El avance de la obesidad en Chile no se detiene. Si en 2003 había casi siete millones de adultos obesos, en 2010 aumentaron a nueve millones.
Las iniciativas para combatirla han sido dispersas, abordan el problema parcialmente y por periodos cortos. De seguir así, sentencia Fernando Vio, presidente de la Corporación 5 al Día y académico del Inta, pasaremos de 50% de niños con obesidad a 70% en poco tiempo.
¿Por qué Chile pudo con la desnutrición, pero no ha podido con la obesidad? Es la pregunta que se hizo Vio en un artículo publicado en la revista del Inta.
Ahí plantea que por su complejidad y multidimensionalidad es impensable que una política de prevención de la obesidad sea impulsada por un solo sector, como Salud. “La obesidad depende de la alimentación, actividad física, problemas psicosociales y ambientales. Incumbe a muchos sectores, como Educación, Deportes, Desarrollo Social, Agricultura, Vivienda y Trabajo”, dice el experto.
En 1960, el 37% de los niños menores de seis años estaban desnutridos. Para 1980, la cifra de desnutrición pasó a 11,5 por cada mil y en el año 2000, la mortalidad a 9,5 por mil. Positivos resultados, dice Vio, logrados por una política de erradicación de la desnutrición que fue consensuada entre técnicos y políticos, que fue continua en los distintos gobiernos, fue dirigida verticalmente desde el sector Salud, y siempre contó con apoyo no sólo de técnicos y políticos, sino también en el plano social.
“La sociedad consideró a la desnutrición como algo inaceptable y una vergüenza para el país, que requería la solidaridad de todos. En el caso de la obesidad, no ha sucedido lo mismo en cada uno de los cuatro aspectos señalados”, agrega.
¿Dónde se falló? En la desnutrición había un tema claro, dirigido y con mucho apoyo, señala Vio, “en este caso lo que impide una política dirigida es que no existen acuerdos de cómo abordarla”.
Problema no asumido
Paula Margozzini, académica del Departamento de Salud Pública de la U. Católica, dice que los datos muestran que el problema sigue aumentando. “La existencia de más de nueve millones de chilenos con exceso de peso hace predecir que la carga de muerte y discapacidad por enfermedades crónicas en Chile solo puede aumentar en las próximas décadas con sus consecuentes costos económicos (disminuye el crecimiento del PIB) y sociales (disminuye la calidad de vida)”.
Problema que carga con más fuerza a la población de menores recursos, especialmente mujeres, dice. “Están en edad fértil y darán a luz a nuevas generaciones con predisposición epigenética al desarrollo de obesidad y enfermedades crónicas”, se lamenta Margozzini.
Además, el entendimiento del tema es distinto a lo que ocurría con la desnutrición. “La población no considera la obesidad un problema y no exige una solución a este tema”, diceVio.
Karin Basfi-fer, académica del Departamento de Nutrición de la U. de Chile, dice que esa escasa conciencia se debe a que las consecuencias de la obesidad son a largo plazo y los síntomas son silenciosos. “Se puede caminar tranquilo con los triglicéridos elevados, sin malestar. Cuando se consulta es porque la persona ya está muy mal”.
Camino recorrido
Las medidas en el pasado no han beneficiado la salud colectiva. Sin embargo, en la última década se han implementado cambios que deberían tener efectos positivos a largo plazo, dice Margozzini.
Entre ellos, destaca el postnatal de seis meses, por el aumento significativo de la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes, y el alza de impuestos a bebidas azucaradas y alcohólicas. “El alcohol aporta gran cantidad de calorías a la dieta”, apunta Margozzini.
Por su parte, Basfi-Fer advierte que el comportamiento debe cambiar. “Cuando se les dice a las personas hagan ensaladas hacen arroz. Demora menos lo primero”, concluye.