Inmune a las amenazas de desaceleración económica ha permanecido hasta ahora el desempleo, sorprendiendo positivamente a los analistas. Durante los tres últimos trimestres móviles la tasa de desocupación se situó en 5,7%, su nivel más bajo desde que el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) realiza la nueva encuesta de empleo (2010).
En este contexto, entre julio y septiembre el país registró la menor cantidad de desocupados: 468 mil. Pero, en una economía que sigue creando sobre 150 mil empleos anuales ¿Quiénes son los que, a pesar de buscar, no consiguen trabajo? Según las bases de datos del INE -y a diferencia de hace 12 meses-, más de la mitad son hombres y predomina la presencia de jóvenes entre 20 y 29 años.
Si bien la tasa de desempleo femenina (6,4%) continúa siendo superior a la masculina (5,2%) -el indicador determina la proporción de desempleados sobre la fuerza laboral total de cada género- fueron las mujeres las que más redujeron su presencia entre los desocupados. El INE reportó que al tercer trimestre 215.630 mujeres no encontraban trabajo; 19% menos que hace un año. En el mismo período los hombres bajaron 4%, totalizando 252.510 desempleados. La mayoría de ellos proviene de la Región Metropolitana (40%), Biobío (13%) y Valparaíso (11%).
En cuanto a los grupos etarios, el 23% del total corresponde a personas de entre 20 y 24 años, mientras que un 16% se explica por jóvenes entre 25 y 29 años, seguido por el tramo de 30 a 34 años (ver infografía).
"A los jóvenes les cuesta encontrar empleo en todos los países, por falta de experiencia. Están en etapa de adquisición de habilidades laborales, no se debe sólo a que estén estudiando. Además, la rotación de empleo es mayor entre los jóvenes que entre las personas de más edad", explica Rodrigo Castro, decano de la Facultad de Economía y Negocios de la U. del Desarrollo.
Respecto del nivel educacional, el 53,4% de quienes no han conseguido ocuparse presentan estudios hasta enseñanza media, mientras que el 16,3% posee educación universitaria completa.
"Muchos terminaron educación media, técnica o universitaria, que no les permitió niveles suficientes de capital humano, de productividad, para encontrar un trabajo que les parezca razonablemente remunerado. Entonces, hay un problema de expectativas y de realidad. Salen con un título que el mercado no valora demasiado y les cuesta encontrar un trabajo acorde al que esperan", señaló Cecilia Cifuentes, investigadora de Libertad y Desarrollo.
Para Jorge Rodríguez, economista de Cieplan, una de las alternativas para mejorar los niveles de contratación de este grupo es ampliar la cobertura del subsidio al empleo juvenil, hoy dirigido a los trabajadores de entre 18 y 25 años, pertenecientes a los dos primeros quintiles con una renta inferior a $ 360 mil mensuales.
Aunque también considera que se podría perfeccionar, Cifuentes agrega que una proporción de los jóvenes que entran a programas de capacitación no los termina, por lo que considera que también se deberían hacer cambios en ese sentido. "Hay que buscar mecanismos para que completen la capacitación, como exigir un aporte inicial que se les reembolse cuando la terminen", dijo Cifuentes, añadiendo que la Ocde sugirió ampliar el salario mínimo juvenil de los 18 hasta los 24 años.