El campamento, dicen aquí, fue bautizado en recuerdo de los que han dejado su vida en esta batalla que lleva meses. Se llama "Destacamento de los mártires" y está al sur de Bengasi, la ciudad que se convirtió en centro de operaciones de los rebeldes en Libia.
Antes, el lugar era un centro de vacaciones junto al mar. Hoy, es donde se entrenan los hombres dispuestos a dejar atrás sus vidas cotidianas -en la universidad, en un taller mecánico, en locales comerciales- para tomar las armas y no detenerse hasta derrocar al régimen de Muammar Gaddafi.
El entrenamiento dura tres semanas. Participan cerca de 200 personas cada vez. Es sin pausa. Y en medio de un calor sofocante, que obliga a refrescarse antes y después de los ejercicios (foto 1). Algunos, luego de la preparación y de estar en el frente de batalla, regresan. Son los menos. Pero ocurre, sobre todo cuando son heridos y -para su recuperación- vuelven al campamento. Allí realizan labores como guardias (fotos 2 y 3), sin sacarse ni por un minuto la camisa militar.
La misma rutina se repite cada día de entrenamiento. Se parte muy temprano, antes de las 8 de la mañana. Lo primero es trote por cerca de 15 kilómetros. Como los libios son grandes fumadores, varios no logran completar la prueba y deben ser rescatados por una camioneta. Pero la mayoría llega a la meta. Y entonces vienen los ejercicios en barro, luego en arena (foto 4) y, finalmente, en el mar. Se queman neumáticos para provocar humo y se hacen disparos al aire para generar ruido. Esto debe parecer un campo de batalla.
En la tarde, el esquema se repetirá al menos dos veces. Sin derecho a reclamo.
Lo aprendido se pone a prueba en combate. Y el fotógrafo de estas imágenes quiso verlo en terreno. Tomó un barco en Bengasi y luego de 20 horas de navegación desembarcó en Misrata, a 200 kilómetros de la capital, Trípoli. Todo allí es crudo. Una ciudad casi en ruinas, varias líneas de fuego contra las fuerzas leales a Gaddafi y muertos cada día. A veces, muy pocas veces, hay un poco de calma (foto 5).
Las cosas siguen hoy en llamas. Pero más al norte. Es el turno de Trípoli.