Año 240 a. de C. El primer emperador de China, Qin Shihuang, quien mandó a construir la Gran Muralla y unificó el país imponiendo un único código legal, una caligrafía uniforme y una moneda común, ordenó otra de sus obras monumentales que lo volverían tan impopular entre los súbditos. Esta vez se trataba de ocho mil réplicas en arcilla de figuras de guerreros humanos, a escala real y en postura de batalla, que serían enterradas con él tras su fallecimiento para proteger el mausoleo. Cada una debía ser diferente a la otra. La delirante tarea requirió el trabajo forzado de 720 mil esclavos.
Los soldados de terracota no se completaron hasta dos años después de 210 a. de C., fecha de la muerte de este emperador obsesionado con la imortalidad, que pasó su vida probando elixires y pociones hechas por los alquimistas de la corte para retrasar o evitar su fin corpóreo. Hoy, este ejército se ha convertido en el principal tesoro arqueológico de China y, si todas las gestiones establecidas se cumplen, en 2010 las piezas originales serán observadas en Santiago en una exposición que se abrirá en el Centro Cultural Palacio La Moneda para celebrar el Bicentenario.
El acuerdo con las autoridades chinas comenzó a gestarse durante la visita de la Presidenta Bachelet en 2008. Alejandra Serrano, directora ejecutiva del Centro Cultural La Moneda, viajará en los próximos días a Beijing para continuar las negociaciones y adelanta que "los soldados de terracota formarían parte de una futura gran exposición de la China Imperial sobre las dinastías Qin y Han".
Mario Artaza, director comercial de la Embajada de Chile en China, señala que ese país "está interesado en que la mayor cantidad de personas vea la muestra. Chile sería el segundo país de Latinoamérica donde se presentaría este patrimonio de valor incalculable. Antes sólo se había exhibido en Colombia".
Obviamente, no arribará el ejército completo. En 2004, en el Forum de Barcelona se exhibieron 10 guerreros y en 2007, en el Museo Británico de Londres, se presentaron 20 figuras (el mayor número que China ha prestado hasta el momento). El costo de la muestra es cuantioso y se estima que cada soldado está asegurado en un millón de dólares.
UNA MENTE CHIFLADA
El 20 de marzo de 1974, cuatro campesinos del pueblo de Xiyang cavaban un pozo. De un momento a otro, una de las palas se topó con un fragmento de cerámica de color rojizo. La tierra a su alrededor dio paso a un torso humano cubierto por una armadura. Luego de cavar a su alrededor fueron surgiendo una cabeza, brazos y armas, magníficamente conservados. Uno de los campesinos creyó que habían desenterrado al dios de la Tierra. En la zona también se han encontrado restos humanos que se piensa pertenecen a trabajadores asesinados o encerrados vivos, para que no divulgaran los secretos del complejo funerario.
La explicación para este monumental encargo radica en la esperanza de Qin Shihuang de seguir con vida después de la muerte, inmortalidad que también imaginaba como un rey victorioso. La idea era que su ejército le diera el mismo poder en el mundo de los espíritus que el ya disfrutado sobre la tierra.
Los soldados fueron hallados en tres fosas de 20.000 metros cuadrados y en formación de combate. Cada pieza tiene diversos peinados y expresiones faciales.
El emperador también ordenó modelar acróbatas, escribanos, artistas, funcionarios públicos, músicos, hilanderos y pájaros. Su tumba real todavía no se ha excavado, pero se cree que en ella reconstruyó su imperio entero, con ríos hechos de mercurio, un cielo falso llenado de estrellas de piedras preciosas y montañas para escalar. De hecho, la prensa inglesa en 2007 sentenció que los soldados no fueron las estrellas de la muestra, sino la "chiflada" mente del emperador que concibió el descomunal mausoleo.
Los soldados fueron encontrados "listos para luchar". Abre la infantería, seguida de un cuerpo de lanceros con coraza y caballeros a pie. Todos flanqueados por arqueros, la mitad de ellos con la rodilla en tierra. En la retaguardia, se encuentran los generales y altos oficiales. Una de las teorías del origen de esta magnífica obsesión está en que el emperador fue nombrado en ese cargo a los 13 años. "Era un niño que, como a todos los de su edad, le gustaba jugar a los soldados", especularon los críticos británicos al ver la muestra en 2007.