Hollywood no tiene piedad. No perdona una arruga, una cana o una caída en el estilo. Y para rematarla, este año los organizadores de la Alfombra Roja inauguraron más cámaras, más lentes y más alta definición. Como para registrar el porrazo estelar de Jennifer Lawrence. Ella, la más esperada por los tuiteros, regia, no falló, otra vez vestida en un Dior, pero como había una cámara indiscreta a la bajada de la limusina ("limousinecam") su caída quedó grabada para la posteridad. Lo importante es que salió digna del impasse.
Tampoco dejó tranquila a la nueva musa de los fashionistas. Lupita Nyong'o que es étnica, exótica, y dueña de una belleza estatuaria. No decepcionó en su Prada minimalista y celeste o "azul Nairobi" -debido a las palabras que dedicó la artista a su Kenia originaria-, sin embargo, la maldita "stilettocam" captó las callosidades de sus pies, un accesorio folclórico dirán algunos, pero no era necesario tanta HD.
Y si hablamos de tendencias, esta noche fueron los tonos plata y neutros los que marcaron la pauta en la red carpet. Fue el caso de Cate Blanchett, la "venida a menos", pero digna ante todo Blue Jasmine, elegante, distinguida y muy "pelolais" en su Valentino con aplicaciones de color lunar. Bueno, a pesar de su garbo, Cate fue obligada a subirse a la cámara giratoria (glamcam) y como que salió medio mareada porque quiso dejar atrás lo más rápido posible a los reporteros de la moda que no la dejaban en paz. Una suerte distinta corrió la coprotagonista de Nebraska, June Squibb, a sus 84 años, se perdió un poco y, en lugar de dejar a la cámara girar, comenzó a girar ella y casi le da un soponcio a la pobre.
Definitivamente, los neutros y pálidos dominaron la alfombra, pero algunas de las mejores vestidas se atrevieron con los colores oscuros, como el Dior negro que lució Charlize Theron, con uñas a tono. Muy estructurado. Algunos decían que era la mejor vestida, otros que no se arriesgó, algo lógico si llevaba al cuello un brillante de 15 millones de dólares que lo dejó con tortícolis.
Y tenemos el caso de Jessica Biel. Ella seguía la tendencia de los tonos plateados en un impecable Chanel cuando las cámaras indiscretas intentaron hacerle una mala pasada: hicieron desfilar sus manos por la "manicam" para captar si tenía o no todavía el anillo que la compromete con Justin Timberlake, porque llegó estupenda, pero sola. En la misma línea impecable estaba Naomi Watts, que con 45 años y luciendo un Calvin Klein blanco, era solo distinción y clase.
¿Hubiese resistido el cuerpo pintado de Sigrid Alegría tanta cámara y alta definición? Para su fortuna, el piscinazo del Festival de Viña sigue siendo algo folclóricamente tercermundista. Con renacuajos y todo. Allá Hollywood con su tecnología capitalista y cruel.