Un comerciante, Eduardo Ros (62 años), compró un inmueble a un inversionista, Carlos Luján Sosa (59 años). Ros pagó la casa, pero no hizo de inmediato la escritura. Con el fin de quedarse con el inmueble y el dinero, Luján Sosa urdió una sangrienta jugada: asesinar a Ros. Este es el comienzo de la historia de un crimen que remece a Argentina.

Con este objetivo, Sosa contactó a un sicario, Diego “Coco” López (23 años), para llevar adelante su criminal plan, pero todo salió mal.

López, el 14 de mayo de 2014, apareció en la entrada de la residencia de Ros, en medio de la oscuridad abordó al comerciante cuando este llegaba a su casa junto a su esposa, Griselda Fuentes Cabal (31 años).

El criminal disparó tres veces, en una bala le dio cerca de un ojo y otra en la oreja a Ros, pero un disparo impactó en la nuca de la mujer, quien falleció de inmediato. Creyendo que había cumplido su objetivo, se dio a la fuga.

Minutos después, un policía de la localidad Santa Rosa, La Pama, controló a un vehículo que marchaba a baja velocidad, con las luces apagadas y con la patente tapada con plásticos.

En el vehículo se encontró bolsas de papas, las mismas que había ocupado López como un silenciador casero en el crimen. El conductor del vehículo, Gastón Soria (33 años), fue detenido y confesó todo. Había sido contratado para transportar a López, quien cometería un crimen y a su vez, López había sido contactado por Sosa para acabar con la vida de Ros.

Toda la historia fue confirmada por la policía por el registro de llamadas de los acusados y los mensajes de texto que intercambiaron.

Al final, Ros sobrevivió al ataque, y la Justicia condenó a Sosa, López y Soria a cadena perpetua.