Tablas con mediciones. Pizarras saturadas de datos. Sensores. Reproducciones en plástico de explosivos. Y cajas con tierra del desierto de Atacama y pasto patagónico. Los materiales de experimentación son disímiles y abundan en el Centro de Moderación y Doctrina del Ejército, ubicado en la comuna de Peñalolén. El objetivo es complejo: simular fielmente las verdaderas minas antipersonales y su entorno.
En esta unidad opera la sección de Innovación y Desarrollo de Sistemas, que actualmente trabaja en un proyecto científico-militar, de 18 meses de duración, para crear un simulador de desminado humanitario, como se le denomina a aquel proceso de retiro de las bombas enterradas en diferentes zonas fronterizas del país.
"Se trata de una herramienta tecnológica, que se le le entregará al centro de entrenamiento de desminado y destrucción de explosivos del Ejército, ubicado en la Escuela de Ingenieros. Su finalidad es la instrucción, capacitación y certificación de los desminadores", destacó el mayor Flavio Narváez, jefe de la sección innovación.
El objetivo de un simulador en vivo es poder reproducir situaciones, bajo condiciones similares a las que ocurren en la realidad, para cuantificarlas e investigarlas. En este caso, informan en el Ejército, se desarrollarán canchas de entrenamiento de desminado en un pabellón de entre 400 y 600 metros cuadrados.
En él, tanto las herramientas del desminador, como el suelo y las minas, tendrán diferentes sensores conectados a computadores, para medir y estandarizar objetivamente el desempeño de los especialistas.
"El programa de capacitación de los desminadores ya es excelente. Lo que nosotros entregaremos es una herramienta que potencia ese trabajo, para posicionar al país como un centro de entrenamiento de clase mundial, que incorporará estándares de certificación tipo ISO", sostuvo Narváez.
Agregó que "los sensores permitirán, por ejemplo, analizar variables como la velocidad del desminado, y la altura, ángulo y presión de las sondas sobre la tierra".
CONVENCIÓN DE OTTAWA
Chile suscribió en 1997 la Convención de Ottawa, en la cual el Estado se comprometió -ante la comunidad internacional- a eliminar todas las minas antipersonales terrestres que existen en el país.
Para ello, en 2002 el Ministerio de Defensa creó la Comisión Nacional de Desminado (Cnad). Según las cifras que entrega esta entidad, a la fecha se han destruido 82.718 minas de las 181.814 que el país declaró poseer al momento de firmar el convenio.
Esto significa que existe un 45,5% de avance en la tarea, en la cual se han liberado 83 de 199 áreas minadas. "Se lleva un ritmo anual aproximado de 10% en la cantidad de minas destruidas, lo que permite pensar que se cumplirá la meta, de liberar todo el territorio, para el 2020", se ha señalado en la Cnad.
La Convención de Ottawa prohíbe el uso y fabricación de estas minas por el riesgo que representan para la población. Chile desechó su stock en 2003 y las que siguen enterradas se ubican principalmente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Magallanes (ver infografía).
INFORME ONU
Durante esta semana, además, dos delegados de la Convención de Ottawa recorrieron los pasos fronterizos de Arica y Magallanes, para informar a Naciones Unidas sobre el trabajo que efectúa la Cnad. La experiencia chilena, que ha sido elogiada, será expuesta por ellos en la próxima reunión mundial de la comisión, que se celebrará en Maputo, Mozambique, el 23 de junio.
El secretario ejecutivo de la Cnad, coronel Juan Orlando Mendoza, recorrió junto a los delegados el complejo fronterizo de San Sebastián, en Tierra del Fuego: "Hay países que justifican mantener campos minados en las zonas de fronteras porque piensan que es la mejor alternativa para controlar el ingreso y la salida de personas. Chile no lo hace de esta manera", dijo.
Añadió que el país "está en cumplimiento absoluto de la Convención de Ottawa, pues tiene otros mecanismos para el control fronterizo, como medios tecnológicos y humanos, evitando daños a la integridad física de las personas", señaló.