.
¿BOICOT?
Ante esta situación, muchos egipcios desearían no pasar por el trago electoral y llamaron al boicot. Su argumento: tanto Morsi como Shafik son ambiciosos, corruptos y mentirosos.
En lo que se refiere a Morsi creen que su opinión está doblemente fundamentada, pues los Hermanos Musulmanes rechazaron la propuesta de la izquierda y los liberales de boicotear los comicios en respuesta a la decisión del Tribunal Constitucional de anular las elecciones parlamentarias y permitir la candidatura de Shafik a pesar de su pasado en el régimen. Tras la caída de Mubarak no se llevó a cabo ninguna reforma del sistema judicial ni se cambió a los magistrados.
Por si fuera poco, el diario independiente "Al Shorouk" informó esta semana de la propuesta de un pacto secreto por parte de un líder de los Hermanos Musulmanes al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. En virtud del mismo, Morsi escogería como vicepresidente a un militar y el mariscal Mohammed Hussein Tantawi seguiría manteniéndose al frente de las Fuerzas Armadas. Al parecer, el Ejército rechazó la propuesta indignado, asegurando que no precisaban garantías.
La mayor parte de los analistas creen que Morsi podría alzarse con la victoria, a pesar de que en la primera ronda no consiguió más que el 24,8% de los votos. Al parecer, ahora podría recibir el apoyo de muchos de los votantes del resto de candidatos islamistas que quedaron fuera de juego tras la primera ronda.
Con el 23,7% de los votos, Shafik quedó levemente por detrás de Morsi en la primera vuelta de las presidenciales. Pero para muchos egipcios laicos que entonces votaron a Amr Mussa o al izquierdista Hamdien Sabbahi, el ex primer ministro no es una opción de voto, debido a su relación con el antiguo régimen.
REVOLUCION
En el caso de que, en contra de las expectativas, Shafik consiga imponerse, es de esperar que se produzcan fuertes protestas por parte de los islamistas y la denominada juventud revolucionaria. Morsi ya anunció que de producirse manipulación electoral su formación llevará a cabo una nueva "revolución".
Muchos analistas creen que los Hermanos Musulmanes hablarán en cualquier caso de fraude, pues no han cesado de referirse a esta posibilidad, incluso teniendo en cuenta que contarán con observadores propios en los locales electorales.
Y todos estos escenarios no hacen sino perjudicar a la economía egipcia. En la actualidad, los inversores consideran extremadamente arriesgadas las inversiones en el país y las agencias de rating han rebajado la calificación de Egipto en varias ocasiones desde la caída de Mubarak. Por no hablar de los bancos, cuya situación no es estable teniendo en cuenta la cantidad de deuda pública que tienen en sus balances.