No lo cuenta desde el orgullo ni desde la arrogancia, pero, por uso segundos, Christian Powditch (43) se jacta de haber sorprendido a Gustavo Cerati con música que no conocía. "Le mostré a La Tigresa del Oriente", introduce el arquitecto, DJ y una de las mitades que integró a los desaparecidos Bitman & Roban, en torno a la figura tropical peruana reciclada como celebridad kitsch gracias a YouTube. Luego sigue: "No podía creer lo que escuchaba. Me decía '¿y cómo demonio llegás a esto, boludo?'. Fue hace ya varios años, todavía nadie la ubicaba".
El recuerdo no sólo timbra el amplio apetito artístico del argentino; también ilustra un vínculo histórico afianzado en la confianza y la afinidad. Porque sí Powditch alguna vez le entregó compañía férrea durante su vida en Chile en los 90 y le mostró rutas alternativas a Soda Stereo -aparte de uno que otro disco de La Tigresa del Oriente-, Cerati le respondió con una amistad que lo constituyó como uno de sus aliados más fieles. Un lazo que se extiende hasta hoy. El también profesor, rol que desempeña en las universidades del Desarrollo y Andrés Bello, ha sido uno de los pocos chilenos que ha visitado al cantautor en la clínica Alcla de Buenos Aires, donde permanece tras el accidente cerebrovascular del 15 de mayo de 2010, y que ha mantenido contacto con su familia, incluyendo a su madre, Lilian Clark.
Por eso, a Powditch le cuesta hablar de la actual condición contra la que batalla su camarada, reservándose algunos detalles privados y optando por deslizar algunas críticas a los homenajes que han proliferado desde esos días, como el que realizó La Ley en Viña 2014. "La mejor forma de definir eso es ocupando un término argentino: cholulo. O sea, chabacano. A una persona que está viva, no hay razón para aún hacerle un tributo de esa forma. O sea, el tema del 'Negro' Piñera por ejemplo: siempre va a haber gente que se cuelga, pueden tener buenas intenciones, pero siento que no ha lugar. Para uno ha sido súper fuerte, es un amigo que está en condición de pasajero en tránsito, por lo que no sabes qué pensar, aunque tampoco qué esperar", relata el chileno.
Pero sí Powditch usa un argentinismo para calificar algunas reverencias sospechosas hacia la voz de Nada Personal, es muy probable que su primer cara a cara con Soda Stereo también se defina bajo un concepto propio del léxico bonaerense: "careta", como se denomina a los famosos que no transmiten demasiada honestidad . "Yo en los 80 viví en Argentina y nunca me gustó Soda Stereo. Era un grupo demasiado masivo. Prefería a Sumo o Virus", asegura.
Powditch volvió a Chile en 1989 y trabó inmediata cercanía con Cecilia Amenábar, la modelo que luego se convertiría en esposa de Cerati. A principio de los 90 empezó a organizar las fiestas Barracuda, una de las primeras consagradas a la electrónica en el país, y donde el hombre nacido en Buenos Aires ya se presentaba como novio de la chilena. Ahí la sincronía fue inmediata: Powditch le facilitaba toneladas de álbumes facturados entre beats y computadores, lo que coincidió con el incipiente interés del músico por los sonidos sintéticos, giro materializado en el EP Rex Mix (1991) o en Pulsar (1993).
Pero lo que más unió a ambos fue la certeza de que se trabaja mejor cuando el resto duerme. Ya instalado en la capital tras su matrimonio con Amenábar en 1993, Cerati invitaba a su nuevo amigo a mezclar canciones durante toda la noche en el estudio del productor Alejandro "Caco" Lyon. "Yo estudiaba arquitectura, por lo que estaba acostumbrado a pasar toda la madrugada despierto. El necesitaba a alguien que tuviera ese mismo aguante y empezamos a ir a ese estudio a trabajar con tranquilidad. Ahí hicimos ese proceso con, por ejemplo, Angel eléctrico".
Pero no todo era concentración en la penumbra. Si el músico local retrata a su compañero como un obsesivo de estudio, en su faz cotidiana lo configura como cualquier mortal: iban a esquiar de manera frecuente, lo que detonó varios porrazos del ex Soda Stereo en un deporte que, según rememora Powditch, nunca pudo manejar con destreza; y se reunían a tomar cervezas y hacer música envasada en la disquería Background, donde crearon Plan V, grupo electrónico integrado además por Andrés Bucci y Guillermo Ugarte.
"A él le gustó mucho vivir en Chile, porque no tenía que ser rostro de nada, ni la cara de nada, era sólo uno más. Se quitó mucha presión. A nosotros nunca nos importó que fuera famoso, por eso nos hicimos tan íntimos", sintetiza en torno al período que culminó junto con la década. A fines de los 90, Cerati volvió al barrio Vicente López de ciudad de origen, donde Powditch pasó largas vacaciones, ya encariñado con los hijos de su aliado, Benito y Lisa. El ritual a veces se repetía: cuando deseaban comer pizza, el guitarrista tomaba su auto y manejaba hasta más de una hora para llegar a algún local de barrio.
Por esa misma zona, Powditch ha vuelto en los últimos años y ha sostenido largas conversaciones con la madre del ex Soda Stereo. "Es una mujer adorable y la última vez terminamos tomando té en su casa, hace un año. Es fuerte como un roble ante todo lo que está pasando. Es un ángel, es una persona muy bonita, tiene los mismos ojos de Gustavo", describe.
Junto a ella, y también con el resto del círculo de hierro del cantante, aún comparten cierta fe y esperanza en que el desenlace pueda ser el mejor: "Es tan increíble todo lo que ha pasado que he llegado a la conclusión que hay gente sobrehumana que no tiene vidas humanas. Que está tocada por una varita y le pasan cosas como ésta. Y si volviera a ver a mi amigo sólo le diría: 'Hola, tanto tiempo, ¿no?'".